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Visión crítica de académicos y expertos:
Especialistas apuntan a que se siguen repoblando quebradas y se habitan zonas contiguas a basurales y bosques de eucaliptos y pinos que favorecen la rápida propagación del fuego.
En abril de 2014, el llamado megaincendio de Valparaíso arrasó 1.042 hectáreas y destruyó 2.910 viviendas ubicadas en siete cerros porteños.
En la víspera de la reciente Navidad, la tragedia revivió en la parte alta de la ciudad.
Esta vez el fuego arrasó 132 hectáreas y destruyó 274 viviendas de los cerros San Roque, Rocuant y Ramaditas.
Seis familias que habían perdido sus viviendas en 2014, las volvieron a perder.
Por ello, hay dolorosas lecciones que no se aprendieron o asimilaron, opina el académico de la Escuela de Geografía de la U.
Católica de Valparaíso Luis Álvarez, quien perdió su vivienda en el incendio de 2014.
Su apreciación es compartida por otras personalidades que han estudiado o trabajado en el proceso de reconstrucción.
“La vulnerabilidad del territorio está en su condición de abandono. Abandono de los propietarios, por sus expectativas de uso de suelo, y abandono de la política pública, porque las acciones de urbanización y equipamiento son básicas para organizar el territorio y anticipar el riesgo”, señala Álvarez.
Una de las lecciones no aprendidas —según especialistas— es el repoblamiento de las quebradas y otras zonas de riesgo.
Son ocupaciones ilegales que van copando sectores en donde se habían erradicado soluciones habitacionales irregulares.
“La gente ha vuelto a lugares inseguros, donde tampoco hay agua para que puedan llegar los vehículos de Bomberos. Tampoco se trata de llevar a esa gente a otras comunas, porque ellos tienen ahí su vida de barrio, su arraigo familiar”, comenta María de los Ángeles de la Paz, exdelegada municipal para la reconstrucción de Valparaíso. “Se ha avanzado en mejorar la seguridad, pero lo que está pendiente es darle prioridad a la reconversión de las quebradas, las cuales deben ser intervenidas para que no se vuelvan a poblar, ya sea con parques, obras hidráulicas, de contención u otras”, señala Andrés Silva, quien se desempeñó como delegado presidencial para la reconstrucción tras el megaincendio de 2014. Silva recuerda que en 2015 se inició un estudio integral de las quebradas, “pero no se ha avanzado mucho después de eso”. En el Servicio de Vivienda y Urbanización (Serviu) local explican que un estudio ordenado por el Ministerio de Obras Públicas (MOP) arrojó una serie de dificultades para implementar una rápida ejecución de obras, “ya que entre sus conclusiones se contemplaban expropiaciones de terrenos pertenecientes a privados y relocalizaciones de vecinos que tramitaban la regularización de los terrenos a través de Bienes Nacionales”. No obstante, el organismo explica que encargó otro estudio, destinado a las quebradas no habitadas, para establecer un plan de manejo forestal de estos sectores ubicados en las cercanías de lugares poblados consolidados de la ciudad.
Los resultados de este estudio se entregarán en marzo de 2020. Riesgos por basurales y bosques Otra de las lecciones que no fueron internalizadas, tanto por las autoridades como por los vecinos, a juicio de Andrés Silva, “es que se siguen botando residuos voluminosos en los ejes de las quebradas y no se ha repetido un plan de limpieza y erradicación de basurales”. Esta situación es reconocida como factor de riesgo. “Ha faltado más trabajo con la comunidad, para que exista conciencia de los riesgos y la propia gente contribuya a evitar los incendios, no solo dejando de lanzar la basura a las quebradas, sino también vigilando, colaborando, denunciando la presencia de vehículos abandonados que obstaculicen los accesos, entre otras cosas”, sostiene Uriel Padilla, director de la Escuela de Construcción de la U.
De Valparaíso.
El director de Emergencias de la Municipalidad de Valparaíso, Ezio Passadore, asegura que se está trabajando con la comunidad, justamente para lograr un trabajo de prevención.
“En conjunto con las juntas de vecinos hacemos retiro de basura y escombros; hemos dictado charlas y capacitaciones y repartido 15 mil dípticos educativos en los últimos tres años”, explica. El exdirector regional de la Oficina Nacional de Emergencia Guillermo de la Maza agrega que otra arista “es la permanencia de plantaciones de eucaliptos y pinos que son altamente combustibles y que debieran ser reemplazadas por arbolado nativo, pero en parques, para que alguien las cuide”. La visión es compartida por el académico Luis Alvarez, quien señala que “el principal acelerante (de los incendios) es un bosque alóctono (no nativo) y no se han implementado planes de manejo, y la peligrosidad de esa masa combustible continúa proliferando”. Al respecto, el director regional de la Conaf, Sandro Bruzzone, indica que esas intervenciones son factibles, pero que —a su juicio— “la más importante medida de prevención es la educación, para que los incendios no sean provocados”.
Bé Ha faltado más trabajo con la comunidad, para que exista conciencia de los riesgos y la propia gente contribuya a evitar los incendios”. URIEL PADILLA ACADÉMICO DE LA U.
DE VALPARAÍSO hb La gente ha vuelto a lugares inseguros, donde tampoco hay agua ni accesos para que puedan llegar los vehículos de Bomberos.
Tampoco se trata de llevar a esa gente a otras comunas, porque ellos tienen ahí su vida de barrio, su arraigo MARÍA DE LOS ÁNGELES DE LA PAZ EXDELEGADA MUNICIPAL PARA LA RECONSTRUCCIÓN DE VALPARAÍSO
LABOR. — El incendio del 24 de diciembre, según Bomberos, fue muy similar al siniestro de 2014, ya que el intenso viento ayudó a propagar el fuego.
Damnificados dejó el megainviviendas resultaron destruicendio de abril de 2014 en das en el siniestro del pasado Valparaíso. 24 de diciembre.
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