Prevención y combate de incendios forestales
Os incendios forestales constituyen una de las expresiones más dañinas del cambio climático, por cuanto en su generación in(fluye no solo la acción humana, ya sea por negligencia o intencionalidad, sino también condiciones ajenas al control de las personas, como la baja humedad en el aire, intenso calor y fuertes vientos. Y a todos esos factores, se agrega que Chile vive sequía histórica, con muchas temporadas de poca lluvia o concentrada en un lapso muy corto de tiempo, sumado a olas de calor cada vez más constantes. Todo este escenario, ha derivado en que los incendios forestales sean ahora más complejos de enfrentar y extinguir. Así lo vivió el país el año 2017, cuando cientos de miles de hectáreas de bosques se destruyeron en la región, dejando víctimas fatales y un daño económico severo. Las lecciones fueron duras y, por ello, incorporadas de inmediato a la experiencia de quienes deben tomar decisiones técnicas para llevar adelante estas operaciones. Una de estas experiencias fue cambiar la estrategia para enfrentar un incendio. Es lo que se llamó un ataque frontal con todo lo disponible, desde el principio, para evitar la propagación a grandes extensiones de plantaciones, vegetación o bosque nativo. Esa estrategia dio muy buen resultado la temporada 2018-2019. Pero este año las cosas cambiaron, en gran medida, porque la sequía ha alcanzado estándares insospechados, dejando ríos casi completamente secos y comunidades enteras sin agua para consumo humano. En ese escenario, ahora se mezclan factores desconocidos e incontrolables a la hora de planificar y ejecutar. Por ejemplo, nadie se imaginó que un incendio forestal no podría ser combatido desde primera hora del día, porque simplemente el humo impide ver el punto de expansión, haciendo que el ataque aéreo solo se pueda concretar en horas de la tarde, cuando se reactivan el calor y el viento arrecia en la precordillera. A ello se añade la difícil topografía del terreno. Estos factores, sumado a las temperaturas en ascenso, hacen muy difícil esta labor, en específico, como ha ocurrido con el incendio de Agua Fría, en Molina. Pero, sin duda que lo peor estaba por venir y corresponde a los cuestionamientos en contra de decisiones técnicas. Cuando se mezcla el populismo con la crítica despiadada, el resultado no ayuda en nada y se aleja totalmente del espíritu constructivo que debe inspirar a toda autoridad, más aún, cuando se trata de personas elegidas por el voto popular. Son ellos quienes tienen mayor responsabilidad a la hora de opinar. Una decisión técnica no se puede poner en duda desde el sentido común, porque equivale a negar la realidad. Lo mismo ocurre con quienes insisten ciega e infundadamente en que lo que vivimos no es sequía, creyendo en falsos dogmas difundidos por redes sociales, con fuentes desconocidas y dudosas en su capacidad técnica. Si hubo o no fallas, eso lo determinará la investigación que lleva adelante la fiscalía, en el caso del incendio de Agua Fría. Por ahora, todos deben cerrar filas en torno a la valiente y abnegada labor de los brigadistas, voluntarios y de la propia comunidad. Quienes se alejan de esta perspectiva, parecen buscar fama a cualquier costo.
Cuando se mezcla el populismo con la crítica despiadada, el resultado no ayuda en nada y se aleja totalmente del espíritu constructivo que debe inspirar a toda autoridad