Agua: ¿derecho humano o mercancía?
MIRADAS
¿ Sabía usted que en Olmué, mientras las piscinas de los principales centros vacacionales están rebosantes de agua y de turistas, frente ellos, en comunidades como Lo Narváez, Granizo, Quebrada Alvarado y La Dormida, las personas no tienen agua ni para bañarse? ¿ Y que la situación de los animales famélicos y desnutridos es similar en algunas partes de esa comuna a la de la Provincia de Petorca? No cabe duda que el gran problema que este año se ha acrecentado es el acceso al agua. La sequía, sumada al desigual reparto a los accesos al elemento hídrico nos hizo ver una cara que durante años estuvo tapada por temporadas en que el agua de lluvia fue mayor (no vamos a decir constante, porque arrastramos una sequía de años) y que la necesidad de la misma era menor. No podemos taparnos los ojos y creer que el crecimiento inmobiliario de las comunas no tendría consecuencias; ahora, convengamos en que los principales responsables del uso indiscriminado del recurso hídrico en la región son de carácter productivo (agrícola y minero). El punto es que lo que ocurre en Olmué no es más que la demostración de una realidad que cada vez es más cercana. Hoy, con un fío Aconcagua inexistente, con comunidades rurales que no habían vivido problemas catastróficos de falta de agua, pero que actualmente están prácticamente secas (Boco es el gran ejemplo), trabajar en pos de una solución es una de las tareas principales de la clase política. El actual Código de Aguas tiene una visión basada en la propiedad privada de esta, lo que significa que el agua como tal no es un derecho, sino una mercancía, algo que pueden transar los particulares, quienes pueden usufructuar a su antojo, en desmedro de comunidades que dependen de ella para su subsistencia. El agua no es vista como un bien de uso común básico para la vida, y eso no tiene una doble interpretación en dicho código. Es por ello que el primer objetivo que se debe lograr con el cambio de la Constitución, es definir el agua como un bien de uso público. Con ello, garantizar el acceso al elemento como un derecho humano esencial. También se hace necesario establecer prioridades del uso hídrico, que incluyan en primer lugar, el agua potable, luego la producción de alimentos, después la agricultura de subsistencia, la mantención de la naturaleza, y si es que se dan las garantías, el uso con fines lucrativos. Es evidente que existen intereses creados en el Congreso y en los Gobiernos con respecto al uso del agua. El mismo Ministro de Agricultura reconoce sus propios derechos de agua. Esta parte es la tarea para la casa. Pregunte a sus diputados del distrito 6 (D. Verdessi, C. Flores, P. Kast, D. Ibáñez, L. Pardo, M. Schilling, C. Marzán y A. Longton) y a los senadores de la circunscripción 6 (1. Allende, R. Lagos W. , K. Pugh, J. |. Latorre y F. Chahuán) cuál es su opinión con respecto al uso del agua en la actualidad. O mejor aún, vea cómo han votado en todo lo relacionado a la modificación del Código de Aguas. Quizás se sorprenda, o tal vez no, todo dependerá de su nivel de conexión con la política chilena de hoy.
Claudio Bavestrello Ruz Profesor de Historia