Aumento del precio de las viviendas
N estudio de la Cámara Chilena de la Construcción, que advertía que adquirir una vivienda en el país es “severamente inalcanzable”, abrió una discusión que, llevada de buena forma, puede contribuir a encontrar soluciones para ampliar la disponibilidad de viviendas a sectores de ingresos medios y bajos. Se trata, claro está, de una discusión compleja, que si es desatendida podría transformarse en un problema social y político de importancia en el mediano plazo. Para lo anterior es necesario comprender que el alza del precio de las viviendas, más que a una causa específica, se explica por una serie de factores. Por lo pronto, el interés que ha generado la compra de bienes inmobiliarios para la inversión, tanto de personas naturales como de instituciones, motivado, entre otras razones, por las bajas tasas de interés. Luego, el aumento en la demanda por espacio residencial, especialmente en las zonas centrales de una ciudad como Santiago, producido por el alza de los ingresos promedios, la mayor formación de hogares y el efecto de la inmigración. Por último, la política de restricción de suelo que han emprendido desde 2012 varios municipios, entre ellos los más favorecidos con el trazado de las nuevas líneas de Metro, como Ñuñoa, Providencia, Santiago y Vitacura. Las limitaciones exageradas de las alturas merman la posibilidad de construir viviendas, lo que a su vez genera alzas en los precios de venta y de arriendo. Tal como lo han señalado Clemente Larraín y Slaven Razmilic, investigadores del CEP, ninguna herramienta por sí sola resolverá el problema de la falta de oferta de vivienda. Desde esa perspectiva, se requieren medidas que puedan, por un lado, generar mecanismos de acceso y apoyo a
las personas más vulnerables —como construcción de viviendas de integración social o subsidios para arriendo— para encontrar hogares accesibles en áreas céntricas, junto con facilitar la generación de oferta inmobiliaria. En este sentido, y en línea con lo que ha propuesto el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, parece necesario favorecer la densificación en altura en zonas cercanas a infraestructura pública como Metro, autopistas, parques y centros de servicios. Por cierto, no es razonable ni factible hacerlo sin guardar equilibrios ni respetar formas morfológicas urbanas, como la relación entre la altura de los edificios y el espacio público. La evidencia, sin embargo, es contundente respecto a la inconveniencia de incorporar, entre estos mecanismos, la regulación de los precios de compra y arriendo de viviendas, o la limitación de rentabilidades, como lo han propuesto algunos parlamentarios. Diversos especialistas que han alertado cómo dicha lógica beneficia solo a un número acotado de residentes y, a la larga, reduce la disponibilidad de viviendas para sectores vulnerables.
“Regular los precios beneficia a un número acotado de residentes y, a la larga, reduce la disponibilidad de viviendas para sectores vulnerables”.