Privatización del agua
Privatización del agua
La privatización del agua es un modelo que funciona muy bien, pero sólo bajo escenarios de abundancia hídrica; a medida que se va agotando el recurso, se van viendo los primeros conflictos, hasta que el resultado es caos, sufrimiento, injusticia, odio y sed, como lo hemos visto. El Senado acaba de rechazar consagrar el agua como bien de uso público en nuestra Constitución. No parece importar la gravísima situación en la que estamos, con medio millón de chilenos
viviendo gracias a los indignos camiones aljibe, miles de pequeños agricultores que simplemente ya no pueden cultivar sus tierras debido a la falta de agua, o la desaparición de cientos de ríos y lagos a causa del sobreconsumo hídrico legal. Las cosas se podrian resolver mucho más fácilmente si el recurso fuese público, pues mediante una buena gestión y la apropiada infraestructura, el agua sobraría en Chile, pudiéndose incluso triplicar la gran agricultura. Podríamos ser un país rico que alimente al mundo entero en forma sustentable, sirviendo como ejemplo para que
Otras naciones nos sigan, pero gracias a la triste decisión del Senado eso no va a ocurrir. Es cosa de proyectarse unos años y darse cuenta de que los grandes consumidores también tienen sus días contados, cuando se derrita el último glaciar y se sequen los últimos rios, lagos y acuíferos, o cuando nos cierren el último mercado internacional por ofrecer un producto hecho a cambio del sufrimiento de las personas y el medio ambiente. Vivimos en un país injusto y eso cambiará tarde o temprano, por necesidad y porque no va a quedar otra opción, y además porque esta catástrofe ha sido anunciada por la ciencia durante más de una década, y el Estado sólo decidió seguir otorgando más derechos de agua, y a perpetuidad. La decisión del Senado simplemente alarga el sufrimiento de las personas y del país, y extiende sólo un poco más el goce de quienes hoy lucran con el agua.
Pablo A. García Chevesich