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Tiene 17 años y antecedentes por receptación y porte ilegal de armas de fuego
"Es la persona que buscamos durante todo el día", aseguró el general de Carabineros.
"Lo confundí con un sicario", dijo el sospechoso de matar al cabo Galindo.
J. Matus /1. Molina Cerca de la medianoche, afuera del Hospital Salvador, un joven de diecisiete años lanza múltiples patadas a los periodistas y fotógrafos que lo esperan. Y dice: "Lo confundí con un sicario".
Horas antes, según el general de Carabineros Hermes Soto, el joven se entregó "de forma voluntaria" en el cuartel de la PDI de la Pintana. Allí aseguró ser el responsable de balear al cabo Óscar Galindo Saravia en la cabeza (ver nota en página 2).
"Por disposición del fiscal fue entregado a Carabineros. Llegó al Hospital Salvador para constatar lesiones; presenta lesiones en el estómago (...) Es la persona que buscamos durante todo el día. Esto nos da tranquilidad como institución y le da tranquilidad a la familia de nuestro carabinero mártir", dijo Soto.
El general agregó que el detenido tenía antecedentes desde el 2015 por receptación y porte ¡legal de armas.
"Ya tiene bastante experiencia en cuanto a comisión de delitos graves en el sector donde vive", dijo.
Bandas narco La alcaldesa de La Pintana, Claudia Pizarro, sintetiza lo que se hizo patente con la muerte del carabinero Galindo: "Las bandas narcos se están apoderando de algunos de nuestros sectores".
Pizarro asegura que hay una disputa territorial entre las bandas de Los Risa (La Pintana) y los Cogote de Toro (San Ramón). Agrega que hay innumerables grupos narcos en su comuna, que están comprando las casas que dejan los vecinos que huyen de la delincuencia. "Compran, no por demanda habitacional, sino para esconder la droga", explica.
Detalla que las bandas proveen de zapatillas y celulares de alto costo a los jóvenes para reclutarlos. "Les ofrecen de todo con tal de que sean sus soldados. Financian cumpleaños y hasta les compran piscinas en el verano a los vecinos". También destaca que tienen un alto poder de fuego. "Son comunes las balas locas y los fuegos artificiales cuando llega la droga".
Para la académica Lucía Dammert investigadora de la U. de Santiago y especializada en seguridad y defensa la muerte del carabinero por balas de una subametralladora implica dos malas noticias para el país: el mercado ilegal de armas "está activo" y es una señal contra el estado.
"En ese mercado ilegal están manejando no sólo armas pequeñas, sino que otras con este poder de fuego más que significativo", dice. "Si uno analiza el caso, es raro, porque aquel que va a robar una casa o a hacer un carterazo, no va a salir con un arma de ese calibre. Evidentemente, por ahora, este tipo de armas es utilizada para otro tipo de fenómenos, como el robo del camión blindado o el narcotráfico, entonces todo parecería indicar que estaba ocurriendo un ajuste de cuentas", comenta.
Para Dammert, la segunda mala noticia es que "se trata de una señal de amedrentamiento, en que si hay dos bandas rivales en disputa, quieren decir no se metan en nuestro territorio".
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