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Fundación Chilenter reacondiciona algunos y rédela otros: ya suman 97.000 equipos
Los operativos van a escuelas y los malos se envían a Japón donde les extraen los metales preciosos de sus circuitos.
Las consultas para ver la opción de recibir equipos se hace en contacto@chilenter.cl.
lOAQUÍN RiVEROS Por si alguna vez tuvo la duda de dónde podría ir a dar el aparato en que usted está leyendo esta nota, si la está leyendo en algo que no sea un smartphone, acá podría disiparla. Una de las instituciones que hace el trabajo, además de las empresas especializadas en reciclaje, es la Fundación Chilenter, dependiente de la red de fundaciones de la Presidencia.
Dos son sus servicios. Uno, reacondicionar los computadores que son dados de bajas por empresas y otras instituciones y, dos, cuando aquello no es posible, reciclarlos para obtener plásticos, latas y los metales preciosos que hay en sus circuitos. Las latas y los plásticos son reciclados en Chile y los circuitos enviados a Japón, donde les extraen los metales finos.
La ley 20.920, cuyo reglamento está en fase gradual de implementación de acuerdo al tipo de material, establece que las empresas deberán hacerse cargo de la gestión de sus desechos, indican en el Ministerio del Medio Ambiente.
En el caso del reacondicionamiento, el destino de los aparatos son escuelas y otras instituciones que no pueden pagarlos. "Es importante que cada día se sumen más empresas e instituciones que nos entreguen sus residuos, así existe la posibilidad de llegar a más instituciones educativas.
Han sido 3.500 los colegios beneficiados en casi 16 años. Y no solo estos computadores van a niños, sino a organizaciones sociales y de adultos mayores. Este año queremos llegar a la ambiciosa meta de 100 mil computadores Chilenter en todo el país", explica Cecilia Morel, presidenta de la fundación.
Primera fase: recolección La mayoría de los equipos que llegan a la fundación son notebooks y computadores fijos, de empresas como bancos, mineras y algunas instituciones del Estado. Entre otros, han trabajado con BancoEstado, BBVA, Banco de Chile, Santander, algunas mineras y el Poder Judicial, que a fines de abril donó 12 toneladas de equipos.
"En muchos casos son de alta gama, porque vienen del mundo privado.
Algunos de mineras pueden costar $600.000 o más", cuenta Gonzalo Lagos, director ejecutivo de Chilenter.
Una vez que llegan al galpón de desarmaduría, ubicado en Quinta Normal, el computador se desarma y se le coloca un código único a la CPU y a la pantalla, número que identifica al donante.
Luego se extraen las piezas: carcasas pantallas, tarjetas de memoria, de sonido, etcétera. Las pantallas se testean; las carcasas se acopian por modelo y el resto pasa a una fase de revisión más fina, donde se separa lo reacondicionable de lo reciclable. Las tarjetas de memoria y los discos operativos reciben otro código de origen y luego van a un testeo más detallado.
La trazabilidad Con los códigos asignados, se puede identificar el trayecto de cada pieza, desde el origen hasta su destino final. "Así nosotros les decimos con toda exactitud a las empresas en qué escuela quedó cada parte del equipo que donaron", cuenta Lagos.
El borrado de datos En la siguiente fase el disco duro es sometido a un software que borra la información. "Es un tema delicado para las empresas, pero que resolvemos con un programa que reescribe la información, de modo que nadie la pueda utilizar", cuenta Lagos. Una vez borrada, el computador se limpia y se ensambla para donarlo. "Lo único que compramos son los mouses y los teclados. En costo, cada equipo nos sale unos $130.000, pero son mucho más caros en el mercado" cuenta el director ejecutivo.
Los metales preciosos Todo circuito eléctrico tiene metales preciosos, como oro, plata y otros como cobre, níquel y estaño.
"El oro se usa en los circuitos porque es muy buen conductor, ya que ofrece poca resistencia al flujo de los electrones. A eso se agrega que es más blando y se puede doblar para los dibujos de las placas", explica Claudio Valencia, profesor de electrónica y telecomunicaciones de la Universidad de Santiago. Lagos cuenta que en una tonelada de placas de alto valor, como la tarjeta madre, hay 400 gramos de oro. En la misma tonelada, pero de material extraído de una mina, hay dos gramos. Los circuitos que no funcionan se clasifican en alto o bajo grado, según la concentración y tipo de metales; se embalan y son enviados a mercados como Japón y Corea.
"Ellos tienen la tecnología para procesarlos", cuenta Lagos. El dinero obtenido es uno de los ingresos de la fundación.
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