MATRIZ FEMINISTA
Las líderes del movimiento feminista universitario han logrado la proeza de instalar y mantener en la agenda nacional temas que antes eran casi invisibles: los alcances del patriarcado, el acoso en las universidades y la educación no sexista son conceptos que ahora todo el país está discutiendo, desde el Presidente Piñera hasta el ciudadano de a pie. Acá, cinco de las protagonistas de las marchas, tomas y paros conversan con sus madres, tías y abuelas, los referentes que las han marcado con inspiración y fuerza para llevar adelante el movimiento que ha sacado más gente a las calles en los últimos meses.
Por Bárbara Riedemann y Cristóbal Bley Fotos: Pablo Izquierdo, Marcos Matus y Héctor Labarca
CAMILA TORRES, ESTUDIANTE DE PERIODISMO; RUTH SALAS DUEÑA DE CASA, Y ALLISON PAVEZ, ENFERMERA
El plato más grande, el más contundente, el primero que se servía en la casa de Ruth Salas era siempre para su marido. Así le enseñó su madre porque así también lo hacía su abuela: al hombre hay que respetarlo aunque sea un mono, le decían. Pero ahora, a sus 68 años, las cosas han empezado a cambiar. Y en gran paite gracias a su nieta.
"Es que el último tiempo ella ha llegado con estas ideas nuevas".
dice Ruth, refiriéndose al feminismo con que Camila Torres, su nieta de veinte años, se ha empapado desde que entró a estudiar Periodismo en la Universidad Alberto Hurtado. "Mi abuelo eso sí no aguanta mucho que le cambien sus privilegios", aclara Camila. Ella viene saliendo de una toma en la Casa Central, la primera de su vida, donde participó activamente asumiendo tareas internas e incluso dictando talleres. Eso, en el contexto más bien conservador de su familia, ha sido una verdadera novedad.
Ruth se casó a los diecisiete años, no pudo terminar el colegio, trabajó un tiempo pero pronto debió dedicarse a cuidar de su hogar. "Pero aunque mi abuela sea muy religiosa y tradicional, sé que en el fondo es una feminista: ella es la matriarca de la familia y se ha hecho valer en un mundo de hombres. Junto a mi madre, mi hermana -que vive fuera de Chile- y mi tía Allison, me han demostrado que no me necesito más que a mí misma para salir adelante", dice Camila.
Sus padres se separaron cuando ella tenía cuatro años, y desde entonces ha vivido tanto en San Fernando, con su madre, como en Santiago, con su papá. En ese ir y venir, estrechó los lazos con su abuela, con quien pasó todos los veranos, desde diciembre a febrero, de vacaciones en Quintero. Y también con Alisson Pavez. su tía de 27 años.
Ella, una enfermera que trabaja en la Posta Central, fue la primera que le habló del aborto libre y de los derechos reproductivos de la mujer, algo
Camila, estudiante de la U.
Alberto Hurtado, junto a su tía Allison y su abuela Ruth, en la casa de esta última en Maipú.
5 "Aunque mi abuela sea muy religiosa y tradicional, sé que en el fondo es una feminista: I ella es la matriarca de la familia y se ha hecho valer en un mundo de hombres", dice.
que hasta ese momento no se hablaba en la familia. "La Alisson me abrió la cabeza" dice Camila, y sabe que eso mismo está sucediendo con su abuela. Aunque de a poco. Está de acuerdo con decir todes o nosotres. "pero ahí me tendrían que enseñar a hablar así", cuenta Ruth. "A lo mejor no va a sonar bonito lo que digo, pero yo no me he sentido discriminada por ser mujer. Si fuera joven creo que no estaría marchando, pero me parece bien que ellas pidan lo que quieren, que luchen por sus ideales. Pero no con las pechugas al aire, eso sí. Lo encuentro antiestético".
MACARENA GALAZ, ESTUDIANTE DE CIENCIAS POLÍTICAS, Y CARMEN MUÑOZ, TEMPORERA Esta es la imagen: una joven empinando su puño izquierdo.
Viste solo un sostén y falda negra. En su abdomen se lee: "Aquí no decide la UDI". Tras ella, la Cámara de Diputados. La foto fue tomada el 18 de marzo de 2016 y dio la vuelta al mundo ilustrando un titular: "Chile aprueba la despenalización del aborto en tres causales". La protagonista es Macarena Galaz.
Tiene 22 años y es estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad Diego Portales, donde es consejera académica y vocera del Bloque Feminista. Es. además, militante de las Juventudes Comunistas. Cuando su mamá. Carmen Muñoz, que vive en San Fernando, vio la foto en el diario le dijo: "Bien hija.
Si crees que así tu mensaje se puede enviar con más fuerza, te apoyo cien por ciento".
Macarena es feminista por convicción. Carmen recién aprendió qué significa patriarcado, pero ya se le olvidó.
Macarena es pro aborto. Carmen no está segura. Macarena sabe de política. Carmen nada. Pero no le importa. "Hay cosas que se aprenden de la vida misma, sin tener que estudiarlas", dice. Es ese aprendizaje el que le traspasó a su hija. Macarena era casi una adolescente cuando sus papás se separaron. Sus hermanos ya eran grandes y Carmen tuvo que empezar a trabajar en la panadería de un supermercado. Hoy es temporera y hasta julio trabaja seleccionando manzanas. "De ahí quedo cesante y voy a ver si me alcanza para vivir de mi jubilación. Sé que voy a estar estrecha, así que tendré que buscar otro trabajo. En mi caso, no hay derecho a descanso", dice a sus 63 años. Según ella, el perfil de líder de su hija es una cualidad que viene de fábrica. "Era inquieta, con una personalidad que llena todos los espacios.
Participaba en todas las actividades escolares y en Un Techo Para Chile. Desde chica asumió la defensa de los más débiles.
Un tiempo le dio con los perros, que ama hasta hoy. Y una vez que le pegué porque se portó mal me acusó con su profesora.
Desde siempre defendió sus derechos y. de paso, me enseñó a nunca más levantarle la mano", recuerda.
Si Macarena pudiera retroceder dos décadas, le diría a su mamá: "Olvídate de mi papá, métete a estudiar y déjame en un jardín infantil". Así, sin culpas ni disculpas. Pero Macarena sabe que el escenario de entonces era peor que el de hoy. "Mi mamá vivió situaciones de violencia intrafamiliar; es una mujer de sueldo mínimo, no usa computador. El trabajo que hace lo puede hace una cabra de 20. Hoy. cuando peleamos por la dignidad de las mujeres porque sus ingresos son más bajos que el de los hombres, no puedo no pensar en ella, que tiene una jubilación de miseria, porque tuvo que cuidarnos a nosotros sus hijos. La imagen de mi mamá está cada vez que hablo sobre el movimiento, porque ella representa a la mujer proletaria chilena, que a punta de esfuerzo, inteligencia y valentía ha salido adelante y ha sabido ganar su libertad".
"La imagen de mi mamá está cada vez que hablo sobre el movimiento porque ella representa a la mujer proletaria chilena, que a punta de esfuerzo, inteligencia y valentía ha salido adelante y ha sabido ganar su libertad" dice Macarena Galaz.
(foto) Macarena Galaz, vocera de la UDP, junto a su madre Carmen Muñoz en San Fernando.
AMANDA MITROVICH, ESTUDIANTE DE HISTORIA Y XIMENA PANIAGUA, PROFESORA Cuando tenía 5 años, Amanda Mitrovich (20), estudiante de la Usach y vocera de la Coordinadora Feminista Universitaria, quería llevar a todos los mendigos de Santiago a su casa para poder cuidarlos. "Desde muy pequeña, ella desbordaba sensibilidad por las cosas que le pasaban a los demás" dice su madre, Ximena Panlagua (48). "Es que mi mamá fue fundamental para entender que en el mundo, antes que todo, hay desigualdades", responde Amanda. Una de los principales líderes del movimiento feminista universitario reconoce que sin la influencia de su madre difícilmente habría podido protagonizar esta lucha como lo ha hecho hasta ahora.
Ximena es profesora -actualmente dirige la carrera de Pedagogía en Educación Parvularia en la U. Diego Portales- y cuando era escolar en el Liceo Manuel de Salas participó en política. Eran otros tiempos, eso sí: su primera marcha fue en protesta por el asesinato de Parada, Nattino y Guerrero, el terrible "Caso Degollados" de 1985.
"Si ella no hubiera sido organizada en tiempos de dictadura, yo creo que habría sabido re poco del rol de las mujeres en los movimientos sociales", dice su hija. "En ese tiempo, la demanda era la vuelta a la democracia", cuenta Ximena. "Hoy. la lucha feminista puede parecer más pequeña, pero yo creo que es mucho más transversal. Antes para mí. la política era lo que pasaba en los partidos. Hoy. en cambio política es lavar un plato después de que lo he ocupado en la casa por ejemplo. Es cambiar la manera de vivir".
"Durante estos meses", agrega, "mi hija me ha enseñado a entender cómo las mujeres naturalizábamos el acoso. Y me está ayudando a ser más exigente conmigo misma para luchar contra mis propias conductas machistas". A la edad que tiene Amanda, su mamá estaba a punto de tener a su primera hija. Antes de los 30. ya tenía tres. Ella, en cambio, no piensa ser madre, al menos no hasta después de los 35. "Un derecho sobre el cuerpo que las mujeres se han ganado", dice Ximena.
Para Amanda, su madre ha sido tanto una inspiración como un apoyo emocional. El año pasado, siendo presidenta del Centro de Alumnos de Historia, fue objeto de una querella criminal por parte de la rectoría, después de que una marcha al interior de la universidad terminara con desmanes. En los trámites en tribunales y la PDI. su mamá no dejó de estar a su lado. "Hace un tiempo además, me están funando organizaciones evangélicas, me andan persiguiendo. Mi mamá es mi refugio. Un amigo puede que me entienda o no. pero yo sé que ella me va a bancar siempre".
DANIELA PINTO, ESTUDIANTE DE BIOQUÍMICA, Y CLAUDIA NÚÑEZ, DUEÑA DE CASA Daniela tiene 22 años. La misma edad que tenía su mamá.
Claudia, cuando la tuvo. En ese entonces, ya estaba casada y era dueña de casa. Luego tendría tres hijos más; uno de ellos con discapacidad, que implicó que la madre se afanara a su cuidado.
Daniela. en tanto, es la primera de su familia que entra a la educación superior: dejó Talca por Santiago para estudiar Bioquímica en la Universidad Católica, donde como vocera del movimiento feminista coordinó la mediática toma de su casa central. De hijos, ni hablar.
"Desde el punto de vista de la ecología, no es sustentable por la sobrepoblación que hay en el mundo y porque yo no veo el ser mamá como una realización personal. Mi decisión es un egoísmo necesario, en el buen sentido de la palabra", sentencia. Claudia cree que su hija fue formando una coraza que la hizo una persona fuerte sin miedo a levantar la voz. "Desde chica aprendió a hacerse sus cosas sola porque yo pasaba en la Teletón. Cuando la gente miraba
(foto) Para Amanda Mitrovich, estudiante de la Usach y vocera de la COFEU, la historia de su madre, Ximena Paniagua, ha sido una gran inspiración: "Si ella no hubiera participado políticamente en dictadura, yo creo que habría sabido re poco del rol de las mujeres en los movimientos sociales".
(foto) En Valdivia, Valentina Gatica, presidenta de la federación de estudiantes de la U. Austral, recuerda a su abuela Albina como una de sus grandes influencias. "Mi abuela era muy consciente de las diferencias generacionales que marcaron los contextos de cada una. Si ella estuviera viva, aplaudiría la lucha contra la violencia y el machismo", dice.
raro a su hermano en silla de ruedas, ella no tenía pelos en la lengua para defenderlo" recuerda.
Aunque Claudia hubiese preferido que su hija saliera en las noticias por algún exitoso experimento científico, se siente orgullosa por el desplante y convicción con que defiende sus ideas. Hasta hace poco, no compartía algunas. "Yo era cerrada y nunca me había interesado en los transexuales o en la vida de un gay. Mi hija me abrió la mente, porque con ella he ido aprendiendo temas de inclusión.
Si hoy tuviese 22 años, yo creo que estaría marchando codo a codo con ella. Hoy, mis luchas son en mi entorno: hace cuatro años soy presidenta del curso de uno de mis hijos, a quienes les inculco el respeto a la mujer. He fallado, eso sí. en que están acostumbrados a que yo les haga todas sus cosas. Un regatoneo que también contribuye a que los hombres no ayuden en la casa" reflexiona.
La admiración que Claudia siente por su hija es también viceversa. "Por circunstancias, mi mamá tuvo que quedarse en la casa. Yo sé que a ella le hubiese gustado estudiar y es invaluable su entrega. Esta lucha es por ella y por todas. Me aterra ser profesional y meterme en una rutina en la que este movimiento sea solo un recuerdo. No voy a parar hasta que la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad", decreta Daniela.
VALENTINA GATICA, ESTUDIANTE DE GEOGRAFÍA Y ALBINA CANIU Cuando Valentina Gatica (22) asumió la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad Austral, en abril pasado le hubiese gustado que su abuela paterna. Albina Caniu, le diera unas palabras de apoyo, como siempre lo hacía. Fallecida a los 85 "hace un año y una semana". Valentina recuerda a la mujer que la cuidó cuando era una guagua como una de las figuras femeninas que más influyeron en su vida. "Siempre me alentaba a sacar la voz. Tal vez porque ella no tuvo esa posibilidad", dice.
Albina creció en San José de la Mariquina. pueblo costero de la Región de Los Ríos. Allí, su familia trabajaba para un patrón que discriminaba a los mapuches y ella se avergonzaba de sus raíces.
"Especialmente en una zona donde la colonización alemana cimentó un prejuicio muy grande frente a los pueblos originarios". Eso forjó el carácter retraído de Albina. Pronto se casó, tuvo dos hijos y se dedicó a la vida doméstica. "En ese tiempo las mujeres no tenían otra opción.
Mi abuela vivía un poco a través mío. Me decía: Fui una estúpida por favor saca tu título y sé la mejor profesional; gánales a todos los que pilles, válete por ti misma, que nadie te venga a mantener, no te dediques a los temas de la casa, viaja, conoce, aprende'". Aunque Valentina siempre ha tenido el apoyo de sus padres, eran los consejos de su abuela regalona los que le hacían sentido, pese a las diferencias entre ambas. "Ella era evangélica y yo agnóstica; ella rechazaba su ascendencia mapuche y yo la abrazo con orgullo. Nuestra relación estaba llena de contradicciones, pero ella me escuchaba con respeto sin imponerme nada. Era una admiración mutua", dice.
Desde su cargo. Valentina apoyó el movimiento feminista de su universidad, el primero en tomarse una casa de estudios en el país bajo las consignas reivindicativas de género en abril pasado.
Daniela es además seleccionada regional de lanzamiento de disco y bala. Una actividad que su entorno tildaba de masculina, pero que Albina potenciaba con orgullo. "Mi abuela era muy consciente de las diferencias generacionales que marcaron los contextos de cada una. Si ella estuviera viva, aplaudiría la lucha contra la violencia y el machismo.
De hecho, los últimos años de su vida se puso chora y mandaba a la punta del cerro a mi abuelo cuando le pedía que le hiciera almuerzo: Anda a cocinarte tú solo', le decía. Tal vez fue una minirrebelión o.
quizás por cansancio o porque pasó mucho tiempo en silencio, colapsó.
Me gustaría pensar que también fue porque me vio a mí romper los esquemas y la inspiré a ganar una batalla que podría parecer muy doméstica, pero cuando ese es tu campo de acción, es gigante". •
(foto) conversa por horas con su mamá, Claudia WM¡ hija me abrió la mente, porque con ella he ¡do aprendiendo temas de inclusión", dice.