Abuso en contextos laborales
Úrsula Schulz V.
Fundación de Egresados y Amigos (Fudea), U. de Santiago Denuncias por acoso sexual y abuso de poder han puesto el foco en un tema silenciado por años en la sociedad chilena. La encuesta nacional de la Corporación Humanas sobre "Percepciones de las mujeres sobre su situación y condiciones de vida en Chile 2017" ya daba luces sobre la materia: el 88,9% considera que "la mayoría de las mujeres es acosada sexualmente alguna vez en su vida" y el 87%, que las mujeres son discriminadas.
Cuando vemos dónde se presenta esa discriminación, el trabajo es el más referido (88,2%). Así, se evidencia el paisaje laboral en que nos desempeñamos.
La OIT y el PNUD postulan que las mujeres son las más afectadas por la precarización laboral y que, a menores niveles socioeconómicos y de escolaridad, las jóvenes tienden a ver replicada la discriminación en el trabajo.
"Si no haces lo que te digo, te irá muy mal" o "si haces lo que te digo, a todos nos irá muy bien" son frases amenazantes que se naturalizan, provocando temor a ser despedido, a no encontrar trabajo en el rubro o a denunciar porque nunca hay una penalización real y la víctima siempre sale mermada.
En Chile, el acoso laboral no está regulado como tal. Existe un proyecto de ley, pero aún no es realidad y esto evidentemente complejiza los procesos de denuncia. Pese a ello las denuncias de acoso sexual laboral se triplicaron en 2017, según la Dirección del Trabajo. La conciencia de la importancia de la denuncia y la comprensión de la falta avanza, pero aún falta.
Empresas construyen oficinas con vidrios, colegios ponen ventanas en sus salas de clases y se arman reuniones a puertas abiertas; acciones muy importantes para evitar el acoso, pero insuficientes: permitir la visibilidad no asegura que las personas se ocupen de esta temática y que, siendo testigos, confronten y denuncien.
Debemos asegurar el resguardo de testigos, fomentar el aprendizaje organizacional de situaciones pasadas y registrar para evitar acciones similares a futuro. Esto se logra con valentía de las organizaciones y sus directivos, desafiando el miedo por los despidos para abrir conversaciones complejas.
Movimientos como #MeToo o #NiUnaMenos nos interpelan a que actos violentos, abuso de poder y abuso sexual dejen de ser patrones normalizados de comportamiento. Ahora, la denuncia, la concientización y la visibilización deben ser la pauta.
"La conciencia de la importancia de la denuncia avanza, pero aún falta".