Historiador Cristián Garay: “Ese señor no puede ser parte de un diálogo político”
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No inventemos mitos que nos lleven a decir que es preferible la continuación de Evo cuando su proyecto se cimenta en la animadversión a nuestro país”.
No es el momento de hacer ningún gesto, nada que signifique dar una señal
Académico del Instituto de Estudios Avanzados de la Usach, Cristián Garay fue parte del grupo de historiadores que asesoró a la Cancillería chilena en el juicio por la demanda marítima boliviana. Con esa experiencia y conocimiento, no duda en declarar que “hoy no están las condiciones para un diálogo serio ni a corto ni a mediano plazo sobre el tema de un mejor acceso al mar a Bolivia, sólo sobre formas de facilitación del comercio, integración, cooperación cultural, etc.”. —Bolivia está entrando además a un periodo de campaña electoral. —No es el momento para que Chile haga ninguna clase de gesto, nada que signifique dar una señal equívoca y menos pronunciarse sobre la pertinencia de uno u otro candidato. Chile no es actor de la política boliviana. Que esperar que se clarifique el panorama político en Bolivia? —Evidentemente. No sabemos cuál va a ser nuestro interlocutor, ni siquiera si Evo va a ser reelegido. —El expresidente Lagos dijo que, a pesar de sus giros y beligerancia, Evo Morales es un Presidente con poder real, a diferencia de inestables gobiernos del pasado y, por lo tanto, es un interlocutor fuerte.
—El expresidente Lagos se equivoca rotundamente. Carlos Mesa y Hugo Bánzer también tuvieron esas características. Es una leyenda que le atribuyamos a Evo ese carácter de un antes y después en la relación con Chile. No contribuyamos a inventar mitos que nos lleven a decir que para Chile es preferible la continuación del proyecto de
Evo cuando éste se cimenta en la animadversión a nuestro país. —¿ Y es realista pensar en un sucesor de Evo con otra disposición? —Es que se parte de la falsa premisa de que vamos a ir a negociaciones para darle acceso a Bolivia a algo parecido a lo que ellos quieren. El mazazo jurídico de la Corte reafirmó el fracaso de la reclamación boliviana y selló el tema de la soberanía de Chile, no seamos nosotros los que la pongamos en juego. —¿ Estamos condenados a tener malas relaciones con Bolivia?. —Sí claro, pero ¿ las hemos tenido buenas? ¿ Tenemos relaciones diplomáticas normales a nivel de embajadores? No. ¿Tenemos relaciones comerciales significativas? Se cayeron. ¿Tenemos vínculos en asuntos de seguridad y defensa? Ninguno. Entonces, cuando no está el nervio de esa vida en común los países y las sociedades se van distanciando. —¿No representa ningún perjuicio para Chile mantener este statu quo con Bolivia? —Hay que hacerse la pregunta al revés. ¿ Representó algún beneficio la buena onda con Evo Morales? Ninguno. En más de cien años la única época en que los historiadores coinciden que fue significativa fue en los años cincuenta. Hubo un tremendo intercambio en el norte grande porque Gabriel González Videla tuvo la idea: estudiantes, visitas de intelectuales, etc. Otro periodo fue en la década del treinta, durante la Guerra del Chaco, en que Chile facilitó apoyo con combatientes y oficiales en las filas bolivianas. —¿ Y la época de Charaña? —Fue bueno hasta 1977. Después del fracaso, Banzer redujo la representación de embajada a nivel consular, aunque aquí el cónsul ejerce la forma y el boato propio del embajador. —Pero eran épocas de una Bolivia de menor desarrollo. Hoy tenemos que entendernos con una Bolivia más próspera, aunque tenga un líder que resulte antipático. —Eso confirma que la condición sine qua non para el desarrollo no es el mar. Pero se tiende a huir de un dato evidente: ¿ cuánto de esa prosperidad es parte de la economía sumergida de la cocaína, de la cual Bolivia es el primer productor mundial? Bolivia ha tenido un crecimiento alto, pero partió desde muy abajo y sigue siendo uno de los países más pobres del continente. —O sea, con perspectiva histórica es difícil que los lazos vuelvan a ser “normales” a corto o mediano plazo. —Ni corto ni mediano porque situaciones donde, con un lenguaje encendido, Evo acusa que la oligarquía chilena quiere derrocarlo; ese señor no puede ser parte de un diálogo político.