Discusión más allá de la contingencia
Discusión más allá de la contingencia Invitadas por este diario, un conjunto de autoridades de universidades e institutos profesionales destacados se reunieron para discurrir sobre los horizontes de la educación superior chilena. Es interesante constatar que, convocados los actores del área a pensar más allá de la contingencia, emergen nuevas inquietudes, muy lejanamente emparentadas con los asuntos que han copado la agenda pública en los últimos años. En ese sentido, hay entre ellos preocupación por la posibilidad de que la necesaria supervisión pueda ahogar la diversidad de un sistema que, por lo demás, es menos articulado de lo que convendría al país. Aquí, la arquitectura de grados y títulos, tan rígida y simple, que caracteriza a nuestra educación superior, puede estar frenando una mayor innovación, advierten. En esa línea, también hacen ver que los contenidos pueden ser excesivos en las formaciones iniciales, teniendo en cuenta que una educación continua parece ser indispensable.
Ciertamente, la pregunta interesante que cabe plantear es cuáles son las competencias fundamentales que deberían desarrollarse en esta primera etapa y que luego servirán, por una parte, para un mundo de cambios disruptivos como los que estamos viviendo, y, por otra, para acceder a un proceso educativo continuo que se haga cargo de la obsolescencia de conocimientos propia de esta realidad. Las respuestas de las autoridades superiores son tentativas, y aunque están bien encaminadas, sugieren la necesidad de una reflexión aún mayor. No es extraño. Las instituciones de las más diversas latitudes están experimentando en este ámbito. En el caso de Chile, sin embargo, más allá de las declaraciones, y salvo excepciones, ese proceso de ensayo y error es muy incipiente. Son esfuerzos más bien aislados de incorporar algunas actividades o cursos de carácter transversal, pero sin que esté claro cómo modifican el modelo educativo que desarrollan las instituciones. Es este, en su totalidad, el que necesita repensarse. Se ha recortado, en algunos casos, la duración de carreras, pero aun así el primer grado se obtiene después de largo tiempo en una institución. Un asunto relacionado con el anterior tiene que ver con las trayectorias académicas de los estudiantes.
Se hace notar la heterogeneidad que hoy caracteriza a estos, como consecuencia de la masificación de la educación superior y de una creciente preocupación por la equidad, y los retrasos en finalizar las carreras se atribuyen a este fenómeno. Pero hay poca conciencia de que, una vez que una institución decide aceptar a un estudiante, es también su responsabilidad que egrese en tiempos oportunos. La base es débil, se argumenta frente a ello, responsabilizándose a la educación media.
Pero si bien no cabe duda de que esta enfrenta un desafío y quizás cuenta con recursos insuficientes, también cabe preguntarse si el sistema de admisión, hasta ahora bajo el control del Consejo de Rectores, no es, en alguna medida, responsable del empobrecimiento de la educación secundaria. Hay una reflexión sugerente sobre las dificultades prácticas de coordinar docencia e investigación en las universidades. A medida que estas se complejizan, la investigación y los posgrados cobran más peso. A su vez, la enseñanza de pregrado pierde atractivo para quienes investigan y es vista, a veces, como una distracción de su actividad principal. Cuando esos académicos hacen docencia, privilegian la enseñanza de materias más afines con su investigación, abonando a la excesiva e innecesaria especialización en pregrado. Esta es una tensión que no ha sido fácil de resolver y puede estar contribuyendo a la falta de reflexión sobre cómo debería ser la formación de pregrado a la que se aludía antes.
En suma, se trata de asuntos cruciales para el futuro de la educación superior que no han recibido la atención que merecen, pero es valioso que en encuentros como este comiencen a aparecer y susciten una interesante discusión. Asuntos cruciales para el futuro de la educación superior no han recibido la atención que merecen.