Autor: FABIÁN LLANCA
Ruinoso hotel ochentero deja ver su Inocultable pasado carcelario
Fotolibro de Rodrigo Vergara recupera la memoria de Pisagua Reliquias familiares Once años tenía Rodrigo Vergara cuando su padre le regaló una cámara Zenith, modelo 12xp, con la que comenzó a explotar el mundo fotográfico. Aún conserva el aparato, convertido en una reliquia familiar desde que murió su progenitor. “La fotografía análoga es importante por la materialidad y el azar. Me gusta sorprenderme con lo que pueda aparecer”, afirma el autor, quien ha participado en recientes producciones audiovisuales de distinta envergadura, con grandes presupuestos o con manufactura independiente. Por ejemplo, estuvo dos meses en una oficina salitrera filmando “La contadora de películas”, versión de la novela de Hernán Rivera Letelier. Para el autor, es una micrometáfora de Chile”. Apel mural despegado, marcas en las paredes resquebrajadas y un montón de enseres en desuso aluden al efecto del paso del tiempo. El polvo cubre sillas, mesas y un televisor corpulento que alguna vez sirvió de conexión con el mundo. La luminosidad exterior se cuela por rendijas y ventanas diminutas, develando detalles en los espacios interiores dominados por el abandono. El edificio que albergó la cárcel de Pisagua es el tópico que desarrolla Hotel, fotolibro que Rodrigo Vergara acaba de publicar bajo el sello La Visita. Se trata de un volumen que reúne registros obtenidos en esta estructura usada como centro de detención y que con posterioridad se transformó en un complejo hotelero repleto de fantasmas.
El autor detiene su mirada en algunas de las doce habitaciones que a fines de los años ochenta recibieron pasajeros, y también en El volumen está compuesto por imágenes análogas de espacios y aposentos penumbrosos y descascarados por el paso del tiempo. espacios comunes y de servicios. Abundan rincones penumbrosos, ventanas tapiadas e imágenes que alguna vez sirvieron de decoración, como un radiante paisaje montañoso o la estampa de una persona que practica windsurf en el mar. Integrante de la Asociación de Técnicos de Iluminación de Cine y Televisión, Vergara se especializó en fotografía en movimiento y, por extensión, amplió su interés artístico a las imágenes análogas.
En este marco surgió el proyecto que ahora recoge la historia del centro de detención y tortura durante la dictadura y que en 1987 fue adquirido en una subasta por un empresario ariqueño, quien ideó transformarlo en un hotel. “Me interesé en Pisagua por una cuestión histórica. Primero, mi madre es profesora de historia, lo que estuvo muy presente durante mi infancia. Después, por una razón azarosa, en 2012 conocí Pisagua y me llamó mucho la atención su pasado convulsionado, con momentos oscuros y felices que marcaron en cierta forma el avance del país. Fue como un epicentro silencioso de la contingencia nacional”, asegura el autor. Luego surgió la necesidad de acumular material para realizar un documental como parte de la tesis de titulación de la carrera de cine en la Universidad Mayor.
Esa película, añade, “fue algo más observacional, porque nos interesaba el estado contemplativo entre ruinas y la vastedad del mar y de la Cordillera de la Costa, que es una cárcel natural”. En esa etapa, Vergara sacó fotos análogas que conservó en rollos que extravió en su casa y que reencontró hace dos años. Aunque en el proceso de revelado hubo película velada, logró rescatar imágenes que ahora forman parte del libro. “Fue como un reencuentro milagroso con Pisagua, que yo la considero una micrometáfora de Chile, porque intentaron instalar un hotel sobre una tumba, contradiciendo y tapando las huellas y las capas de la memoria”, recalca.