Autor: Por Ana María Sanhueza
“YO quería casarme. Pero no funcionó”
El académico de la Universidad de los Andes y supernumerario del Opus Dei, se ha convertido en un filoso polemista legal. Sobre el nuevo proceso constituyente dice que “no le tengo fe para nada”. Ernán Corral Calciani (63) es profesor e investigador de derecho civil de la Universidad de los Andes desde el 2002. Tiene más de 18 mil seguidores en Twitter y en sus posteos suele ceñirse a comentarios jurídicos. Pero, en ocasiones, lanza opiniones de actualidad. No puede evitarlo por su carácter, que define como “complicado”, y la ironía se le escapa. Aunque no tanto como en sus columnas, que escribe hace 10 años en El Mercurio. Es a través de esos textos que, poco a poco, se ha convertido en una especie de francotirador.
Una de las últimas columnas que sacó ronchas fue el 1 de febrero, en la que criticó la integración de la Comisión Experta que elaborará el anteproyecto de nueva Constitución, entre ellas a dos abogadas de Libertad y Desarrollo.
De paso, opinó que ese centro “ha dejado de ser un think tank serio y de calidad” y que “obedece a los empresarios que lo financian”. Corral, quien en 1989 ingresó al Opus Dei, nació en Rengo y creció en Rancagua.
Dice que estudió con “mucho sacrificio de mis padres” y “a punta de becas”. Así fue como se tituló de abogado en la PUC y luego se convirtió en doctor en Derecho Civil por la Universidad de Navarra. Hoy, además de profesor, es árbitro de la Cámara de Comercio de Santiago y desde 2013 forma parte de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales. Desde la pandemia vive con su madre, luego que ella enviudara. Y confiesa: “Es que yo soy soltero, por la flauta. Nunca me he podido casar. Pero bueno, yo tengo un carácter duro, difícil. Eso lo tengo claro. Soy medio complicado. He tenido muchas relaciones y he salido con niñas, pero nunca conseguí casarme”. “El feminismo me parece razonable” —Si dice “nunca conseguí casarme” ¿ es porque quería hacerlo? —SÍ, yo quería casarme. Pero no funcionó. —Ser soltero también da mucha libertad. Por ejemplo, tiempo de lectura. ¿Lo ve con pena? —No sé si lo veo con tanta pena. Pero qué le vamos a hacer. —Hay una descripción suya en la web de alumnos de Derecho de la U.
De Chile, «Wikibello», en la que lo definieron así: “En general el mundo leguleyo coincide en que, a pesar de ser ultraconservador, el profesor Corral es un caballero del derecho: gentil en el trato y respetuoso”. ¿ Eso es cierto? —Es cierto. Yo tengo muchos amigos que no coinciden ni con mi vida ni con mis columnas. —Columnas en que lanza sus dardos. —Claro, yo pego fuerte ahí. Soy conservador en los valores, pero el movimiento feminista me parece absolutamente razonable.
En eso no tengo ninguna duda, pero que haya paridad en las elecciones me parece que ofende a las mujeres, porque no saben si son elegidas porque no votaron por ellas o porque votaron por ellas. Eso me parece muy antidemocrático.
Pero soy de la idea que cada partido lleve una cuota de mujeres. —¿A qué se refiere con eso de que el movimiento feminista le parece “razonable”?—A mí me carga que los maridos digan que ayudan a la mujer en la casa. Esa es una expresión del más profundo machismo patriarcal. Porque los padres deben hacerse responsables de los hijos, no solo las madres. Eso a mí no me gusta y, en ese sentido, soy progresista. Porque las mujeres, en el fondo, están siempre postergadas. Y para qué decir la brecha salarial, que es una cuestión terrible. Y el asunto de las salas cunas, tremendo. Además, los padres nunca usan los permisos de la maternidad, pese a que la ley dice que puede ser el padre o la madre. —Si hubiese sido mujer ¿ habría sido feminista? —Claro. Si yo hubiese sido mujer, habría sido feminista. Pero hay movimientos feministas extremos, como Las Tesis.
Eso no me parece razonable. —Dice que hubiese sido feminista, pero está en contra del aborto. —El feminismo que yo comparto es uno que garantice la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, pero soy totalmente contrario al aborto.
Me parece que aquí las feministas no entienden que las mujeres que se hacen un aborto, lejos de independizar a las mujeres, lo que hacen es causarles un trauma terrible por el resto de sus vidas, ya que ellas no pueden sino tener conciencia de que están asesinando a su propio hijo o hija.
Y, además, la sociedad no protege estas maternidades no deseadas y deja solas a las mujeres con embarazos para que procedan a abortar y así la misma sociedad, incluidos los hombres, se lavan las manos. —¿ No cree que legalmente eso ya se zanjó con la ley de aborto tres causales? —Mire, hay vida desde la concepción. Y el aborto en tres causales nunca me convenció mucho. Porque si el feto viene con Si yo hubiese sido mujer, habría sido feminista. Pero hay movimientos feministas extremos, como Las Tesis”. En la U. De Los Andes llegan los padres a reclamar por los hijos.
Es una cosa insólita y eso yo no lo tolero”. malformaciones ¿ por qué no dejan que nazca? Y más aún en el caso de violaciones, porque el que tiene la culpa es el violador. —No entiendo su feminismo. —Soy feminista en cuanto todos los derechos de las mujeres, pero me opongo terminantemente al derecho al aborto. De hecho, la Corte Suprema de Estados Unidos dejó nulo el fallo Roe contra Wade. Y devolvió esa competencia a los estados, para que ellos regulen. —Una Corte Suprema conservadora. —Muy conservadora. Su presidente, John Roberts, estaba de acuerdo con que había que modificar el criterio trimestral, pero no en reversar el fallo. Él es tibio. “Muchos alumnos se aterrorizan conmigo” —¿ Tiene columnistas favoritos? —Yo a Carlos Peña lo leo siempre, aunque muchas veces no estoy de acuerdo con él. Es un tipo muy amable y moderado, pero en sus columnas no. Y en eso somos parecidos. También leo a Joaquín García-Huidobro. No me gustan las columnas tibias, por ejemplo, las de Eugenio Tironi. Pero a quien yo suelo seguir es a Yanira Zúñiga, que es muy feminista. —Yanira Zúñiga, profesora de derecho de la U. Austral, le respondió a una columna que usted escribió contra el aborto. ¿La recuerda? —SÍí. Yo a ella la encuentro una gran académica. Coincidimos en un grupo de estudio de Fondecyt y ahí pude ver su intelecto. En la academia todos tenemos distintas opiniones y derecho a discrepar. Esa es la gracia. Ella es muy feminista, muy de Judith Butler. —Se autodefine como conservador. ¿Lo criaron así o se fue convirtiendo? —Es que yo soy católico practicante. Pertenezco al Opus Dei. —¿ Cuándo entró al Opus Dei? —Yo era Opus Dei antes de irme a la Universidad de Navarra. Llegué por Gonzalo Rojas (Sánchez), profesor de la Católica. Terminé pidiendo la admisión a la obra el año 84. —¿ En su entorno cómo ven que no se casara? —Soy supernumerario, que son personas que pueden o no casarse. Soy solterón ya, y qué le voy a hacer. Intenté casarme muchas veces, pero así es la vida.
Yo sé que tengo parte de la culpa en eso, porque mi carácter no es especialmente amable. —¿ Ese carácter se lo guarda como profesor? —Yo como profesor de derecho civil soy muy exigente con mis alumnos. Hago clases desde Civil I hasta Civil VI. Es decir, todas las materias, desde la parte general, el acto jurídico, bienes, obligaciones, contratos, familia, etc. —Pero exigencia no es sinónimo que mal carácter. —No. Tengo muy buenos comentarios de mis alumnos. Pero la exigencia es muy importante. Por cierto, muchos alumnos se aterrorizan conmigo porque no les hago preguntas sencillas y se van con otros profesores. Eso es así no más, aunque me dé lata. Pero los buenos alumnos me siguen igual. Y después se dan cuenta de por qué soy tan exigente. Es que me gusta que estudien, ese es el problema. Los estudiantes hoy cada vez estudian menos. Además, son muy regalones. Le voy a contar una infidencia, pero en la Universidad de Los Andes llegan los padres a reclamar por los hijos. Es una cosa insólita y eso yo no lo tolero. No me gusta para nada, ¡si tienen más de 18 años! —¿ Ahí es cuando aparece su carácter?—Ahí aparece el carácter. Y yo digo no, no, no, no. Es que me parece increíble. Pero yo también tengo muchos amigos, dentro y fuera en la universidad. Es que a mí las discusiones jurídicas no me complican para nada. “No me siento de derecha” —Abrió una discusión cuando escribió en contra de la Comisión Experta y de Libertad y Desarrollo. ¿Por qué lo hizo? —Es que en esta Comisión Experta no hay verdaderos expertos. Son todos políticos.
Y eso que yo tengo amigos ahí: Carlos Frontaura, que fue decano de derecho en la Católica, y Sebastián Soto. —Pero el área de Sebastián Soto es la constitucional. —Sí, es constitucionalista, pero es político: Piñera lo nombró en el Consejo de Defensa del Estado. Y el CDE es político porque defiende al Estado.
A mí esto no me gustó para nada. —¿ No le gusta la figura de la Comisión Experta o no le gustan sus integrantes?—La figura de la Comisión Experta, porque tiene el encargo de hacer un anteproyecto de Constitución y yo en eso coincido con Carlos Peña: primero tiene que ser la deliberación política y luego el texto va a los expertos. Pienso que este proceso se va a frustrar. No le tengo fe para nada. —Pero tampoco le gustó la Convención Constitucional. —¡ Tampoco! —¿ Y qué le gusta? ¿ La Constitución del 80? —NOo tanto tampoco. Pero sí podría ser el proyecto de Constitución de Michelle Bachelet, que tocaba muchos puntos y era moderado. A mí me gustaba. Pero en esto hay que ser político: la Constitución del 80 está muerta porque la redactó Pinochet, la dictadura militar. Por lo tanto, por mucho que la reformemos, falleció y no tiene ninguna operatividad. Yo pensé que, como se iba a hacer un segundo proceso, iba a ser más moderado.
Pero no soy capaz de determinar si va a nacer o no una Constitución razonable. —Es la última oportunidad. —Yo creo que el Congreso, y en eso coincido con mi amiga Marisol Peña, debió crear una comisión para que redactara una nueva Constitución y después, sobre la base del proyecto de Bachelet, haber sustituido la del 80.
Lo que me resulta incómodo es que los expertos son políticos porque los eligieron los partidos. —Dice “mi amiga Marisol Peña”. Ella se molestó con usted porque en la misma columna criticó a la abogada Catalina Salem, integrante de esta comisión. —Es que yo no la conocía. Ella misma (Marisol Peña) escribió en Twitter que terminara el ninguneo porque (Catalina Salem) es candidata a doctora. Pero si no es doctora, ¿cómo puede ser experta? —¿ Para ser experto hay que tener doctorado? —Obvio que sí. Es mi opinión. Y no quiero entrar en peleas. —Pero sí le gusta provocar. —Sí, me gusta provocar con mis columnas. Pero, por otro lado, yo tengo una carrera académica seria, prestigiosa. Estoy redactando un curso de derecho civil, del que ya llevo dos tomos, uno de parte general y otro de bienes, y acabo de mandar a imprenta uno de obligaciones. Además, mando artículos a revistas indexadas sobre temas técnicos: las herencias, las obligaciones solidarias, etcétera. Aunque el otro día Jorge Contesse me respondió que el derecho de propiedad era un derecho civil y no social. Esa es su opinión. —Y usted le contestó rápidamente. —Sí. Con Jorge Contesse somos amigos, aunque discrepamos en muchas cosas. Para qué decir con Javier Couso, que es una amistad de años. Por cierto, no piensa lo mismo lo que yo. —¿ Porque usted es derecha? —No. No me siento de derecha, me siento más bien de centro. Por ejemplo, a José Antonio Kast lo encuentro una gran persona, pero un muy mal político. Y al Partido Republicano lo encuentro de ultraderecha profunda. A mi no me gusta para nada ese partido, porque es gente muy extrema. Y en Twitter, José Antonio Kast siempre le está pegando a Boric, y eso me parece absolutamente improcedente. Muchas veces con Boric no coincido en sus políticas ni en lo que dice, pero otras veces, sí. En los indultos yo defendí su legalidad.
Y me parecieron tremendamente injustas las acusaciones constitucionales a Giorgio Jackson, a quien no le tengo gran simpatía porque es un tipo un poco prepotente, y a la exministra Marcela Ríos. ¡Ella ya estaba retirada! —Si no le gusta Kast ¿ en qué disyuntiva se encontró en la segunda vuelta presidencial? —No tuve más que hacer que votar por Kast. —¿ Le dolió la guata votar por Kast? —Sí, me dolió la guata, porque era Boric o Kast. Y qué iba a hacer, si Boric es muy de izquierda. Pero ahora es el Presidente de la República. —Y usted es republicano. —¡ No! —No me refiero al Partido Republicano. —Ah, sí. ¡Claro! Me gustan las instituciones y, en sentido, hay que apoyar a Boric.