Dos miradas sobre el devenir femenino en la literatura
La escritora estadounidense Siri Hustvedt estuvo en Chile y habló del feminismo que se enfrenta al lavaplatos, al igual que su par Lucía Berlin, quien lo hizo décadas antes, con una estadía en el sur. Valeria Barahona Ener que decir las cosas más de una vez para ser escuchada es algo por lo que cualquier mujer ha pasado. Más aún sia quien está destinado el mensaje es un hombre. En la escritura, de apocose abren las puertas a más autoras.
Dea pocoseoyea la otra mitad del mundo, aunque sea después de muertas, porque hay voces que logran traspasar la frialdad del mármol y quedan ahí, resonando como las esquirlas de vidrio en un bar después que alguien derrama un cognac. Un movimiento elegante pese al error de cálculo.
Quizás más refinado porque el líquido parece sangre cerámica del piso y unta los zapatos de los parroquianos: así funciona la voz de la psiquiatra y escritora estadounidense Siri Hustvedt (“El veranosin hombres”), quien lasemana pasada Chile para hablar de feminismo, tema que atraviesa su bibliografía donde abundan losensayos y que, trasañosde pelea contra ser llamada “la esposa de Paul invención de lasoledad')”, logró nombre suene con tono propio. “Cuando era pequeña, las páginas para mujeres en el periódico eran recetas, ideas sobre tareas del hogar, ropa, consejos para madres, etcétera. De hecho, nada acerca de cocinar, limpiar, vestirse o ser una mujer con un hijo es insignificante, tonto o sin sentido. Pero esas páginas estaban segregadas de las The Real News' y seconsideraban frívolas”, afirmó la escritora en la Universidad Diego Portales (UDP), en el centro de Santiago.
En la novela “Recuerdos del futuro” —publicada en inglés en 2019esta niña que lee el diario quellegaasu casa, y que probablemente esla propia autora, va y viene por la segunda mitad del siglo XX en Nueva York, desde su llegada a un pequeño departamento para convertirse en escritora, hasta, pasadas décadas, cuidar asu mamá en un geriátrico. En pleno Manhattan “no buscaba felicidad ni comodidades, sino aventuras”, afirma quien a finales de aquel año recibió el Premio Princesa de Asturias, considerado uno de los másimportantes para la cultura en español.
Porque“la persona aventurera debe someterse a un sinfín de pruebas por tierra y por mar antes de regresar a casa, o acaba sucumbiendo a manos de los dioses. (....) Nosabía lo que ahorasé: quealescribir también me escribía”. La narradora encuentra estos apuntes asus 61 años, mientras ordena las cosas del departamento que ocuparon sus padres.
Lajoven quefue, asus 23 años, le replica desde las páginas desgastadas que“mi libertad recién descubierta parecía casiimposible”. Sinembargo, la realidad se impone y Hustvedt introduce la incertidumbre económica en el mundo desu protagonista, quien comienzaatrabajar como ghostwriter, escritora fantasma, ocomose llama a quienes arman las autobiografías de famosos y millonarios que cualquier persona puede darse cuenta que no tienen el pulso para escribirlas por símismos.
El “proyecto” deautora-como llaman los editores a las jóvenes con voz, pero una obra en ciernes—es contratada por una heredera millonaria para que cuente su historia en un libro que luego The New York Times “elogió por su despreocupado humor autocrítico' y sus 'observaciones crudas y a menudo mordaces de la sociedad Trabajar para Elena Bergthaler me fue muy útil. Con el dinero que gané (... ) empecé el posgrado en otoño. Además, ella me daba ningún motivo, y me invitaba a comer y de vez en cuando a cenar.
Lanzaba suéteres de cachemir y blusas de seda en mi dirección cuando las prendas confeccionadas con esas preciosas fibras no le gustaban o se había cansado de ellas”. MALDAD INCONSCIENTE “Unacosa es permanecer totalmente en el anonimato.
Ser un fantasma entre bastidorescon un secreto”, continúa Hustvedtensu última novela, tras décadas escribiendo ensayossobre feminismo, arte y ciencia, pero que la millonaria “me presentara públicamente como la mecanógrafa del libro, una maga de dedos ligeros, fue una humillación para la que no me había preparado.
En retrospectiva, creo que la táctica refleja una maldad inconsciente”. La autora es una exploradora trabajocomo docente de psiquiatría en el Weill Cornell Medical College, en cuyos pasillos, tal vez, escribió parte de los textos de “La mujer que mira a los hombres que mimujeres”, dondesostiene que “el sentimiento afianza todos los recuerdos, ya sean exactos o no”. En neurobiología hay pruebas de que “los mismos sistemas del cerebro intervienen tanto al recordar como alimaginar, nosólo al evocar el Yo, sino al proyectarlo hacia el futuro. Y, sin embaro, los recuerdos son a menudo icciones.
No nos ventárnoslos, no estamos mintiendo, pero su verdad no es una verdad documental”. Uno de los hijos de la también escritora estadounidense Lucía Berlin (1936-2004) sostiene en el prólogo de “Manual para mujeres dela limpieza” que “mi madreescribía historias verdaderas.
No necesariamente autobiográficas, pero por deestos pasajes, enla a veces despreciada autoficción -¿ cómo escribir de otra forma?-, según los biógrafos ocurrió realmente en un yate en Viña del Mar y luego fue replicado en el cuento “Lavandería Angel”, donde la narradora dice a otro cliente “¿ sabes que mi primer cigarro me lo encendió un príncipe?”, en referencia a Ali Khan.
Berlin también conoció Pucón, aunque la maldad aparece patente en el relato que da nombre a la antología, donde señala que, al caeren desgracia financiera y trabajar haciendo aseo, la casa de una amiga neoyorkina “esel único lugar quenoestá impecable”, menos con niños quele confiesan lunes al levantarse tiran (los juguetes) porel suelo, porque es el día que yo voy”. La narradora sigue ahí porque desde aquel lugar “miro por la ventana la casa de al lado, donde viví un tiempo”, con su marido fallecido, Terry, junto a sus cuatro hijos.
En losrelatos de Berlin, aligual queen los Hutsvedt, los hombres tienen voz en contadas ocasiones, porque como dijo esta semana en Santiago, ellos “podían hablar sin cesar de deportes y conservar toda su dignidad”, mientras que las páginas dedicadas a las mujeres “tenían y sigue teniendo un estatus bajo, porque cocinar, limpiar y cuidar alos trabajo familiar no remunerado o mal pagado. La cultura no lo valora, aunque, como aprendimos durante la pandemia, el mundo se desmoronasi nose hace”. Siri Hustvedt es licenciada en filología inglesa y doctora en filosofía de la U. De Columbia. Y Barral Siri Hustvedt El verano sin hombres Siri Hustvedt Seix Barral 224 páginas $20900 Lucia Berlin Manual para mujeres de la limpieza Lucía Berlin Alfaguara 432 páginas $21.240