Jara y su laberinto
8 ganó las primarias del oficialismo y eso ya es parte dela historia reciente. Los resultados muestran que contra todos los pronósticos de las encuestadoras, la candidata del Partido Comunista arrasó.
Este triunfo tieneefectos significativos enla política de corto y mediano plazo: partidos y figuras que se sumarán osereplegarán, equipos y programas que comenzarán a definirse, y, sobre todo, la manera en que enfrentará una narrativa anticomunista que, al menos en lainterna progresista, no logró hacer mella. Cabe preguntarse sila derecha insistirá con el anticomunismo como eje de campaña. La respuesta parece evidente, pero probablemente sus estrategas estén evaluando con mayor cuidado el cómo y el cuándo, considerando que el electorado chileno ha demostrado una ciertaracionalidad en sus decisiones. A la hora de votar, tiende a privilegiar liderazgos empáticos, con relatos meritocráticos, que conecten con públicos diversos -menos militantes-, y que respondana necesidades y aspiraciones concretas más que a marcos ideológicos rígidos. Por su parte, Jara se posiciona como una líder carismática, que comunica con claridad, sentido común y foco en los resultados. Esto le permite conectar con el llamado centro sociológico: ese sector que rechazó dos propuestas constitucionales y que hace cuatro años optó por un joven de 35 años para llegar a La Moneda.
Noobstante, Jara enfrenta su propio desafío: crecer hacia el centro político, unterritorio quesu partido históricamente no ha cultivado, pues durante décadas su rol fue asegurar el voto de izquierda para las coaliciones de la Concertación y la Nueva Mayoría. Este nuevo ejercicio implica riesgos, y quizás el más delicado provenga desde su propio sector. Algunos liderazgos del PC, incómodos para el electorado más amplio, podrían convertirse en obstáculos.
Aprender a ruidosa raya será clave en su camino hacia las elecciones generales de noviembre y, sitodo avanza favorablemente, hacia una segunda vuelta que podría ser épica e histórica en el marco de la robusta democracia chilena. Luis Jiménez Cepeda, académico de la Universidad Central