Autor: D. Pérez, N. Violani y T. Basaure
20 venezolanos influyentes que migraron a Chile
Capital humano “muy calificado” y diversidad cultural: Expertos analizan la integración socioeconómica de la mayor población migrante en el país, entre la que destacan médicos, académicos, empresarios, entre otros. Uando María Ramírez (42) llegó a Chile, en 2014, lo hizo embarazada de su segundo hijo y sin trabajo. Misma situación para su marido, Miguel Brito (38), un ingeniero de buen pasar en Barquisimeto, en el estado de Lara, Venezuela, donde residían. La crisis de su país los empujó a salir y su primera opción era partir a Estados Unidos, donde tienen familiares. Sin embargo, las dificultades para conseguir la ciudadanía Estadounidense los llevó a buscar otro destino. “Nos pusimos a investigar opciones desde el mapa de Google. Evaluamos opciones hasta que llegamos a la puntita del mapa, que es Chile”, cuenta María. No conocían más del país de lo que pudieron averiguar desde el buscador virtual. Aún así compraron los pasajes. Ya en Chile, María, quien trabajaba en el área de las telecomunicaciones en Venezuela, se dedicó a hacer empanadas venezolanas y chilenas, aprovechando su gusto y conocimiento por la gastronomía. Eso les permitió arrendar un pequeño departamento en Santiago centro. Los esfuerzos de Miguel por conseguir un trabajo estable como ingeniero, rindieron frutos por un tiempo. En el intertanto, María se ganó el apoyo de un programa de la Municipalidad de Santiago, que le permitió adquirir, entre otras cosas, una amasadora y una selladora al vacío. Por eso, cuando su esposo fue despedido, en octubre de 2016, no dudaron en buscar un local donde instalar una panadería.
Hoy, el proyecto de María y Miguel, Bienmesabe, cuenta con dos locales -en Santiago Centro y Providencia-, con 40 tipos de panes y en el que emplean a 12 personas, “todos venezolanos”. “Chile ya es para nosotros un proyecto de vida. Este país nos abrió las puertas. Vinimos a trabajar, dar esa vuelta de mano y apoyar positivamente. Dejar en alto nuestra bandera. Es nuestra idea”, sostiene la mujer que, junto a otros venezolanos, busca ayudar a las familias que han llegado a Colchane.
Un caso anómalo María, Miguel y sus hijos, son parte de los más de 450 mil venezolanos que residen en territorio nacional, según la última estimación del INE y el Departamento de Extranjería, de diciembre de 2019.
Un número que, sin duda, ha variado entre entradas y salidas en el último año, pero que la mantienen como la mayor comunidad migrante del país -es el 30,5 % del total de inmigrantes-. Según los expertos, la población venezolana aún era imperceptible para el censo de 2012, pero en 2017 se disparó en número producto de la crisis política y humanitaria de su país. “Es un caso anómalo.
No sigue la misma lógica de las otras migraciones que veíamos, como la peruana en los 90, o de Ecuador, República Dominicana, Haití, que fueron flujos migratorios que llegaron bajo condiciones específicas”, señala Carolina Stefoni, socióloga de la Universidad Mayor.
La también investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), explica que si bien, a lo largo del tiempo, ha variado el nivel socioeconómico de quienes han ingresado desde Venezuela, se trata de una población “muy calificada” en términos educacioAlfredo Gorrochotegui Martell Doctor y licenciado en Educación, Magister en Historia, Profesor Titular de la Facultad de Marinella Mazzei lara Socióloga y demógrafa Ciencias de la Coordinadora Académica | Educación dela Universidad San de Postgrado, Escuela de salud pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Académica del Programa de Epidemiología de la misma Escuela. Sebastián el AOS Juan Cristóbal Nagel Economista Académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de los Andes y Director de Docencia.
Sumito Estévez Chef y conductor de TV y Dueño del espacio gastronómico Sumo Gusto César Arcay Empresario 6 ofundador y uno de los dueños del Emprendedores restaurante Pastas Nenetta Lucía Graterón Colmenares Médico Neurólogo, Directora Académica de la Rodríguez Carlin Escuela de Psicología de la Urología Oncológica. Universidad de Los Andes Cirugía Robótica, Clínica INDISA Jackeiby Terán Médico Pediatra Hospital Claudio Vicuña de San Antonio € Médicos Mónica Hernández Médico cirujano Cesfam Maffioletti, La Florida Alejandro Briceño A.
Cirujano oncólogo y mastólogo Médico adjunto del Hospital Clínico Regional de Concepción Enairo Urdaneta-Ponte Ingeniero industrial, MBA en el MIT Management Sloan School, Gerente de Desarrollo de Negocios BCI Marjuli Matheus Hidalgo Periodista y editora Directora de Contenidos Digitales en Ibero Americana Radio Chile, Grupo Prisa Leonardo Caserza Administrador de empresas, Máster en Dirección de Finanzas Director de Desarrollo de Negocios Vertice Soluciones y Director Ejecutivo Asociación Inmigrante Feliz Julián Nebreda Abogado con postgrado en Derecho Financiero de la Universidad de Georgetown, Presidente de la Unidad estratégica de negocios para Sudamérica de AES Corporation, y presidente de AES Gener Alberto Luis Rodríguez Lapenta Emprendedor, MBA UAI Socio fundador de Via Parku, empresa de gestión de inversiones y holding que maneja distintos proyectos como Adogmicilio y Acatmicilio.
O “AA Carlos Sánchez Roberto Sánchez Ingeniero de sistemas e ingeniero en computación, Dueños y fundadores de Autana Food 4 Drinks María Migdalia Miguel Ramírez Brito Administradora e Ingeniero Civil Fundadores de panaderías Bienmesabe Edgard Lopez Ingeniero civil con maestría en administración de empresas Consultor comercial y técnico paraempresas chilenas e internacionales Y Profesionales destacados en - huestro pals Es aporte de capital humano directo, porque el país no gasta en su formación”. Carolina Stefoni, investigadora del COES. Venezuela es un país que lidia distinto con sus migrantes. Nosotros siempre hemos sido más reacios a los otros”. Aldo Mascareño, investigador del CEP. Nales y laborales, lo que de alguna manera podría asemejarse a la ola migratoria que se dio en 2001 desde Argentina, cuando estalló su crisis económica. “Venezuela fue un país muy rico, y con un buen nivel de desarrollo en minería, en temas de petróleo... Son muy buenos profesionales. Hay mucha gente trabajando en el área de telecomunicaciones, la salud, educación, con alta experiencia”, dice Stefoni. Es el caso de Enairo Urdaneta-Ponte (45), ingeniero industrial con un MBA en el MIT Management Sloan School. Llegó a Chile en 2009, tras pasos por Estados Unidos, adonde llegó tras salir de Venezuela hace 28 años, y Europa. Hoy es gerente de desarrollo de negocios en el banco BCLI. Desde ese cargo, no pierde el foco en dos deberes que, dice, tiene el inmigrante venezolano: dejar en alto el nombre de su país y ayudar, desde el exterior, a la reconstrucción de éste. “Somos gente muy preparada, con las mejores escuelas y empresas. Y los países pueden beneficiarse de eso”, dice el profesional.
Stefoni coincide, “es aporte de capital humano directo, porque el país no gasta en su formación”. Para la investigadora, esto es comparable a lo que ocurrió en Estados Unidos, con la llegada de migrantes desde Latinoamérica o Asia. “Mucha gente de India llega a Silicon Valley, por ejemplo”, afirma. Algo similar ocurrió también, dice, durante el exilio político de chilenos que abastecieron de capital humano a parte de Europa, en los 70 y 80.
Aprendizaje institucional Su ubicación geográfica y el boom petrolero que experimentó durante el siglo XX, llevaron a que Venezuela fuera por largos períodos un centro de migración, recibiendo flujos desde América Latina, Europa e incluso África.
Así lo afirman los Expertos, entre ellos, el sociólogo e investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP) Aldo Mascareño, quien destaca que el sincretismo cultural es un rasgo de la población venezolana migrante que puede generar cambios a nivel sociocultural. “Es algo que en Chile no hemos logrado tener. No hay migración africana, ni europea, ni americana, ni indígena. Venezuela es un país que lidia distinto con sus migrantes. Nosotros siempre hemos sido más reacios a los otros”, expone.
En ese sentido, asegura, no es que “vayan a fundar ciudades, como hicieron los alemanes o los croatas, porque se da en contextos históricos distintos”. El reconocimiento de palabras como “arepa”, la música y el ánimo festivo, son algunas variaciones populares que se están dando en el país y que son prueba de la integración cultural de la comunidad venezolana. Algo que no se traspasa en todas las dimensiones. Porque, si bien hasta 2019 su inscripción en el sistema de pensiones era alta, en relación a otras comunidades; ésta presenta “una de las mayores proporciones de población sin previsión de salud”, dice Mascareño. Asimismo, el endurecimiento de las restricciones de ingreso al país, tras la ola migrante de 2017, ha complejizado los procesos de regularización de ciudadanía y de la homologación de títulos universitarios. Esto, de los expertos, ha llevado a que muchos venezolanos opten por puestos de trabajo mal pagados e, incluso, más precarios e informales. Una situación que a Mascareño, hace recordar la llegada masiva de inmigrantes peruanos, hace unas décadas. “En los 90, mujeres jóvenes peruanas, fundamentalmente, vinieron a trabajar al servicio doméstico cuando éste no estaba regularizado. Con el tiempo, empezaron a estudiar. Después de su trabajo se iban a los institutos y ahora son técnicos en enfermería. Tienen una vida distinta y el servicio doméstico se regularizó. Eso habla de un aprendizaje institucional. Lo mismo debiera ocurrir en el caso venezolano y, por ejemplo, el servicio de delivery”, asegura el sociólogo. Es, según éste, parte del desafío que tiene el país: adaptar los espacios económicos a la fuerza laboral que se integra. Es lo que llama el aprendizaje institucional.
“Deberíamos estar pensando en cómo aprovechar a todos esos profesionales, por ejemplo, en salud, educación, en el sector minero, pero debido a las demoras y trabas administrativas, ese recurso humano no se puede utilizar y es una tremenda pérdida”, agrega Carolina Stefoni. Además de los aportes en términos de diversidad cultural, según la socióloga, migraciones como la venezolana “abren la economía: ponen negocios, emprendimientos, son un motor del desarrollo y del empleo. Basta mirar la cantidad de restaurantes venezolanos que ahora hay”.