Autor: Por Daniel Rozas
"El clivaje de clase en Chile hace tiempo se viene desdibujando”
Académico de la UAI, experto en encuestas y participación, dice que “hay un problema más profundo: una desconexión de la izquierda con el mundo popular”. Nvestigador del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS), de la Escuela de Comunicaciones de la U. Adolfo Ibáñez, Andrés Scherman es especialista en encuestas y participación política.
Magíster en Sociología, en los últimos días se ha abocado a realizar un análisis de la votación en el plebiscito de salida, por lo que tiene una mirada sobre las relaciones que se establecieron entre los electores, los medios y las redes sociales.
Sostiene que el debate público en Chile es endogámico, que ha sido promovido por una elite que, vía Twitter (red social que utiliza solo el 5% de la población), construye agendas noticiosas que carecen de conexión con la ciudadanía.
“Si uno quiere saber qué es lo que piensa la sociedad chilena de cualquier tema, ver las tendencias de Twitter no es una buena opción”. Añade que las redes sociales sólo reflejarían una cierta asimetría en el acceso la información. “Eso se hizo evidente en los últimos 15 días de campaña (del plebiscito) cuando las encuestas no se podían publicar, pero los resultados circulaban en Twitter (TW), que es una red social pequeña. De hecho, sólo es la quinta red social más relevante en Chile. Hay más gente en Facebook (FB), Instagram (IG), Whats App (WSP) y You Tube (YT). La gente que usa tW tiene niveles educacionales más altos y posiciones políticas más difíciles de modificar. Por eso, es una red donde se genera tanta polarización.
TW es un muy mal barómetro de la opinión pública”, apunta. —Sin embargo, Twitter se ha transformado en un constructor de agenda pública. —Porque ahí están los lideres de opinión, los académicos, los periodistas, y, en los períodos electorales, los encuestadores. El año pasado hicimos una encuesta y encontramos que el 10% de la población estaba registrada en TW. Los usuarios permanentes y los productores de contenido son menos. La relación entre quienes generan contenidos y quienes los consumen es muy asimétrica.
En TW se genera diálogo entre los líderes de opinión pero es un diálogo que deja al margen al 95% de la población. —Las redes sociales suelen ser cajas de resonancias de las preferencias de los usuarios y de reforzamiento de opiniones. —Hay un problema cuando se analizan las redes sociales como un fenómeno único y no se distingue las particularidades de cada una. En el caso de TW, tendería a estar de acuerdo con esa afirmación. Eso es lo que se llama “exposición selectiva”. Buscar información que reafirma lo que uno piensa, leer o seguir a personas, medios o cuentas con las que sueles estar de acuerdo. Por eso se produce esta polarización tan fuerte.
Ahora, la evidencia empírica nos ha mostrado que otras redes sociales no funcionan de esa manera. —Se dice que este Gobierno revisa Twitter para leer los intereses de la ciudadanía. —El problema es que el pueblo no usa TW. Si tú quieres leer los intereses del pueblo tienes que estar en FB, en IG, seguir las conversaciones en los chats de YT, o ver qué cosas se están descargando. TW tiene una facilidad práctica: el acceso al contenido es fácil y te permite extraer las conversaciones, las palabras que más se repiten, etc. Eso es difícil en FB y en IG porque tienen políticas de privacidad estrictas. Y si bien la clase alta y la gente más joven fue dejando EB, todavía el 75 % de los chilenos lo usa. Y el 53 % lo usa para consumir noticias. Entonces FB, en los grupos medios y en los grupos bajos sigue siendo muy importante. IG también tiene una penetración fuerte: el 64 %. Y el 36% dice que consume noticias en IG.
En una investigación que hicimos sobre el estallido social en noviembre de 2019, encontramos que las redes sociales que más influían en la participación de la gente eran FB y especialmente IG. —¿ Qué quiere decir eso? —Que IG era capaz de generar muchas conversaciones, gatillar discusiones, y esas discusiones después se podían transformar en protestas. IG es una red mucho más visual, performática, menos textual; tiene que ver con proyectar mensajes a través de símbolos e imágenes. Entonces es mucho más interpretable. Los mensajes no son tan unívocos como en las otras redes sociales.
Y eso hace que esa En Chile no se ganan elecciones con grandes demostraciones públicas”. Me parece desproporcionado pensar que una diferencia de 24 puntos se puede explicar por las fake news”. red pueda generar más debate. —¿ Por qué crees que Twitter opera como constructor de agenda pero no como un espacio eficiente para desarrollar campañas? —Hay una separación que se hace entre las redes sociales. Las que producen lazos fuertes y las que producen lazos débiles. FB es una red de lazos fuertes. Para ser amigo de alguien en FB tienen que estar las dos personas de acuerdo. Es una relación simétrica y, en general, se da entre gente que se conoce. En WSP, sobre todo en los grupos, es gente que uno conoce y con la que uno tiene cercana: ahí los grupos familiares operan con fuerza. Pero TW es una red de lazos débiles. Te doy un ejemplo. Yo sigo a Obama. Y Obama no me sigue. La relación es asimétrica. Eso significa que en TW yo puedo llegar a mucha información, a mucha gente, puedo enterarme de muchas cosas, pero la gente con la que converso, no tiene influencia sobre mí. Cuando siento que la conversación se está poniendo poco interesante dejo de relacionarme con esa persona. Pero en FB o en WSP eso es difícil. Nos encantaría salirnos de algún grupo pero a veces es complicado. Por eso FB, WSP e IG, tienen más incidencia y los usa muchísima más gente. El 75 % de la población tiene FB, el 64% tiene IG, el 79% tiene WSP, el 74% YT, y 30% TW. “La izquierda en Chile tiene un problema grande para conectarse” —En el cierre de la campaña del Apruebo circuló una foto de la concentración.
Esa imagen pretendía ser una demostración de fuerza y ya está visto que no tuvo correlato en las urnas. ¿Crees que esa pulsión por la inmediatez le jugó una mala pasada al Apruebo? —Sí, tiene que ver con una cosa generacional. Sobre todo, la gente que usa IG. Pero en particular creo que hace muchos años que las campañas en Chile no se ganan con grandes demostraciones públicas. El año “99, el cierre de Lagos fue muchísimo más grande que el de Lavín y todo el mundo lo veía como una señal de triunfo. Y llegaron empatados. Piñera fue dos veces Presidente y no recuerdo una concentración. La izquierda tiene una cultura de manifestación en la calle más fuerte. Pero hace 20 años que las campañas no se ganan con ese tipo de demostraciones. Son muy encima de las elecciones y no logran alterar el clima de opinión.
Entonces esa foto del Apruebo parece impresionante con la noche y las luces, pero sí la analizas de forma fría, es difícil que sea determinante en el resultado de una campaña. —Tú fuiste crítico de la euforia que despertó la portada de Boric en la revista Time. Te preguntabas: “¿ Cuántos chilenos están en Twitter? ¿ Cuántos leen inglés? Nos gusta el primer mundo, pero Chile sigue siendo pobre y desigual. La izquierda se fortaleció en el trabajo en terreno siempre”. —Yo creo que esos fenómenos tienen que ver con la desconexión que tiene cierta elite con gran parte de la población. Time puede ser relevante para nuestra elite, para los cuadros que están en el Gobierno y estudiaron fuera de Chile, y lo ven como un referente. Y somos chovinistas: si cualquier chileno es portada de una revista de esas características lo destacamos, pero eso para el 80% de los votantes no tiene ninguna relevancia. Yo creo que la izquierda en Chile tiene un problema grande para conectarse y entender qué es lo que está pasando con los sectores más pobres.
Y el plebiscito fue una evidencia brutal. —Esa desconexión también la mostró la Convención cuando instaló una agenda plurinacional y preocupada de las disidencias sexuales, pero postergando ciertas demandas transversales del 18-0. —Causas como la plurinacionalidad o las disidencias sexuales son importantes, pero eso no puede significar abandonar causas que son igual de importantes para la población. Ronald Inglehart (politólogo) hablaba de los valores materialistas y post materialistas. Los valores materialistas son los que tienen que ver con la sobrevivencia física y económica: la alimentación, la salud, la seguridad; cosas básicas. Y los valores post materialistas tienen que ver con los derechos de expresión individual, la defensa del medioambiente; toda una agenda progresista. Él decía que en Europa, esa segunda agenda post materialista, tuvo lugar cuando las necesidades materiales estaban completamente resueltas.
Pero en Chile todavía muchas de esas necesidades materiales están lejos de estar resueltas. —Eso se vio con el triunfo del Rechazo en comunas pobres y rurales. —El Biobío y la Araucanía son las regiones más pobres y el Rechazo tuvo una enorme votación.
Hay bastiones históricos de la izquierda, sobre todo en el golfo de Arauco, Lota, Coronel, donde el Rechazo tuvo cerca del 70%, muy cerca de la votación de Las Condes. —Escribiste que nunca pensaste que verías una elección en que la votación de Lota (69% rechazo) y Las Condes (79% rechazo) fueran casi idénticas. “La izquierda debe reflexionar o puede perder su vínculo para siempre con sectores populares, como en otros países”. —Históricamente eran dos comunas que siempre estuvieron en las antípodas.
Lota es una de las zonas más pobres y carenciadas del país, con niveles de cesantía altísimos, versus Las Condes que es una de las comunas más ricas de Chile, con mayores ingresos y donde hay menos necesidades. Y ambas comunas votaron de manera muy alineada. Eso lo habíamos empezado a ver en otras elecciones, pero nunca de manera tan evidente.
Si bien en La Pintana el triunfo fue un poco más estrecho, no recuerdo una elección donde la derecha ganara en esa comuna. —También escribiste que “se buscó una constitución que garantizará los derechos de los pueblos indígenas, pero no se generó un diálogo fluido con ellos.
Las comunas con mayor población indígena votaron mayoritariamente por el rechazo”. —No soy experto en el tema indígena, pero supongo que habrá que pensar en varias cosas: una es que puede haber preocupación en los actores que viven en esa zona por las condiciones de seguridad durante el último tiempo.
Y la otra es que si queremos tener representantes indígenas, ¿ cómo los elegimos para que sean representativos del conjunto de posiciones que hay dentro del mundo indígena? Éste no está alineado en una posición de izquierda, sino que conviven distintas miradas. Y si queremos tener indígenas en instancias de representación popular necesitamos que esos representantes den cuenta del conjunto. El caso de Colchane es muy particular por el tema de la migración.
Es la comuna que tiene más población indígena en términos de porcentaje y el Apruebo sacó un 5%. —Tuiteaste que esta elección “fue el primer gran fracaso de una generación que nunca había perdido y llegó en sólo 10 años al poder.
Ojalá sirva para esa moderar esa soberbia insoportable y la pretensión de superioridad moral de dirigentes que tuvieron como mayor acto de valentía escapar del guanaco”. ¿Podrías desarrollar ese análisis? —La mayor parte de ellos aparece públicamente el 2011 y toman caminos que hablan de su hambre de poder. Siguen el camino institucional y la mayor parte de ellos se transforman en parlamentarios. Es una generación que tenía hambre de influencia. Y me parece que, si uno está en política, eso es sano y legítimo. Es sorprendente que un grupo, en un plazo de 10 años, consiga llegar a la Presidencia. A otros les puede costar 20 o 30 años. La UDI se formó en los “80 y todavía no logra ese objetivo. No deja de ser meritorio haberlo hecho. Pero por esos mismos éxitos que fueron consiguiendo, algunos actores tomaron un discurso de superioridad moral y condena respecto a las generaciones anteriores. Algunas fueron justas, pero otras no consideraban ni el contexto ni los traumas que esa generación vivió, que no fueron pocos: el exilio, los detenidos desaparecidos, los torturados, la clandestinidad. Hay que tener cautela. No entiendo esa superioridad. —¿ Qué opinas sobre los dichos de que el plebiscito se perdió por las fake news? —Son temas distintos. Efectivamente hay fake news y desinformación y eso tenemos que combatirlo porque distorsiona nuestro diálogo democrático. Pero me parece desproporcionado pensar que una diferencia de 24 puntos se puede explicar por una razón como esa. Yo trataría de ver por qué en las comunas más pobres de Chile, el Rechazo tuvo los niveles de apoyo que consiguió. El clivaje de clase en Chile hace tiempo que se venía desdibujando. Pero nunca lo habíamos visto como el domingo. Entonces yo creo que hay un problema más profundo: una desconexión de la izquierda con el mundo popular.