EL GRITO DESESPERADO DE UNA MADRE
A veces, dice Claudia, su hijo vuelve a ser el joven dulce de siempre, la abraza y le pide disculpas. “Mamita, no te mereces esto, me dice.
Él es muy tierno”. Desde hace ocho meses, Claudia Muñoz Masini y su marido han vivido una pesadilla intentando ayudar asu hijo de 23 años, quien es adicto a la cocaína y tuvo un brote psicótico por el que le diagnosticaron esquizofrenia. Dos veces lo han hospitalizado en psiquiatría, de una comunidad terapéutica lo echaron porque consumió drogas, han peleado con la isapre que en dos oportunidades rechazó la internación, en plena crisis. Como madre, asegura, se ha sentido muy sola y por eso escribió una conmovedora carta al director, que fue publicada en este diario. “Nadie sabe lo que uno vive.
Nadie les enseña a los padres ese manejo de cómo convivir con un hijo que está así”, dice “Estaba todo el tiempo encima de él: Pablo, ¿dónde vas? ¿ Qué estás haciendo? No lo podía dejar solo ni un minuto. Me daba terror que se matara”. era de noche, un martes de junio. Claudia Muñoz Masini verificó que su hijo Pablo (su nombre ha sido cambiado), de estuviera tranquilo y le pidió a su marido que lo vigilara. Ella se preparó una taza de té y encendió el computador. Miró la pantalla, se sentía totalmente abatida, Tocó las teclas del teclado. Escribi “Say mamá de una persona con esquizofrenia y adicto. Soy profesional en la salud, soy de clase media. Estoy cerca de jubilar”. Se detuvo. Respiró hondo. Siguió escribiendo: “He pedido ayuda en cada lugar que descubro, a todas partes sugeridas. Y estamos solos. Los psiquiatras que consultamos, sí, nos atendieron; algunos escucharon más que otros; una nos dijo que era mi culpa... recetas, indicaciones de hospitalización. Varias veces llegamos a servicios de urgencia: sí. Nos atendieron, inyectaron a mi hijo para tranquilizarlo. Estuvimos en comunidades terapéuticas que nos atendieron con los brazos abiertos mi hijo se comprometiera-, pero él no está en condiciones de decidir. Solo quiere consumir. Estuvimos en clínicas psiquiátricas por sistema AUGE, sí, lo atendieron y dieron el alta a la brevedad. A los dos días mi hijo deliraba y suplicaba por drogas. Isapre se demoró una semana para autorizar cada vez que requirió hospitalización; en cada una de esas semanas pudimos haber evitado una crisis. Finalmente nuestra isapre nos sacó del AUGE porque es adicto esquizofrénico. Una hospitalización privada no está a mí alcance, aún vendiendo mi auto alcanza solo para una semana. Resulta que una nueva psiquiatra certificó el diagnóstico de esquizafrenía como principal y entregó una nueva solicitud de ingreso al AUGE. Diez días y no hay respuesta. Mi sentimiento de culpa, mi cansancio por las noches en vela, mi miedo de encontrarlo muerto, mi deterioro laboral por no poder cumplix; mi impotencia... todo eso no a mi hijo, no sé cómo resolverlo. Sigo pidiendo ayuda con un eco que se devuelve y estamos solos «como al principio”. Claudia leyó lo que había escrito. Ahí estaba resumido lo que ella y su marido han los últimos ocho meses intentando ayudara Pablo, Al, en 1600 caracteres, estaba contenida su desesperación de madre. Apretó enviar. Pocos días después, el 25 de junio, la carta de Claudia Muñoz Masini fue publicada en las cartas al director de El Mercurio.
Mn Claudia Muñoz Masini es terapeuta ocupacional, con una larga carrera como docente -ayudó a crear la carrera de Terapia Ocupacional en la Universidad San Sebastiány también ha trabajado en instituciones como el Fosis y el Fonadis (hoy Senadis). Vive en una parcela en El Monte donde implementó un centro, rodeado de naturaleza y juegos al aire libre, en el que atiende a niños con problemas de adaptación y desarrollo. "Tiene dos hijos y Pablo es el menor. Él es músico, tiene una banda de rock pesado y hasta 2021 estudiaba Ingeniería en Sonido. —Pablo es mi conchito. Es muy inteligente, pero de niño tuvo problemas de aprendizaje en el colegio. Sin embargo, se ganaba a todo el mundo porque él es un amor de persona —describe Claudia. Cuenta que los primeros indicios de que algo andaba mal con su hijo se presentaron en 2019. -Le costaba levantarse, de ba Claudia. Un día, lla descubrió una carta que él había es jadres en la que se despedía de ellos. Decía algo así como “los quiero, pero no quiero vivir más”. No alcancé a terminar de leerla porque Pablo me descubrió y me la quitó de las manos. Me puse en alerta altiro y lo llevé al psiquiatra. Tras evaluarlo, el psiquiatra diagnosticó que estaba con una depresión con ideación suicida y le indicó iniciar un tratamiento con jaba sus labores, hablaba menos, llora= ito dirigida asus medicamentos. Claudia cuenta que los remedios lo ayudaron, pero al tiempo su hijo los dejó de tomar. -Decía que le hacían mal, que estaba embotado. “Esto es medicación tradicional, yo voy por algo más espiritual”, me dijo. A mí me hizo sentido y lo dejé. Empezó con una psicóloga con una orientación transpersonal que era bien holística, con quien estuvo. Dos años, y aparentemente estaba bien. Cuando llegó la pandemia, ella notó que Pablo empezó a fallar en las clases online; se quedaba dormido. Como Claudia hace clases en la universidad, había visto que eso les pasaba a muchos estudiantes, Entonces su hijo decidió congelar la carrera. -Retomó en 2021, pero ya andaba mal. Carreteaba mucho. Se empezó a quedar pegado con la marihuana, le vino una onda coxmo psicodélica de “me quiero encontrar a mí mismo” y tuvo una experiencia con LSD. Mirando en retrospectiva, creo que desde esa experiencia lo perdí. Enfebrero de 2022 Pablo se fue con su Chiloé.
Al regreso, cuenta Claudia, llegó paranoico y decía que un amigo lo perseguía por las redes sociales y le dejaba mensajes en las paredes que solo él veía. =Salía con un cuchillo en la noche a vigilar la casa y nosotros detrás de él, escondiendo los cuchillos. Al tiempo, recibimos un llamado de la psicóloga de Pablo diciendo que estaba consumiendo mucha cocaína. —Hablamos con él para que viera a un psiquiatra, pero no quería. Lo convencí de llevarlo a un médico de familia, porque estaba con bronquitis, había adelgazado, estaba muy deteriorado. Llegaron hasta la urgencia de la clínica UC de San Carlos de Apoquindo. Doctora habló con él y lo cachó altiro.
Lo mandó a que lo viera un psiquiatra de urgencia, quien dijo que tenía que quedar hospitalizado, que estaba con un brote psicótico y que lo más probable es que fuera una esquizofren Claudia cuenta que pidió una cotización para dejarlo zado en psiquiatría y junto a su marido tuvieron que tomar en es momento una decisión muy difíc -Costaba 500 mil pesos diarios y no teníamos los recursos para pagar eso. Yo estaba tan desesperada que le dije a mi marido “vendamos el auto”, pero aún así eso aleanzaría para pagar algunos días. El psiquiatra los orientó.
Les dio un certificado para que lo presentaran en su isapre y lo metieran al GES y poder hospitalizarlo en un lugar que pudieran costear, Pero ese trámite les tomó una semana, con él a la casa. El médico nos dio una bomba de medicamentos para mantenerlo dopado. Era un desafío hacer que selos tomara. Recurrimos a todo: gritos, amenazas de que llamaríamos a los pacos. Y también dárselos molidos en un jugo de naranja.
Luego del trámite con la isapre, esta les asignó una clínica quiátrica ubicada en Vitacura donde internarlo, —Pero a la semana nos llamaron para que lo fuéramos a buscar, Como es mayor de edad, pidió el alta y se la dieron. Pensábamos que sille estaban dando el alta era porque estaba bien. No fue así. Llegó a la casa y empezó a sacar plata, a cambiar cosas por drogas: su reloj, el ¡ Pad del papá que tenía información de su trabajo. Claudia dice que tres veces tuvieron que echar a los dealers, -Una noche se escapó y con mi marido partimos detrás, Lo encontramos junto al auto de un dealer que le llevaba cocaína. Hablamos con el gallo: le dijimos que estaba enfermo, que no le vendiera más. Claudia se detiene. Toma un sorbo de café. Cuenta que como su hijo no podía quedarse solo, se turnaban con su marido día y noche para cuidarlo.
Que ella tuvo que delegar parte de su trabajo en sus colegas y suspender consultas, y con ello perder ingresos. —Estaba todo el tiempo encima de él: “Pablo, ¿dónde vas? ¿ Qué estás haciendo?”, No lo podía dejar solo ni un minuto. A mí me daba terror que se matara. Volvieron varias veces a urgencia, porque Pablo estaba descompensado. Lo llevaron a vera un psiquiatra particular, que le indic antipsicóticos para controlar las ideas delirantes. Lo internaron en una comunidad terapéutica privada para adicción, que ellos pagaron de su bolsillo, donde estuvo dos meses, hasta que lo echaron, porque pidió cocaína por delivery. Y otra vez tuvieron que hacer nuevos trámites en laisapre, para volver a hospitalizarlo. Dos veces, cuenta Claudia, la isapre rechazó la hospitalización, porque no cubría la adicción. -Pero aquí es una adicción con esquizofrenia.
Es una patología dual: hay un consumo problemático y enfermedad psiquiátrica -alega Claudia, quien admite haberse sentido muy frustrada, por= que necesitaba ayudar a su hijo y las puertas se le cerraban. -Como mamá, me sentía perdida y muy sola. Es muy dificil. Porque incluso cuando lo llevo al psiquiatra particular, un médico aquien conozco, me dice: “Dale esto, va a andar bien”. Pero nadie sabe lo que uno vive. Nadie les enseña a los padres ese manejo de cómo convivir con un hijo que está así -dice. Un Luego de que se publicó la carta en el diario, Claudia Muñoz empezó a recibir muchos mensajes. La contactaron unas exalumnas que trabajan en el área de salud, quienes le ofrecieron ayuda y la aconsejaron cambiarse a Fonasa y atenderse en el sistema público. También le escribieron algunos colegas de la universidad, que incluso le propusieron hacer una colecta para apoyarla con los gastos, rico el cariño. Que gente querida me haya llamado para decirme que me quiere, fue sanador -asegura.
También hubo personas desconocidas que se comunicaron con ella, como cuatro madres en una situación similar a la suya con quienes ha mantenido contacto hasta ahora. —Hemos hablado horas por teléfono -dice Claudia-. Una me dejó marcada. Es una señora de buena situación económica.
Me contó que tiene una hija preciosa, hoy de 38 años, con esquizofre= nia, que a los 16 empezó a tener problemas con drogas, Esa hija se le escapaba y partía la mamá a buscarla, Una vez se le perdió dos años, en los que estuvo en situación de calle. ¿Por qué? Porque al ser mayor de edad no podían hospitalizarla contra su voluntad. La encontraron debajo de un puente: la habían asaltado, tenía varias costillas quebradas. La mamá tuvo que esterilizarla. “Yo te cuento todo esto, que es muy fuerte, porque te puede servir ahora”, me decía ella. Es muy desgarrador. Claudia ha pensado mucho en algunas cosas que le han dicho esas madres, como que tiene que dejar que su hijo toque fondo. -Otra mamá me dijo que su hijo se prostituía para conseguir drogas. Pero yo no voy a dejar que Pablo llegue a ese punto. Ni él es adulto, Pero es una persona que no puede tomar decisiones. Porque no hay conciencia de enfermedad. Aveces, dico Claudia, su hijo vuelve a ser el joven dulce desiempre, la abraza y le pide disculpas. No te mereces esto”, me dice. Él es muy tierno. Yo trato de razonar desde esa perspectiva con él. Le digo que mi felicidad máxima es que sea un hombre independiente, un hombre de bien. “Pero mamita, si yo no tengo nada”, alega. Al final me termino enojando y le grito: “¡ Entonces deja de consumir!”. Una vez estaba tan enojada que le tomé el celular y se lo tiré a la chimenea. Es que a veces también me descontrolo.
El psiquiatra que trata a Pablo le ha dicho que solucionando el problema de adicción, con un buen protocolo de medicamentos para tratar la esquizofrenia, su hijo podría hacer una vida normal, pero que por ahora hay que mantenerlo internado. Desde hace tres semanas Pablo está en una comunidad terapéutica particular. Claudia lo internó ahí luego de pasar dos días del terror con él en la casa, tras salir de una clínica psiquiátrica. -Lo pillamos con cocaína y se la jaló delante de nosotros.
Después de eso él mismo nos dijo “sí, soy adicto”. En la comunidad terapéutica está trabajando la conciencia de enfermedad para que adhiera al proceso, Claudia va algunos días a visitarlo y la última vez, le llevó su guitarra y materiales para practicar inglés, un idioma que quiere aprender. -¿ Cómo lo encontraste? -Un poco más repuesto, ha subido un poco de peso. Pero siempre me dice que se quiere ir. Me puse firme, le dije que no. Ahora que estoy un poco más tranquila, yo estoy elaborando el duelo. Porque un hijo así hay que apoyarlo toda la vida. S