Autor: Por Daniela Pérez G.
“La crisis venezolana ha dejado más desplazados que la guerra en Siria”
Ntes de llegar a la dirección del Servicio Jesuita Migrante (SJM), donde estuvo entre 2014 y 2017, Miguel Yaksic vivió en vivo y en directo el impacto de la crisis migratoria en una frontera compleja. Quizás en la más icónica de todas: la de México con Estados Unidos. Entonces sacerdote jesuita -dejó el sacerdocio y la congregación en 2017-, llegó a un centro de deportados en la ciudad de Nogales. Ahí su función era acompañar a migrantes mexicanos y centroamericanos. “Se les daba desayuno, almuerzo, ropa, entrevistas de derechos humanos, se curaban heridas”, explica. “Entonces entendí que cuando la migración es forzada y las personas se ven obligadas a migrar, nada los detiene. No porque quieran violar la ley o porque quieran hacosas de manera irregular, sino que porque no hay otra alternativa. Yo les mostraba un mapa de la frontera llena de puntos rojos -que eran las personas muertasy les decíamos que eran 2 o 3 días caminando por el desierto. Ellos iban igual”. Filósofo político, teólogo y máster en Ética Social del Boston College, en Estados Unidos, esa experiencia confirmó su compromiso con la comunidad migrante. Uno que mantiene firme hasta hoy, desde su trabajo en el Consejo para la Transparencia, desde la academia y haciendo asesorías. Para esto, su paso por el SIM fue Profesor de la Escuela de Gobierno UC, el especialista en temas migratorios asegura que cerrar las fronteras no resuelve la situación en el norte. “A problemas complejos, respuestas complejas”, asegura.
Miguel Yaksic fundamental, ya que no sólo le tocó estar a cargo del organismo en Chile, sino coordinar el servicio de oficinas de todo América del Sur, lo que le permitió entender la realidad de toda la zona del continente. -¿ Cuál era la realidad migratoria en Chile cuando llegaste al -Entendí que las personas que migraban a Chile, la gran mayoría, que se consideraba un migrante económico o laboral, en verdad eran personas que habían vivido mucha vulnerabilidad en su lugar de origen. Por eso migraban. Nuestro foco de atención eran aquellos mas excluidos, sobre todo los que llegaban de manera irregular; aquellos forzados a migrar, para quienes no había mecanismos regulares o que no podían acceder a una visa. Por lo mismo, el se convirtió, en ese tiempo sobre todo, en una ONG de derechos humanos. -El trabajo directo, con la gente, siempre lo destacas como algo clave. -Sí.
Una cosa importante, y un problema de la política pública en general, es que las personas que la diseñan pueden tener mucha formación académica y teorías bien probadas, pero lo que a veces escasea es el conocimiento de las culturas de las personas.
Lo que llaman en Chile “tener calle”. Cuando las personas que hacen la política pública no conocen cómo la gente piensa, cómo se relacionan, cómo hablan, qué es importante para ellos, cómo viven el día o se relacionan con el trabajo, cómo es la vida en familia y todo eso, las políticas fracasan porque chocan contra paradigmas culturales. Y agrega: -Cuando dicen “hay que cerrar las fronteras”... yo aprendí en la frontera que estas no se cierran. No son una puerta ni una llave de paso.
La frontera de Chile tiene 5.000 km de largo, es muy porosa, y con fronteras así, cuando llegan personas muy vulnerables que requieren protección internacional, ¿ Los vas a agarrar a palos? ¿ Les vas a soltar a los perros? Si se hiciera eso por un lado, van a encontrar otro punto para pasar.
Por eso, la regularización migratoria, nos guste o no, es un hecho que hay que administrar. -Con toda tu experiencia, ¿qué te pasó cuando viste la quema de carpas y pertenencias de un grupo de migrantes en Iquique? -Lo primero, que me parece importante, es que yo no acusaría a las personas chilenas que estaban tensionadas como racistas. El problema no está en ellos, es evidente que eso iba a reventar; tener personas fuera de tu casa, acampando en la plaza y que la usen como baño. No podemos acusar de racistas a quienes se ven enfrentados al foco del problema. Si en Chile el ingreso medio es de $450.000 pesos, las personas viven vidas muy precarias. Y quienes viven vidas precarias perciben, con o sin razón, que la migración hace su vida mas precaria. Sí, hubo un puñado de personas que quemó enceres y eso es repudiable, pero hubo muchas otras, en Iquique, que han sido muy hospitalarias, les han llevado comida, agua, los han cuidado. El problema es cómo no se han tomado las medidas adecuadas para mitigar ese problema. -Reventó una olla que estaba anunciada. En plena pandemia ya se había visto gente acampando en las playas, durmiendo afuera de las embajadas. ¿Por qué no se mitigó el problema? -El diagnóstico fue equivocado. La crisis venezolana ha dejado más personas desplazadas que la guerra en Siria... Las cifras varían, pero si hace seis meses eran 6 millones, no sería raro que hoy estuviese en 8 millones.
Acabo de leer que el DANE -el Departamento Nacional de Estadísticas de Colombiadijo que en Colombia están viviendo 2.2 millones de personas venezolanas y el gobierno ofreció para Me parece inadecuado el desprecio que ha tenido la autoridad migratoria respecto al aporte de la academia y la sociedad civil.
Hemos quedado excluidos de la conversación”. No existe en el mundo un país que haya resuelto el problema migratorio, ninguno, no hay recetas, no hay balas de plata, no existen”. ellos un estatuto de protección temporal que dura 10 años. Digo esto porque en Chile habrá unas 400 mil personas venezolanas o 500 mil... , en Perú hay cerca de 1 millón. Hay una crisis humanitaria de gigantescas proporciones que nos va a seguir golpeando a la puerta. Y la razón por la cual las personas migran a Chile no es porque pongamos un albergue, es porque la crisis es muy grande. En segundo lugar, porque la migración crea migración. Las razones para migrar no son solo estructurales, no es solo una decisión individual, sino que sobre todo, familiar. Entonces cuando migra una persona de la familia, para la siguiente será mas fácil porque hay una red. -¿ Cómo evalúas el actuar del gobierno?-Me parece dolorosa la criminalización de la migración irregular. En un sentido jurídico, que es aplicar sanciones penales a personas que se encuentran en situación irregular y en el sentido político, que es tratar a personas que están salvando sus vidas como delincuentes. Me parece muy inadecuada la puesta en escena de las expulsiones en avión, masivas, en fin de semana, sin un análisis individual de cada caso. Las personas pueden encontrarse bajo amenaza de muerte en sus países, o tener familiares en Chile. Por esto aplaudo a la Corte Suprema, que ha restituido el imperio del derecho. Y sigue: -Me parece inadecuado el desprecio que ha tenido la autoridad migratoria respecto al aporte de la academia y la sociedad civil, caricaturizándolo. Hemos quedado excluidos de la conversación, y no ha habido un trabajo de gobernanza, que es lo que hace una democracia moderna.
Y a pesar de las medidas que aplaudo, como por ejemplo que por vía extraordinaria se han regularizado a 350 mil personas, que viene una nueva ley y la creación de un servicio, tenemos problemas con las expulsiones, con la irregularidad, con los tiempos que demoran las visas, y con las narrativas. “Hay tres alternativas. No más” -La migración ha aumentado en la últim década y seguirá aumentando, ¿podemos absorberla? -Chile no puede absorber toda la migración que llega, pero eso hay que abordarlo no intuitivamente sino que con evidencia. Y digo esto porque en Chile, claro, hay un déficit habitacional de 500 mil viviendas y hay personas migrantes que están presionando al déficit habitacional. Pero, hay sectores, por ejemplo el del trabajo, donde la migración ha sido un aporte.
Hoy en día vemos en cifras del INE que el desempleo migrante es del 6,6% ; el de la población en general es del 8,8%. Si vas a la agricultura, a los servicios, hay muchos espacios en los que los migrantes son requeridos. Han creado empleo, riqueza, innovación.
En el año 2019 eran algo así como cerca de 100 mil millones de pesos más los que dejaban los migrantes en Chile por impuesto a la renta, pago de multas y visas, que lo que gastaban del Estado. El presupuesto del Depto. De Extranjería e Inmigración del 2019 fue de 4 mil millones y recaudó 30 mil millones de pesos. -Tu postura frente al tema apunta a regularizar, no ser más prohibitivos ni cerrar fronteras. Muchos la califican como “buenista”. -No me considero una persona “buenista”. Creo que que es necesario establecer requisitos, un sistema de visas. Me parece una buena idea que las personas que vengan a residir o a trabajar, lo hagan con una visa consular, tramitada en su país de origen.
Estoy muy consciente de que los países no son capaces de absorber toda la migración que llega, por eso yo nunca he propiciado una política irresponsable de fronteras abiertas, pero digo que, nos guste o no, cuando hay crisis que generan presión migratoria la irregularidad ocurre. Y las personas irregulares son muy excluidas, requieren protección. Frente a eso no podemos hacernos los tontos. -¿ Cómo se aborda la irregularidad? -Hay tres alternativas, no más.
Una es no hacer nada, entonces las personas irregulares están condenadas a la informalidad en el trabajo, en la vivienda, en general a la pobreza, y eso impacta negativamente al mercado del trabajo, porque bajan los salarios, en fin.
La segunda alternativa es expulsar, pero esto trae tres problemas: es difícil y muy caro, por esto se expulsa muy poco; las expulsiones que no están bien hechas pueden separar familias, dejar niños solos, y en tercer lugar, las personas que se devuelven exponen sus vidas al hacerlo. Finalmente, la última alternativa, la más moderna en el mundo, como la estadounidense o la mexicana, es establecer algunos mecanismos permanentes para regularizar a personas forzadas a migrar irregularmente por razones humanitarias. Y agrega: -Lo que yo defendía es cómo nos hacemos cargo de eso. Este año en Chile, por Colchane, han ingresado más de 11 mil personas por pasos no habilitados, que es poco en realidad.
Entonces, el gobierno, que tiene un sesgo economicista, piensa que si hacemos algo, eso se va a convertir en un incentivo para que vengan más, por eso no ha habido ningún albergue ¿ Qué hubiese pasado si esas personas que llegaron al norte y empezaron a acampar, las hubiésemos atendido con medidas de emergencia humanitaria? Hubiesen sido acogidas por el Estado chileno, distribuidas por él, y no hubiese pasado ni quema, ni marcha, ni conflicto social. -Pero el rechazo a los migrantes es algo que recojen las encuestas. Y ha aumentado. -Lo que falta es mucha pedagogía.
Porque las personas somos a veces muy intuitivas, entonces claro, vemos en la TV las plazas con migrantes acampando, 3 o 4 plazas o 5 carpas en una playa, y la sensación que queda es de algo muy grande. 11 mil personas en un universo de 1 millón y medio de migrantes es poco. El Líbano, que es un país de 3 millones de personas, para la guerra en Siria tenía a 1 millón y medio de refugiados. El 50% de la población era refugiada, eso es mucho.
Lo que hemos visto de migración irregular aquí no lo es, pasa que se ha abordado mal y por suerte, la nueva ley, que aún no entra en vigor porque falta un reglamento, crea un Servicio Nacional de Migraciones. Un órgano mas robusto, con más recursos, podrá abordar mejor estos temas. “Con respuestas fáciles a temas difíciles hay que sospechar” -La migración cambió a la sociedad chilena, seguirá diversificándose. En plena Convención Constituyente, ¿qué esperas de ellos en esta materia? -Creo que hay un valor simbólicamente profundo en la Convención: nunca el poder había estado tanto segregado como ahora. Lo digo porque las personas que la componen vienen de regiones, hay comunidades indígenas, es paritaria, salimos del mismo lugar de siempre. Creo que un gran valor es que nos vamos a proveer de un texto constitucional que se ha establecido muy democráticamente, y que representa de mejor manera la diversidad.
Eso tiene valor no solo para las migraciones, sino que para entender que somos un país plurinacional, multicultural y que tenemos que aprender a convivir con las distintas diversidades sexuales, de género, de color de piel, de origen étnico.
No tengo claro que la CC sea el lugar para discutir la migración, más bien yo dejaría unos principios generales y amplios de Chile como país multicultural y respecto de principios de derechos humanos. -Y en los candidatos presidenciales, ¿cómo ves el debate, sus propuestas? -En lo más general, me preocupa que el debate político está cada vez más centrado en la disputa de las emociones y las experiencias subjetivas que en propuestas o proyectos. En segundo lugar, los políticos de los extremos simplifican mucho las cosas, le hablan a un votante que quiere respuestas rápidas y simples. Este es un problema muy complejo, que requiere de respuestas complejas. La respuesta de cerrar fronteras no sirve. -Y referirse a ello como turismo laboral... -Esa es una frase que tiene mucho desprecio, las personas no hacen turismo laboral, están buscando cómo mejorar sus vidas precarias. Otra frase es “ordenar la casa”, que se usó mucho. Cuando uno ordena la casa, lo que no sirve se bota. Es violento y no ha resultado. El 80% de los ingresos por pasos no habilitados desde el 2010 hasta la fecha han ocurrido desde abril del 2018. Es decir, “se ha desordenado la casa”. Entonces, con respuestas fáciles a problemas complejos hay que sospechar. Y algo más, no existe en el mundo un país que haya resuelto el problema migratorio, no hay ninguno, no hay recetas, no hay balas de plata, no existen.
Resumen
-¿ Cuál era la realidad migratoria en Chile cuando llegaste al -Entendí que las personas que migraban a Chile, la gran mayoría, que se consideraba un migrante económico o laboral, en verdad eran personas que habían vivido mucha vulnerabilidad en su lugar de origen., Una cosa importante, y un problema de la política pública en general, es que las personas que la diseñan pueden tener mucha formación académica y teorías bien probadas, pero lo que a veces escasea es el conocimiento de las culturas de las personas., En un sentido jurídico, que es aplicar sanciones penales a personas que se encuentran en situación irregular y en el sentido político, que es tratar a personas que están salvando sus vidas como delincuentes.
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