Autor: Osman Cortés Argandoña
Derrota gloriosa
El combate naval de Iquique jamás debió ocurrir. El error estratégico de los almirantes Rebolledo y Simpson es estudiado hasta ahora en las escuelas navales del planeta. No podían bloquear la rada de Iquique con dos endebles barcos ante la posible embestida de la armada blindada más podeRosa de América del Sur, como era la del Perú. Poco tardó el Huáscar en destrozar a La Esmeralda.
Algunos cañonazos y un espolonazo hundieron a la nave de madera en el fondo de la rada de Iquique con casi la totalidad de la tripulación, liderada por Arturo Prat, que nada pudo hacer ante el blindado comandado por Miguel Grau.
Los historiadores-poetas elaboraron un relato que intentó re perfilar el sacrificio de los marinos chilenos en una jornada planificada que nunca debió ocurrir y por la cual, Rebolledo y Simpson, no fueron procesados, ni siquiera por la historia. Los historiadores chilenos del siglo XX nunca analizaron con la debida rigurosidad el origen de la Guerra del Pacífico, con las excepciones de Manuel Ravest, Gabriel Salazar y Julio Pinto. Ravest (1934-2015) señala en su obra “La Compañía Salitrera y la Ocupación de Antofagasta 1878-1879” (Editorial Andrés Bello.
Santiago de Chile. 1983) que la guerra la incentivó la empresa inglesa Gibbs and Sons que trabajaba el salitre de Bolivia en Antofagasta con socios chilenos, entre ellos, los ministros de Guerra y Hacienda del gobierno de Anibal Pinto.
Antes del ingreso de Chile ala guerra, el parlamento cuestionó la iniciativa de Anibal Pinto, acrecentando las críticas por los intereses creados dela oligarquía criolla chilena en las rentabilidades que les entregaba el salitre Boliviano explotado por los ingleses.
El 14 de febrero de 1879, la Armada y el Ejército de Chile, ocuparon Antofagasta, el mismo día de finalización del plazo de pago de patentes que fijó el gobierno boliviano a la inglesa Gibbs por la extracción de su salitre.
La pregunta es obvia: ¿ Las Fuerzas Armadas chilenas invadieron Antofagasta para proteger las acciones de la Gibbs y sus socios chilenos, entre ellos los ministros de Guerra y Hacienda?Por esa guerra de intereses murieron 25 mil ciudadanos de Perú, Bolivia y Chile, entre ellos, casi todos los marinos de La Esmeralda en un sacrificio hasta hoy sin justicia, además de cientos de atacameños que no supieron nunca la razón del magnicidio. ¿Con esa Guerra Ajena comparó la acción emprendida para combatir el coronavirus el ministro de Salud en Iquique el 21 de mayo pasado?