El Palacio Pereira tiene casi 150 años: De ser una casona abandonada a ser la sede en la cual se redactará la nueva Constitución de la República
Hasta hace unos años atrás el Palacio Pereira era un lugar abandonado a su suerte, sin nadie que se interesara en su mantención como una casona de larga data.
En 2011 el Estado de Chile se comenzó a hacer cargo de su remodelación y hoy, tras la elección de los 155 convencionales constituyentes, será el lugar en el que se redactará la nueva Constitución que reemplace a la realizada en dictadura. En el Diario Chañarcillo te contamos parte de su historia, el plan de remodelación y qué preparativos se realizan para tener listo el espacio que en unas semanas más será el centro del debate constitucional.
UN PROCESO DE RESTAURE Luego de años de ser un edificio carcomido y abandonado, el inmueble que data de 1872 comenzó su restauración en 2016 bajo el marco del programa Legado Bicentenario y fue reinaugurado en 2018. En la actualidad es administrado por el Consejo de Monumentos Nacionales, dependiente del Ministerio de las Culturas.
Hasta enero, el primer piso funcionaba como un espacio público, con auditorio, cafetería, sala de exposiciones, y espacios de trabajo, además de albergar las oficinas de la subsecretaría del Patrimonio y del Servicio Nacional del Patrimonio (ex DIBAM). Antes de esto, varios proyectaban que la Convención funcionará sólo en las dependencias del ex Congreso en Santiago, incluso algunos proponían que se sesionará en alguna región como Concepción o Valparaíso. Sin embargo, el gobierno se inclinó por el Palacio Pereira que en 2011, en el primer mandato de Sebastián Piñera, fue adquirido por el Estado y comenzó un proceso de restauración.
Los arquitectos Cecilia Puga, Paula Velasco y Alberto Moletto fueron los encargados -tras un concurso públicode recuperar el palacio que fue mandado a construir por el abogado y político, Luis Pereira Cotapos, al arquitecto francés Lucient Ambroise Hénault en 1872.
Puga, consultada por la elección del recinto para ser sede la Convención, señaló que “nos da muchísimas claves para construir una identidad nuestra, que es una identidad mestiza, abierta, plural, en la cual muchas corrientes distintas y muchas líneas de pensamiento se han encontrado y porlo tanto eso representa también la discusión contemporánea sobre lo que somos y sobre lo que queremos ser”, SUS VARIADOS INICIOS La Convención será solo el último de los hitos del centenario recinto. Como detalla el arquitecto Alberto Sato, experto en Historia de la Arquitectura, docente de la Universidad Diego Portales, el Palacio Pereira fue usado para los más variados fines.
“El Palacio Pereira guarda en sus recuerdos la historia de una familia acaudalada hasta que un hijo, Julio Pereira lo vendió al Arzobispado en 1932 y en 1942 pasó a manos de la Caja de Empleados Públicos y Periodistas; en 1960 fue arrendado por el Ministerio de Educación para instalar el Liceo Número 3 de Niñas. Diez años después, es abandonado, luego tomado por el Frente de Estudiantes Revolucionarios del MIR.
En 1981, el gobierno dicta el decreto de Monumento Histórico pero su estado de abandono y deterioro agravado por el terremoto de 2010 lleva al gobierno a adquirir el inmueble y proponer su restauración”, señaló Sato. Velasco añade que “la importancia del edificio radica en que viene acompañando más de 100 años a la ciudad de Santiago.
Es una permanencia en todo ese tumulto, este tráfago de órdenes, de movimientos sociales, de cambios de gobierno (... ) me parece fantástico que tenga simbólicamente un uso público, sea apropiado por la comunidad, por los constituyentes”. Como agrega Puga: “Durante el siglo XIX, después de la Independencia, la nueva república buscó tomar distancia del mundo colonial (... Jsus grandes edificios que representan esta nueva condición política a través de una serie de arquitectos que trajeron desde Europa, principalmente franceses y también italianos”. La recuperación fue un trabajo interdisciplinario de largo aliento, ya que fueron más de 40 restauradores intervinieron con bisturí la fachada y el interior de las paredes, descubriendo las capas de suciedad y pintura hasta llegar a la original.
Además se transformó la parte trasera: donde antes había jardines y caballerizas instaló un patio a cielo descubierto y levantó un edificio de cuatro pisos con vigas de hormigón de líneas simples y un auditorio subterráneo con capacidad para 300 personas.