Los desafíos de Fernando Pérez
Los desafíos de Fernando Pérez Hace algunos días el arquitecto Fernando Pérez asumió la dirección del Museo de Bellas Artes por los próximos tres años, con el desafío de emprender un conjunto de reformas que le renueven la cara al centro cultural más importante del país.
Esto, porque no han sido pocas las voces que han alertado que la institución en los últimos años ha caído en una virtual irrelevancia debido, entre otras cosas, a la falta de presupuesto, al debilitamiento de su programación y al desdibujamiento de su rol patrimonial. Ante esto la reorganización de la política curatorial aparece como una de las principales misiones de su gestión.
Hay consenso en el mundo cultural en que el museo tiene problemas para diferenciar su rol en especial en la exhibición del arte más reciente, con otros lugares como el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) o el Centro Cultural La Moneda, que tienen como eje de su museografía esa misma producción artística.
En otras palabras, y tal como pasa con otros centros —por ejemplo, en el Museo Reina Sofía con el Guernica o en el Louvre con la Gioconda—, es necesario que el Bellas Artes pueda ser reconocido por una obra significativa, tal vez alguna de Roberto Matta. Asimismo, es necesario que dicha labor se complemente con un modelo de gestión que apunte a un reforzamiento de la investigación historiográfica, conservación y difusión de ese patrimonio. La falta de espacio, por otra parte, también debiese tener una pronta resolución. Es sabido que el actual edificio del museo es de reducidas proporciones para la exhibición de la colección permanente, de las muestras itinerantes, el almacenaje de la colección y la biblioteca. El propio Pérez ha reconocido que la opción más realista de ampliarse es la compra de la mitad del edificio que hoy comparte con el MAC. Sin embargo, los problemas que también enfrenta dicha institución por carecer de espacio hacen que esa solución, por lo menos en el mediano plazo, parezca lejana.
Por ello no habría que descartar del todo que el Bellas Artes pueda analizar la posibilidad de ocupar otro inmueble para presentar parte de su colección, tal como lo hizo el MoMA de Nueva York cuando, al ver que sus instalaciones no daban abasto, generó una alianza con el centro PS1 sólo para la muestra de parte de su repertorio de arte contemporáneo.
La experiencia de Pérez en cargos administrativos similares (fue decano de Arquitectura de la UC) debería ayudarlo en la búsqueda de recursos adicionales al presupuesto que el Estado le entrega anualmente (mil millones). Así, la reactivación de la fundación del museo y la generación de áreas de colaboración con el mundo privado parecen urgentes.
El Bellas Artes, en medio de los cambios radicales que viene registrando el consumo cultural de los chilenos, por su envergadura y patrimonio, no puede renunciar a ninguno de estos retos. "El arquitecto asumió la dirección del Museo de Bellas Artes (... ) con el desafío de emprender reformas que le renueven la cara al centro cultural".