Autor: Alejandro Cifuentes Mancilla Consejero Regional de Antofagasta
La autonomía minera no se celebra desde el territorio
La autonomía minera no se celebra desde el territorio C Columna E presa BHP anunció con n dias recientes, la embombos y platillos que su rajo Escondida Norte alcanzó el 100% de operación autónoma, convirtiéndose en una de las primeras faenas mineras del mundo en lograr este nivel de automatización. Con la presencia de autoridades nacionales, incluyendo la ministra de Minería, se celebró este "hito tecnológico" como un ejemplo de progreso para la industria chilena. Sin embargo, desde la Región de Antofagasta, este tipo de anuncios nos obligan a poner el freno y mirar la realidad desde donde realmente se genera esta riqueza: el territorio.
Porque mientras los centros corporativos y ministeriales destacan avances en productividad, eficiencia y seguridad, lo cierto es que las comunas del norte -como Calama, Antofagasta, Mejillones o Taltalseguimos siendo testigos y víctimas del profundo desequilibrio estructural que caracteriza a la mineria chilena: el territorio aporta, pero no decide. Produce, pero no es retribuido. Soporta los impactos, pero no recibe justicia.
Esta operación 100% autónoma, que presume de mover 350 mil toneladas diarias con camiones sin chofer, implica también la desaparición de cientos de puestos de trabajo en terreno, sin un plan territorial claro de reconversión ni generación de valor local. ¿ Dónde están los centros de innovación minera en la región? ¿ Por qué los avances tecnológicos se diseñan y celebran en Santiago, mientras acá lidiamos con contaminación, deterioro vial, presión sobre nuestros servicios públicos y sequía hídrica? A las empresas mineras les exigimos algo muy básico pero profundamente justo: dejen de ver a la Región de Antofagasta solo como un espacio de extracción o un pozo sin fondo de mano de obra. Aqui vive gente, hay comunidades, hay historia, hay cultura. No somos un patio trasero ni un paisaje de fondo para videos corporativos. La minería del futuro no puede construirse ignorando la dignidad del territorio que la hace posible. Automatización sin inclusión es exclusión. Tecnología sin descentralización es dependencia. Innovación sin justicia territorial es, simplemente, extractivismo del siglo XXI. Chile debe entender que el desarrollo nacional requiere de regiones con poder de decisión, con inversión proporcional, con respeto al medioambiente y con capacidad real de orientar su propio destino.
Porque si desde el norte nace la riqueza de Chile, entonces desde el norte también debe escribirse su futuro, cos. "¿Dónde están los centros de innovación minera en la región? ¿ Por qué los avances tecnológicos se diseñan y celebran en Santiago, mientras acá lidiamos con contaminación, deterioro vial, presión sobre nuestros servicios públicos y sequía hídrica?".