Un día inolvidable en el Mercado Puerto
Un día inolvidable en el Mercado Puerto a centenaria construcL ción del Mercado Puerto se llena de arte en el segundo y tercer piso. Haocurrido un acontecimiento esperanzador en medio de tanta tragedia infausta, destino recurrente de nuestro querido Valparaíso.
Con motivo del Día de los Patrimonios, seinauguró la exposición colectiva “Artepuerto 2025”. Miles de personas col'maron el recinto y el entorno del barrio La Matriz, Plaza Echaurren, la vieja Aduana, calle Serrano, Plaza Sotomayor, para darle vida, como en una película de los años sesenta dirigida por el doctor Aldo Francia, a este vapuleado barrio afectado por explosiones, incendios, saqueos, plagas, suciedad, que han destruido su perfilde sitio fundacional dela historia porteña.
La instalación de puestos con informaciones de instituciones arraigadasenla ciudad, como el club Santiago Wanderers, el Deportivo Playa Ancha; comercio de postales, poemarios, mezclado con los aromas delas marraquetashorneadas, los restaurantes y bares con grupos familiares disfrutando los frutos del mar, pescados fitos, caldillos. Un ambiente festivo, unrespiro que representó en unas pocas horas el deseo de recuperación que todos anhelamos para la ciudad.
Como viajeros en el tiempo, una multitud escribió postales ylas mandóen un antiguo buzón; las compañías de bomberosatendieron a familias que ción, de gente que habita en el Valparaíso cotidiano, nos ha permitido trasladarnos en el tiempo para recordar ese ambiente ensoñador, vital, que se podíasentiren losbuenostiempos de calles Bustamante, Márquez, Valdivia, Clave, Cochrane, Serrano.
Hoy, el bar “Liberty”, la botillería “Los Lobos Marinos”, el “Emporio Echaurren”, las vitrinas de “La Bandera Azul”, las ferreterías de puerto consussingulares productos marítimos, son los testigos que perduran de aquellos años doados del “American Bar... su casa” o del “Roland Bar”. Qué bueno para la salud mental del porteño ysus visitantes, abrir las callesa la conversación, el canto popular, las filas enlos pocos ascensores queaún funcionan. Ese Valparaíso que estuvo presenteen nuestra vida, por unas pocas horas, es el que queremos que vuelva a existir día a día.
Ese domingo del Patri'monio el pan estuvo más sabroso, la música romántica del bolero se hizo presente en varios rincones para regalarnos ambiente de época, algo mágico ocurrió mientras en La Matriz los habitantes entraban y salían dela misa dominical.
Elespíritu porteñorevivióimaginariamente entre nosotros, nuestra mentey nuestras miradas incrédulas nos ponían ante la interrogante... ¿Será verdad? Tal vez, este'mosante el momento crucialen que Valparaíso empieza a renacer desuscenizas y vuelve aser eselugar entrañable, consus virtudes y sus vicios, su auge y sus os conflictos. buscaban conocer sus vivencias y sentarse en esos carros, para emocionarse detrás del volante de las noblesmáquinas utilizadas por la Bomba Americana y la Bomba Germania, Primera y Segunda Compañía de Bomberos enla ciudad.
La Armada abrió la cripta del monumentoa los Héroes de Iquique y parte de las dependencias de la Primera Zona Naval; el Ministerio de Cultura invitó adisqueros y coleccionistas de vinilos a promover y vender sus memorables colecciones musicales; la Corte de Apelaciones preparó sus salas de audienciasjudiciales para quefuteran vistas en una perspectiva cultural. Cadaciudadano enorgullecido limpió su acceso, sus vitrinas, sus micros y troles, que ese día revivieron el corazón porteño. La feria dela plazase preparó con sus artesanías, antigiiedades, plantas, libros. Paradojalmente, pocos días antesla brutalidad delincendio destruyó el local de las cecinas Sethmacher y la verdulería colindante. Muerte, dolor, miseria. Por eso, la señal de alegría compartida en el barrio y enel Mercado Puerto, lleno de art tas, de creaciones, de imaginaPOR JORGE SALOMÓ FLORES, HISTORIADOR.