Autor: Elisa Cárdenas Ortega
Francisco Brugnoli Palabras póstumas de un príncipe” del arte chileno
Francisco Brugnoli Palabras póstumas de un jWíncipc” dci arte chileno Con su trato deferente, era un personaje clave en el sector cultural. Será recordado por su elegancia y su generosa receptividad a los proyectos de otros, y especialmente, a la producción artística de las nuevas generaciones.
Por Elisa Cárdenas Ortega IJa IJa emoción y el reconocimiento intergeneracional inundaron la ceremonia de despedida masiva de Francisco Brugnoli (1935-2023), realizada en el Museo de Arte Contemporáneo, espacio que dirigió por más de dos décadas. La escena cultural chilena se vio conmovida, hace poco más de un mes, con su muerte. A través de las conversaciones, homenajes, homenajes, artículos en medios escritos, se desplegó un sentimiento común de gratitud y a la vez de orfandad. Era la despedida de un referente colectivo, colectivo, de un hombre indispensable en nuestra cultura y especialmente en las artes visuales.
Creador de un arte rupturista en la década de 1960, protagonista de la Reforma Universitaria, Universitaria, académico, fundador del Taller de Artes Visuales (TAV), y de la Escuela de Artes de la Universidad Universidad Arcis, director del Museo de Arte Contemporáneo por más de 20 años, Brugnoli persiguió siempre profundiZONA profundiZONA DE RIESGO Junto a su esposa Virgina (Piquina) Errázuriz, estudiaron en la Universidad de Chile. Pero él se distanció un año para seguir cursos de Color con el pintor de origen cubano Mario Carreño, en la U. Católica. Cuando volvió, Piquina Errázuriz era dirigente estudiantil: “Ella era todo un fenómeno en la escuela, conducía a los estudiantes, hablaba desde el balcón y, además, sus trabajos de taller eran muy buenos.
Me llamó la atención, nos conocimos, empezamos a hablar; nos íbamos desde la Escuela (entonces en el Parque Forestal) hasta el Museo en la Quinta Normal, comentando lo que veíamos caminando caminando por la calle, mucho nació de ahí y empezamos a hacer cosas.
La calle te informa del momento cultural que estás viviendo”. ,Cómo definiría entonces lo que, junto a su esposa Virginia (Piquina) Errázuriz, creaban en los 60? ¿ Y el arte experimental del TAV, entre los 7Oy 80? “A eso que hacíamos en los 6Oyo lo llamo Zona de riesgo, hay una zona de riesgo en cada momento de la Historia del Arte.
Lo que planteamos fue, en primer lugar, una pregunta y una negación de la representación. ¿Qué entendíamos por representación? Para nosotros fue la muerte del cuadro, donde el concepto de espacio se zar las conexiones entre Arte y Sociedad.
Probablemente los homenajes seguirán, y cada uno destacará aspectos distintos de su personalidad y su legado, abriendo nuevas capas en torno a una figura que, ya separada del mundo terrenal, permanece inagotable. «LA PANERA #152» rescata sus propias palabras en una entrevista inédita, enmarcada en una investigación sobre las vanguardias del arte en Chile.
Y lo primero que nos encontramos encontramos es su cuestionamiento a la palabra “vanguardia”: “Siempre le he tenido resistencia resistencia por tratarse de un término militar que me parece extraño aplicarlo así, tan fácilmente, al arte.
No me gusta la autocalificación del artista como de vanguardia, me suena kitsch”, confesaba entonces con su habitual carcajada, subrayando además que la palabra Nuevo debería ser erradicada de las lecturas sobre arte. hace sumamente necesario, no como una construcción geométrica, sino cultural. El espacio lo hacemos todos. Surgieron las instalaciones, instalaciones, que buscaban introducir al público en la obra. José Balmes con su pintura sobre la invasión de Santo Domingo ya anunció ciertas prácticas que desarrollábamos Virginia, yo, y otros artistas, incorporando incorporando elementos de la realidad concreta, como diarios, objetos encontrados, encontrados, etc. Pero nosotros nos preguntamos ¿ Por qué el cuadro? y ahí iniciamos un proceso de operaciones de cosas que se salían de marco. En mi caso, poner overoles en una obra era trabajar con el pueblo, o poner una camisa blanca era retratar al obrero en domingo. domingo. Fuimos muy criticados, aparecíamos en la prensa amarilla. Era una época de grandes transformaciones y nuestros elementos recogidos recogidos eran objetos recientes muy bien hechos, las cajas de huevos, los envases seriados de plástico. A nosotros, que veníamos con la cultura del grabado, nos interesaba mucho ese grado de perfección de la impresión de la matriz, cómo resolver las formas de acuerdo con el molde. Pero nunca pensamos, como artistas, que estábamos fundando algo. El país entero, la sociedad, estaba cambiando, y éramos parte de eso. Antes no era como hoy, en que todos quieren ser marca registrada (risas)”. I1w 1. z co co o ci o 1 o Francisco Brugnoli Palabras póstumas de un príncipe” del arte chileno. A eso que hacíamos en los 60 yo lo llamo Zona de riesgo, hay una zona de riesgo en cada momento de la Historia del Arte.
Lo que planteamos fue, en primer lugar, una pregunta y una negación de la representación. ¿Qué entendíamos por representación? Para nosotros fue la muerte del cuadro, donde el concepto de espacio se hace sumamente necesario, no como una construcción geométrica, sino cultural, LA IMAGINACIÓN AL PODER Siendo estudiante, a inicios de los 60, Brugnoli fue dos veces presidente del Centro de Alumnos, asumiendo junto con el compromiso social y político, un espíritu entusiasta en, por ejemplo, la organización de las “fiestas del Bellas Artes”, en conjunto con la Federación de Estudiantes (FECh), que se transformaron en todo un fenómeno: “Llegaba todo Santiago! Se pagaba la entrada y adentro el consumo era libre, con comida y bebida muy sencilla. Cada curso de la Escuela hacía su parte en la decoración del hall, y desde el segundo piso se colgaban grandes telones. Todos se comprometían, prácticamente pasaba a ser un ejercicio de taller. Todos disfrazados: alumnos, profesores, funcionarios y la gente que se sumaba.
Hicimos una Fiesta Dadá, donde contratamos contratamos una orquesta de carabineros, con su pelo corto y vestidos de civil, utilizando flecos y mangas tropicales, tocaban cumbias, boleros, cha cha chá, era una instancia absolutamente ruptural; también hicimos la fiesta Op Art. Una vez llegó un vagabundo con un perro, lo dejamos entrar; de sombrero y muy andrajoso, observó todo el panorama, se sentó en el suelo y estiró las piernas.
De repente se saca el sombrero y comienza a bailar, era nada menos que Matilde Pérez, nuestra profesora y una destacada destacada artista cinética. ¡Ella era extraordinariamente divertida!”. UN SISTEMA “BLANDO Y PATERNALISTA” Brugnoli vivió en primera persona la Reforma Universitaria, originada en 1961, aunque su manifestación pública está fechada en 1967.
Junto a otros estudiantes, cuestionó un sistema excesivamente “blando y paternalista”, y logró ver cristalizados cambios como la creación del Departamento de Teoría e Historia del Arte, el Departamento de Gráfica y Comunicación Audiovisual, o la incorporación de asignaturas asignaturas como Filosofía y Fotografía, antes impensables en la malla de la carrera: “La Reforma no fue un hecho aislado de los cambios culturales que vivía Chile. Con el mundo obrero había una nueva clase social emergente. Estaban cambiando las relaciones de producción social y el hecho de una participación universitaria integral, de estudiantes y funcionarios en elecciones y decisiones estratégicas, tiene ese significado. Era una sociedad que se posicionaba de sí misma y eso indudablemente tenía una proyección politica. El país era muy distinto, un país altamente politizado que, al momento de la elección de la Unidad Popular, se había radicalizado.
Toda esa etapa en general yo suelo definirla como cuando había futuro, las posibilidades estaban abiertas, abiertas, por lo tanto, se sentía muy libre intentar cualquier cosa”. Aquel proceso universitario en marcha fue interrumpido por el Golpe de Estado de 1973, con una notable merma del universo académico y muchos profesores exonerados, entre ellos, el mismo Brugnoli. La Escuela de Bellas Artes de la U. de Chile estaba muy arraigada en la ciudad y con muy buenas instalaciones, en pleno centro. Tras el Golpe Golpe fue trasladada a una única sede en calle Las Encinas (Macul), entonces una suerte de terreno baldío que se fue estructurando con los años, y donde funciona hasta hoy. Con su persistencia habitual, en 1974 Brugnoli creó el TAV, reuniendo a los profesores exonerados en una casa del barrio Bellavista. El proyecto creció, desplegando desde la técnica del grabado y las artes gráficas una oportunidad entonces inexistente de formación, investigación y difusión artística en los años más complejos de la dictadura cívicomilitar.
Siempre en busca de alternativas a la precariedad del campo cultural chileno, su tesón es recordado y atesorado atesorado por sus alumnos y por las decenas de profesionales que trabajaron junto a él, tanto en la academia como en la gestión museal. Francisco Brugnoli Palabras póstumas de un príncipe” del arte chileno.