La oreja de Da Vinci
La oreja de Da Vinci L os analistas dicen que el fenómeno político de la candidata comunista Jeanette Jara se ha debido en parte a su carisma y su capacidad de conectar con la gente. Le creen, dicen. A esto yo agregaría que ella es la novedad del año, en unas elecciones que desde hace tiempo se han vuelto monótonas. Tome en cuenta que tenemos por lo menos a tres candidatos de profesión con años en campaña y dedicación exclusiva. Es por lo mismo comprensible que cada nombre nuevo que aparece acapare de inmediato la atención de la gente que vea ahí un atisbo de cambio, por poco que dure.
La novedad de Jeanette Jara es relativa, ya que ella ha militado en las filas del Partido Comunista desde sus catorce años, y por mucho que termine renunciando a esta militancia esto no se borra de un plumazo. La candidata del momento está ligada de manera inevitable a una ideología añeja y que arrastra una larga historia de horrores y fracasos por todo el mundo. En parte es por esto que en esta campaña volverán algunos fantasmas de la Guerra Fría que llevan merodeando desde hace un tiempo. Los bandos de Jara y Kast se van a acusar entre sí de los errores y excesos de las ideologías que representan.
Pero aquí un bando tendrá una gran desventaja porque tendrá que revivir para el electorado un fenómeno histórico del cual apenas quedan ruinas y la gente más joven, entre quienes la llamada "tía Jeanette" parece ser muy popular, no tiene la menor idea de esto. Como profesor universitario de historia sé lo que estoy diciendo: su ignorancia en esta materia es abismante.
A modo de muestra puedo contarles que hace poco una persona joven me preguntó si Leonardo da Vinci era el hombre que se había cortado la oreja y ese mismo día otra me explicó que Diego Portales era el español que había descubierto Chile.
No supe si ponerme a llorar o largarme a reír, pero esto es cosa seria y este es probablemente el menor de los costos de haber desmantelado los cursos de historia en los colegios y de haber erradicado los libros de las salas de clases. Me parece que la derecha no debiera perder el tiempo dando a los cuatro vientos lecciones de historia del siglo XX. Yo cambiaría de estrategia y trataría de provocar al adversario colgándole características que le ofenden y que para otros podrían parecer halagos. Puede insistir, por ejemplo, en ponderar sus supuestas credenciales democráticas impecables, o derechamente plantear que en realidad son socialdemócratas y su domicilio político está en el centro. Podrían decirle que el rojo amaranto de sus estandartes se ha ido volviendo naranja, amarillo o incluso rosado. Se puede resaltar su disposición al diálogo o a la búsqueda acuerdos; su espíritu transaccional. Podría calificarlos de comunistas light o pop y decirles que enhorabuena han perdido sus dientes y que sólo ladran y nunca muerden. Así ellos mismos van a mostrar quienes de verdad son. La oreja de Da Vinci Marcelo Somarriva Q. "Podría calificarlos de comunistas light o pop, decirles que han perdido sus dientes y que sólo ladran y nunca muerden"..