UGANDA, África en verde
UGANDA, África en verde "C omo fotógrafa, en los últimos años he tenido la suerte de hacer viajes de naturaleza.
He visto a los cinco grandes de África, a los osos pardos de Alaska y muchas otras especies de fauna, pero observar a un chimpancé o a un gorila en su hábitat natural es algo ciertamente especial. Es impresionante la sensación de ver a un animal que prácticamente parece una persona.
Son animales que se parecen a ti y que tienen posturas súper humanas: a veces los ves echados de espalda, tal como si estuvieran en la playa; hacen gestos con sus ojos y orejas, juegan entre ellos... Es una experiencia notable, que se puede vivir en muy pocos lugares del mundo, como Uganda. "Estuve allí hace unos meses, guiando a un grupo de fotógrafos de naturaleza, y lo que vimos y vivimos en los 11días que estuvimos allí fue muy particular, diferente (más información: ContiBrunnerPhoto. cl). "Ubicado en el centro-este de África, Uganda es hoy el mejor lugar para ver gorilas, una población muy amenazada que sobrevive específicamente en un lugar llamado Bosque Impenetrable de Bwindi, un área montañosa que se comparte con Ruanda y República Democrática del Congo, pero que en Uganda tiene un turismo más desarrollado y seguro: es la principal razón que atrae a visitantes extranjeros a este país. "Pero Uganda no se trata solamente de gorilas, ni de chimpancés, que se ven en un área diferente, el Parque Nacional Kibale.
Es cierto que muchos turistas vienen directamente hasta Bwindi desde destinos como Kenia o Tanzania (existe un aeródromo cercano a este lugar al que se llega en avioneta) y luego se van, pero este país tiene mucho más que ver, sobre todo si uno se propone recorrerlo tal como lo hicimos nosotros: por tierra". "Uganda es un país eminentemente rural. Su capital es Kampala, donde viven 1,7 millones de habitantes.
Nuestro recorrido, en todo caso, partió en Entebbe, una ciudad de 90.500 habitantes ubicada a orillas del gigantesco lago Victoria, a la que llegamos volando desde Johannesburgo, Sudáfrica. "Allí ya comenzamos a ver las características que hacen especial a este país, comparado con otros destinos de África. Uganda es muy verde, hacia donde mires, y tiene un clima tropical: la línea del Ecuador pasa por aquí.
No tiene ese típico paisaje reseco de sabana ni tampoco tantos animales: de hecho, es un destino que yo no recomendaría si lo que quieres es venir a ver a los cinco grandes, porque si bien hay elefantes, búfalos o leones, no se ven tantos. "Uganda es un destino para quien ya fue a los lugares clásicos de África y busca una experiencia diferente, con el highlight que representan los gorilas de montaña y los chimpancés. Pero también hay muchas aves. De hecho, nuestra primera escala en este viaje fueron los humedales de Mabamba, que están a orillas del lago Victoria, cerca de Entebbe. Allí, la principal atracción es un ave llamada picozapato, que es como un pájaro prehistórico: mide alrededor de un metro veinte de alto y está en peligro de extinción.
Para llegar a verla, primero nos subimos a una especie de lancha turística y luego proseguimos la navegación en una canoa de madera, todo en un ambiente precioso, verde, lleno de flores de loto y de muchas otras aves. Los guías locales se van dateando para encontrarlo, porque no es tan fácil verlo.
Nosotros estuvimos navegando como 45 minutos, hasta que lo vimos, pero luego voló y la canoa ya no podía seguir adentrándose. "Al día siguiente el viaje continuó hacia una de las razones principales que nos trajo a Uganda: observar a los chimpancés. Para eso fuimos al Parque Nacional Kibale, que tiene un bosque tropical donde viven estas especies. Nosotros hicimos una experiencia que se llama `de habituación', que es más larga y completa que si solo realizas un trekking para ir a verlos. La diferencia es que con ese recorrido puedes pasar tiempo con ellos y ver poblaciones que tienen menos contacto con los seres humanos. Hay que levantarse temprano en la mañana y sales en grupos de máximo 8 personas. Es una caminata larga e intensa, que dura alrededor de cuatro horas.
Vas por un lugar húmedo y caluroso, y además debes usar mascarilla, para evitar transmitirles infecciones a los chimpancés. "Estos se mueven mucho por el bosque, corren y se suben a los árboles, golpean sus troncos. Pero los guías (que van armados, lo que llama la atención, pero lo usan por seguridad en caso de que deban disuadir a algún animal salvaje) saben encontrarlos. En esta experiencia, además, puedes ver el trabajo que hacen científicos para estudiarlos. "El esfuerzo tiene una recompensa: pudimos ver y fotografiar a muchos chimpancés, grupos grandes de hasta 50 individuos.
Al principio, sientes esa sensación como de ansiedad, porque no sabes cómo va a ser cuando aparezca, qué tamaño tienen y cómo se comportan, pero como aquí puedes pasar más tiempo con ellos, esa especie de miedo inicial va desapareciendo y te relajas, anticipas cómo se van a mover y puedes acercarte un poco más. "A veces los chimpancés se paseaban entre nosotros. De hecho, a mí me tocó una situación especial: un chimpancé comenzó a correr hacia mí de frente y no se detenía. Al final, se acercó tanto que llegó a rozar mis pantorrillas. Me asusté y una persona que estaba a mi lado me agarró. Los científicos dijeron que ese había sido un comportamiento extraño, pero me lo explicaron: el chimpancé corría de esa forma para unirse con su grupo porque había escuchado un llamado para comer.
Fue como si le hubieran dicho `el almuerzo está servido', y él partió desesperado". "Aunque Uganda es un país de ambiente más rural, con poco desarrollo, las carreteras en las salidas de las ciudades son buenas.
Entre cada destino teníamos que viajar unas 3 a 4 horas, lo que nos permitía ir visitando pueblos como Bigodi, donde llamaban mucho la atención las mujeres, con unas ropas y túnicas muy coloridas, y las hermosas artesanías que elaboran. "Nosotros estuvimos en octubre, que es justo después del período más lluvioso, pero igual nos tocaron fuertes aguaceros. Eso es una característica de Uganda: siempre llovía entre las dos y las tres de la tarde, y era como que se caía el cielo. Truenos, relámpagos. De pronto se mataba lloviendo y luego todo terminaba abruptamente, la lluvia se acababa y el cielo se abría. La tierra en Uganda es roja, arcillosa, y muy fértil: todo se da muy bien. "Nuestra siguiente escala fue el Parque Nacional Queen Elizabeth, que atravesaríamos de norte a sur. La idea era navegar por el canal de Kazinga, que tiene 32 kilómetros y une los lagos George y Edward. Fuimos en una lancha grande, acercándonos a las orillas, y ahí pudimos ver fauna más grande, como elefantes, búfalos, hipopótamos, además de muchas aves.
Es una navegación muy linda, de unas cuatro horas, que además sirve para ver pequeños pueblos de pescadores, a quienes solo se les permite pescar de noche, para dejarles el resto del día en el canal a los turistas. "Este parque nacional también es hogar de los leones trepadores, que se llaman así porque suelen verse arriba de los árboles. Te dicen que es una condición especial que se da en Uganda, pero en verdad también la había visto en Tanzania. "Finalmente, pudimos ver leones, pero solo de noche. Nos tocó un temporal, entonces apenas pudimos hacerles fotos". "Tras la visita al Parque Nacional Queen Elizabeth venía la joya de este recorrido: Bwindi, la tierra de los gorilas de montaña. Para llegar hasta allí fuimos atravesando colinas y aldeas que nos seguían mostrando la vida rural de Uganda. En todo nuestro recorrido nos sorprendió ver pocos turistas en las carreteras y caminos; solíamos ser los únicos. Supongo que la mayoría llega a Bwindi en avioneta. "Antes del parque, visitamos a los batwa, una tribu de pigmeos que habitaron estas tierras antes de que fueran declaradas santuario de la naturaleza.
Ellos eran expertos conocedores de estos bosques y sus recursos, pero con la llegada de otros grupos étnicos y la expansión de la agricultura fueron desplazados de sus tierras ancestrales y marginados. "Finalmente llegamos al Bosque Impenetrable de Bwindi, cuyo nombre no es exagerado: realmente se trata de un bosque densísimo y con terrenos escarpados. De hecho, llegar a ver los gorilas no es fácil: hay que caminar por senderos complicados, con bastante inclinación, barro, vegetación, hormigas que pican fuerte. No es una actividad para cualquier persona: hay que tener buenos zapatos de trekking, usar bastones, polainas.
Además, aquí hace más frío, porque el bosque de Bwindi está entre 1.200 y 2.600 metros de altura. "El turismo con gorilas está muy controlado, y también es una experiencia muy exclusiva: cuesta unos 800 dólares por persona. En el parque viven alrededor de 12 grupos de gorilas, y están muy bien identificados. Solo se permite una visita al día a uno de ellos, para grupos de hasta 8 personas. Es el parque el que te asigna qué grupo de gorilas vas a visitar en compañía de sus guías.
Como sea, es una actividad que debe reservarse con al menos 6 a 8 meses de anticipación, y está hecha a nombre de cada pasajero: si desistes o no puedes ir, perderás tu dinero. "Cuando llegas al parque, entras primero a una especie de gradería donde los guías te explican cómo será la experiencia y dividen a los grupos según las condiciones físicas que vean. Algunos gorilas están lejos, otros más cerca. "Nosotros hicimos dos trekkings, uno cada día. El primer grupo nos tocó cerca, pero no fue fácil. Era un sendero en subida, donde era fácil caerse.
Algunos tuvimos que contratar a un porteador para que nos llevara el equipaje, porque íbamos con mochilas muy pesadas. "Los guías y rastreadores saben bien dónde están los gorilas, que están más quietos que los chimpancés que habíamos visto en Kibale. Haber hecho esa actividad primero hizo que estuviésemos un poco más preparados cuando fuimos a Bwindi, porque esto no era un simple paseo. Fue bien difícil. "La visita es muy controlada: cuando los encuentras, tienes un cierto tiempo para observarlos, fotografiarlos. Por lo general es una hora de visita y luego debes regresar. "Nosotros logramos verlos muy cerca: debemos haber estado a unos dos metros de distancia. Y es impresionante, sobre todo por el tamaño que tienen: algunos pueden medir un metro y medio. Son enormes, prácticamente como una persona.
Además, llama la atención la delicadeza de los movimientos de sus manos, sus palmas, el sonido que hacen cuando se golpean el pecho... "Uno siempre debe mantenerse en silencio, y los guías recomiendan no mirarlos directamente a los ojos, porque ellos pueden sentir cómo si los estuvieses desafiando.
Siempre te están dando indicaciones de qué hacer, cómo moverse. "Estas son experiencias que uno hace una vez en la vida, y creo que es diferente respecto de otros animales salvajes: un oso finalmente es un oso. Pero en un gorila tú te sientes reconocido. Es un animal que se parece a ti. Y eso es impactante". D África en verde UGANDA: F O T OS: C O NS T ANZA BRUNNER CLIC. Arriba, el picozapato en los humedales de Mabamba. Abajo, mujeres ugandesas y sus vestimentas coloridas. JOR GE MARAMBIO En el centro-este del continente, Uganda no solo es un destino verde por sus bosques tropicales y exuberantes, sino también porque todavía se siente como una especie de descubrimiento. Sobre todo si va más allá de su principal atractivo --los gorilas de montaña de Bwindi--, tal como cuenta en primera persona una fotógrafa de naturaleza chilena que acaba de estar ahí. TEXTO Y FOTOS: Constanza Brunner. EDICIÓN: Sebastián Montalva W. PRIMATES. Chimpancés en Kibale, donde los visitantes pueden realizar una experiencia "de habituación". ESCENAS. Niños en una aldea cercana a Bwindi, la tierra de los gorilas de montaña. Abajo, de safari en el Parque Nacional Queen Elizabeth..