Autor: Por: Germán Kreisel
Seis elementos claves para poder redirigir el fenómeno climático
Contexto preocupante El Decenio de las Naciones Unidas sobre la restauración y protección de los Ecosistemas tiene por objetivo prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y océanos, con el objetivo principal de combatir el cambio climático, prevenir una extinción masiva, proteger los sistemas alimenticios y erradicar la pobreza. El cambio climático es una amenaza global que ya golpea a algunas naciones del planeta, y Chile no queda fuera de este panorama.
Pero esta variación del clima no es casual: según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), a nivel global desde el año 2010 las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado en promedio 1,3% anualmente, siendo el año 2019 el que mayor incremento tuvo.
La influencia del ser humano en este proceso es innegable, la temperatura del planeta aumenta, los océanos han incrementado su nivel y han ido perdiendo su biodiversidad, incendios forestales afectan extensos territorios y los fenómenos climáticos son cada vez más impredecibles.
En ese sentido, en Chile desde hace un tiempo ya se observan los efectos que provoca el cambio climático en su geografía: hoy lidera el listado de países que enfrentan un alto estrés hídrico y atraviesa una seria crisis del agua debido a factores meteorológicos, pero también por una sobre explotación y uso poco eficiente del recurso. Todos elementos desfavorables que según estadísticas y proyecciones del Atlas de Riesgo Climático (ARClim) se acentuarán hacia el período 2035 — 2065.
Francisco Meza, coordiinadior científico de la entidad y académico e investigador del Centro de Cambio Global UC, explica que algunos de los efectos serán el incremento de las olas de calor sobre todo en la zona centro norte, en los valles interiores y sectores precordilleranos entre Coquimbo y Ñuble. “Otra de las proyecciones son las marejadas y oleaje extremo que recaerán en las zonas costeras, pero mayormente desde Antofagasta al Biobío.
También, aumentarían las islas de calor, efecto que se produce cuando en un centro urbano hay una mayor temperatura que en los alrededores, con mayor intensidad en la Región Metropolitana y de Valparaíso Cordillera”, explica el investigador. Acciones El informe del PNUMA ofrece nuevas estimaciones sobre como los sistemas humanos han sido responsables de acelerar este proceso.
Mauricio Hernández, académico investigador de la Facultad de Ingeniería y Negocios de la UDLA, y experto en fenómenos vinculados a la regeneración de ecosistemas, explica que hemos "sido capaces de alterar dinámicas y funciones claves de los ecosistemas, como la composición de especies, la fragmentación de hábitats, el flujo de energía y el ciclo químico.
Es así como las formas industrializadas de agricultura, los patrones excesivos de producción/consumo y la resistente dependencia hacia combustibles fósiles, dejan en manifiesto a los sistemas humanos como principales responsables de una liberación industrial arbitraria de dióxido de carbono, y como la amenaza número uno para la biodiversidad del sistema terrestre”. En esa línea, para generar soluciones concretas que permitan plantear una ruta hacia la mitigación de los efectos del cambio climático, el académico identifica seis puntos clave para atacar este fenómeno. Para detener esta amenaza global se debe ir mucho más allá de lo que ya se ha hecho. Debe ser una iniciativa de todos, pero principalmente de las naciones y sectores productivos para llegar a un acuerdo y coordinar acciones que eviten un desastre mayor.
ESFUERZO COORDINADO Aquellas naciones que subyacen el Acuerdo de París deberán actualizar sus contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN), explicando cómo pretenden comprometerse con una reducción de emisiones y generar resiliencia climática para los próximos años. MÁS ALLÁ DE LA SOSTENIBILIDAD Los objetivos sostenibles por sí solos no son suficientes para alcanzar la carbono neutralidad. El compromiso entre las naciones y sus empresas deberá ser más drástico, y no apuntar solamente a mantener condiciones de sustentabilidad de impacto cero.
HACERNOS CARGO Es urgente abordar la neutralidad en carbono, la transición hacia energías como el hidrogeno verde, la energía nuclear, la migración climática producto de la degradación y/o destrucción de ecosistemas y la restauración y protección de estos para garantizar la prosperidad y florecimiento de la vida. ECOCENTRISMO Cambiar nuestra forma de ver el mundo es un buen punto de partida.
En este sentido, instituir el ecocentrismo como una cosmovisión que reconoce un valor intrínseco en los ecosistemas y los elementos biológicos y físicos que los componen, podría no solo modificar nuestra forma de abordar el cambio climático, sino que también reconciliar la fragmentada relación entre sistemas humanos y sistemas naturales.
MODIFICAR LA VISIÓN ANTROPOCÉNTRICA No solo debiésemos adoptar una postura más tajante sobre una economía descarbonizada para detener el aumento de temperatura de la tierra, sino intentar modificar la compresión antropocentrista que la subyace, ya que dicha concepción está modificando drásticamente la dinámica, variabilidad y complejidad de los ecosistemas. HACIA LA REGENERACIÓN Posiblemente, todos los principios y soluciones sostenibles son insostenibles en largo plazo si no son también intrinsicamente regenerativos. Ser mucho más que sostenibles no debiese ser una opción. Necesitamos más que eso.
Esencialmente, la palabra regenerativo significa: la capacidad de traer a la existencia de nuevo, o algo que crece o vuelve a crecer; por lo tanto, si un elemento, población, ecosistema o cualquier sistema viviente es regenerativo, tiene la capacidad inherente de volver a existir.
“Las formas industrializadas de agricultura, los patrones excesivos de producción/consumo y la resistente dependencia hacia combustibles fósiles, dejan en manifiesto a los sistemas humanos como principales responsables de una liberación industrial arbitraria de dióxido de carbono, y como la amenaza número uno para la biodiversidad del sistema terrestre”. Mauricio Hemández, académico investigador de la Facultad de Ingeniería y Negocios de la UDLA.
Resumen
Es así como las formas industrializadas de agricultura, los patrones excesivos de producción/consumo y la resistente dependencia hacia combustibles fósiles, dejan en manifiesto a los sistemas humanos como principales responsables de una liberación industrial arbitraria de dióxido de carbono, y como la amenaza número uno para la biodiversidad del sistema terrestre”., El Decenio de las Naciones Unidas sobre la restauración y protección de los Ecosistemas tiene por objetivo prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y océanos, con el objetivo principal de combatir el cambio climático, prevenir una extinción masiva, proteger los sistemas alimenticios y erradicar la pobreza., “Las formas industrializadas de agricultura, los patrones excesivos de producción/consumo y la resistente dependencia hacia combustibles fósiles, dejan en manifiesto a los sistemas humanos como principales responsables de una liberación industrial arbitraria de dióxido de carbono, y como la amenaza número uno para la biodiversidad del sistema terrestre”.
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