Arturo Alessandri (1920): una elección entre amenazas
Arturo Alessandri (1920): una elección entre amenazas a elección presidencial de 1920 fue una de las más emocionantes, polémicas e importantes de la historia de Chile.
Además, fue una definición que, como pocas, representó un cambio de época, como es el paso del parlamentarismo al presidencialismo, o bien una incipiente evolución desde los grupos que habían gobernado en el siglo XIX a los sectores medios que serían más relevantes en el XX.
Desde la victoria opositora de 1891, Chile había vivido bajo un extraño y extremo régimen parlamentario, el cual no estaba regulado de acuerdo con las reglas propias de este sistema que caracterizaba a países como Inglaterra. En ese tiempo hubo varios presidentes que ejercieron el cargo con una gran regularidad y continuidad institucional: Jorge Montt, Federico Errázuriz Echaurren, Germán Riesco, Pedro Montt, Ramón Barros Luco y Juan Luis Sanfuentes.
El estilo de ellos, en general, era de carácter parlamentario: "Acataré las resoluciones y votos del Congreso como manifestación de la voluntad nacional", dijo Jorge Montt en 1891 antes de llegar a La Moneda; Riesco advirtió que "no seré una amenaza para nadie", mientras se atribuía a Barros Luco la fórmula "hay dos clases de problemas: los que no tienen solución y los que se solucionan solos". La supremacía del Congreso implicaba, como se puede apreciar, la anonadación de la figura presidencial. Hacia la segunda década del siglo XX las cosas habían cambiado.
En ello influía el surgimiento de la crisis social y la crítica que desarrollaron diversos y autores, quienes denunciaron la grave situación de pobreza, estancamiento, mala educación, problemas políticos e incluso raciales que afectaban a Chile tras un siglo de vida independiente.
Como sostuvo Mario Góngora en un brillante artículo, la libertad política había sido un concepto clave en el pensamiento chileno de fines del siglo XIX y comienzos del XX, para luego avanzar a un "concepto económico de gobierno" hacia 1915-1935.
Lo resumió muy bien El Mercurio (25 de junio de 1920) en un artículo, cuando el proceso electoral llegaba a su fin: "Son problemas económicos y sociales los que principalmente reclaman hoy la acción de los poderes públicos y el concurso de todos los hombres de buena voluntad". La irrupción de personajes como Arturo Alessandri representaban en buena medida el cambio de época que comenzaba a vivir Chile. Por una parte, buscaba cambios en el régimen parlamentario; por otro lado, era un hombre de personalidad fuerte y que no estaría dispuesto a dejarse dominar por el Congreso. En alguna medida, era una personalidad más parecida a Balmaceda que a los gobernantes de los últimos treinta años. El León de Tarapacá Arturo Alessandri Palma era una figura importante de la política durante el régimen parlamentario. Era un orador La de 1920 fue una elección emocionante. Y significó un cambio de época: el fin del parlamentarismo y el inicio de un camino al presidencialismo, que en el fondo traía aparejado a un nuevo grupo social haciéndose del poder. Lecturas & Documentos Por Alejandro San Francisco Serie 102 años de campañas presidenciales (I) La foto oficial de la Presidencia: Arturo Alessandri, asume con 52 años la conducción del país. Arturo Alessandri (1920): una elección entre amenazas.
Arturo Alessandri (1920): una elección entre amenazas notable, que encandilaba a las masas, su querida "chusma", como le llamaba, un pueblo que se comprometió con él con una especie de amor de juventud (Julio Pinto y Verónica Valdivia, ¿Revolución proletaria o querida chusma? Socialismo y Alessandrismo en la pugna por la politización pampina 1911-1932). Paralelamente, despertaba ciertos temores en círculos parlamentarios. Poseía una gran formación jurídica e histórica, estudió Derecho en la Universidad de Chile y escribió su tesis sobre las habitaciones obreras.
Casado con Rosa Ester Rodríguez, tuvieron ocho hijos, uno de los cuales fue elegido Presidente de la República en 1958 (Jorge), otro fue candidato presidencial (Fernando, en 1946) y algunos destacaron en diversos ámbitos de la vida nacional (como fue el caso de Arturo, gran abogado). La dinastía política continuaría, y su nieto Arturo (Alessandri Besa) fue diputado, senador y también candidato presidencial en 1993. En 1891, el joven Alessandri Palma luchó contra José Manuel Balmaceda en la guerra civil, como "periodista clandestino" (sobre lo cual escribió el libro La Revolución de 1891. Mi actuación); fue diputado desde 1897, con una campaña muy vistosa, y después senador en 1915, cuando recibió el apelativo que lo haría famoso, el León de Tarapacá. Muy pronto llegaría a ser ministro del Interior de Juan Luis Sanfuentes. Gonzalo Vial afirma que desde esa última fecha "el poder" y "la Presidencia" fueron "el motor fundamental" de Alessandri (Historia de Chile, Vol. III, Arturo Alessandri y los golpes militares). En 1920 llegó la hora decisiva para Alessandri. Asumió la representación del Partido Liberal, compitiendo con otras figuras de la Alianza Liberal para definir al candidato presidencial.
En la Convención Liberal participaron como candidatos Enrique Mac Iver y Armando Quezada (ambos radicales), el propio Alessandri, Eliodoro Yáñez y José María Valderrama (los tres liberales), además del demócrata Artemio Gutiérrez y el liberal democrático (balmacedista) Emilio Bello Codesido.
En la segunda votación quedaron Alessandri, Yáñez, Quezada y Mac Iver, imponiéndose el León con gran votación (801 votos, entre los 1.437 delegados). Rápidamente lo fueron a buscar se encontraba en casa con su familia y fue recibido en la Convención "con atronadores aplausos, en medio de un entusiasmo desbordante". En sus Recuerdos de Gobierno, el León continúa recordando cuando le pidieron que desarrollara su Programa, para lo cual pidió un día más.
No ocurrió así y rápidamente debió "improvisar", y se dirigió "a desarrollar mis ideas tales como venían, sin haber podido meditar ni acomodarlas". Así nació el discurso-programa de Alessandri, donde expuso ideas educacionales, en materias de familia y relaciones internacionales, la separación de la Iglesia con el Estado, la necesidad de reformar el régimen parlamentario y la descentralización administrativa, reformas administrativas, instrucción primaria obligatoria, legislación social y la defensa de la raza, creación de impuestos y sobre habitaciones obreras.
Frente a la declaración "no quiero ser una amenaza para nadie", el León postulaba otro lema: "Quiero ser amenaza para los espíritus reaccionarios, para los que resisten toda reforma justa y necesaria: esos son los propagandistas del desconcierto y del trastorno.
Yo quiero ser amenaza para los que se alzan contra los principios de justicia y de derecho; quiero ser amenaza para todos aquellos que permanecen ciegos, sordos y mudos ante las evoluciones del momento histórico presente, sin apreciar las exigencias actuales para la grandeza de este país; quiero ser una amenaza para los que no saben amarlo y no son capaces de hacer ningún sacrificio por servirlo". Finalmente, el candidato de la Alianza Liberal aseguraba que sería una amenaza "para todos aquellos que no comprenden el verdadero amor patrio y que, en vez de predicar soluciones de armonía y de paz, van provocando divisiones y sembrando odios, olvidándose de que el odio es estéril y que sólo el amor es fuente de vida, simiente fecunda que hace la prosperidad de los pueblos y la grandeza de las naciones". Como se puede apreciar, no se trataba simplemente de un programa, sino que un discurso de esta naturaleza era el símbolo de un cambio histórico, la representación clara de una época que se terminaba y el anuncio del porvenir.
En una entrevista a revista Zig-Zag (N 802,3 de julio de 1920), Alessandri declaró entender el temor que causaban sus propuestas: "La resistencia, el horror por las reformas de alguna trascendencia es una característica de las clases conservadoras", aseguró. En estas definiciones programáticas y en la comprensión del tiempo histórico, se mezclaban tanto ideas como un estilo político nuevo, propuestas específicas con una mística que anunciaba tiempos diferentes y mejores.
Es verdad que algunas de sus propuestas eran polémicas, pero quizá más relevante era el estilo del León, que despertaba temores y sensación de amenaza. "Agitador y demoledor", lo llamaría Ricardo Donoso, uno de sus biógrafos más críticos, mientras otros se referían a él con gran admiración.
De alguna manera, su campaña fue llamada del "Cielito lindo", por el uso que se hizo de esa canción para la propaganda alessandrista. "Va en brazos de la Alianza, Cielito Lindo, el gran Arturo, y es natural con esto, Cielito Lindo, triunfo seguro. / Una marca de fuego Cielito Lindo, tiene Borgoño, la de creerse libre, Cielito Lindo, y ser pechoño. / Una conquista haremos, Cielito Lindo, los radicales: que todos los chilenos, Cielito Lindo, seamos iguales. / CORO: Ay, ay, ay, ay. Barros Borgoño, aguárdate que Alessandri, Cielito Lindo, te baje el moño". Las diferencias programáticas con el candidato de la Coalición, Luis Barros Borgoño, no eran sustanciales, como muchas veces se supone. Más bien se podían apreciar estilos contradictorios y un ambiente de campaña que en el caso de Barros Borgoño tendía más a la conservación y en el de Alessandri al cambio.
Además, el primero era más tradicional, mientras el segundo se caracterizaba por un carácter impetuoso y con rasgos de populismo en la acepción de estilo político, del que habla Alan Knigth que eran la antítesis de las formas propias del parlamentarisLas ligas contra el cohecho fueron una de las herramientas de la campaña de Alessandri: aquí un grupo de mujeres obreras promoviendo su candidatura. Ficha de autor Alejandro San Francisco. Académico de la Universidad de Tarapacá y profesor de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Coautor de la Historia de Chile 1960-2010 (USS, 9 tomos publicados). Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile y Doctor en Historia por la Universidad de Oxford, Inglaterra.. Arturo Alessandri (1920): una elección entre amenazas mo. "Ya tenemos quien le pise la cola al Gato de Tarapacá.
Arturo, Arturo, ya no te hayas seguro", anunciaban los partidarios del candidato de la Unión, agregando otras "agresiones" que reflejan el estilo de la época: "Aunque el león sea muy ducho/se lo va a comer don Lucho", "¿Quién le bajará al león el moño? ¡ Barros Borgoño!". En el camino surgió un tercer candidato: el líder obrero Luis Emilio Recabarren, fundador del Partido Obrero Socialista y que en 1922 daría vida al Partido Comunista de Chile.
En un comienzo estos sectores consideraban que la elección era una lucha entre sectores burgueses, pero finalmente optaron por presentar la candidatura de Recabarren (frente a algunos que pensaban en apoyar a Alessandri), aunque se levantó tardíamente y como una opción minoritaria. Resultados y resoluciones En su excelente libro sobre el tema, René Millar sostiene que "la violencia fue el denominador común ese día [25 de junio, fecha de la jornada electoral] en muchas regiones del país.
La Alianza Liberal, a través de las ligas contra el cohecho se dedicó a impedir por la fuerza la votación de los adictos a la candidatura de Barros Borgoño en las zonas urbanas; las acciones más violentas de estos grupos se registraron en las ciudades de Santiago, Rancagua e Imperial.
A su vez, partidarios de la Unión Nacional cometieron atropellos de diversa índole en muchas localidades rurales" (en La elección presidencial de 1920, Editorial Universitaria, 1982). "Ambos candidatos se atribuyen el triunfo", tituló en portada El Diario Ilustrado al día siguiente, lo que ilustraba la complejidad del momento político que vivía el país.
Por el contrario, El Mercurio tuvo una visión diferente: "El triunfo es inamovible", titulaba sobre la imagen de Arturo Alessandri, con un pie de foto que resumía la situación: "Elegido Presidente de la República, por la soberanía popular, en el acto electoral de ayer". Las elecciones, bajo la Constitución de 1833, operaban mediante sistema de electores, quienes a su vez elegían después al Presidente de la República. No obstante, en los debates había una discusión en relación con los electores de Ancud.
En una entrevista a revista Zig-Zag (N 802), Alessandri declaró: "Negarse a reconocer el triunfo de la Alianza Liberal, negarse a reconocer la expresión de la voluntad popular, libre y soberana, es colocarse en situación revolucionaria.
Son ellos, pues, los subversivos y los antipatriotas". En una conversación con Fernando Lazcano, Alessandri aseguró que defendería su triunfo "a mano armada si era necesario y que no dejaría por ningún motivo que se me arrebatara el triunfo, aun cuando me costara la vida" (Recuervo gobernante, siendo presidente del Senado Luis Claro Solar. Ese día hubo un Te Deum, idea del arzobispo Crescente Errázuriz, que el León aprobó pese a la reticencia de algunos de sus partidarios. Así se iniciaba "la época de los caudillos", como la denomina Mario Góngora, quien incluye en su análisis al coronel Carlos Ibáñez del Campo, quien pronto llegaría a tener una influencia decisiva en Chile.
Alessandri designó de inmediato a sus ministros de Estado y luego pasó al nombramiento de intendentes, gobernadores y diplomáticos, lo que consideraba una "tarea desesperante", porque implicaba ceder ante los parlamentarios y sus grupos, porque si bien era prerrogativa presidencial el nombramiento de sus ministros, la influencia parlamentaria respondía a "males inherentes a la prepotencia que daba a los representantes en el Congreso, el parlamentarismo vicioso que de hecho se había entronizado en nuestra vida política" (Recuerdos de gobierno, Tomo I, p. 62). Así comenzaba el último gobierno del parlamentarismo chileno, con el gobernante que cerraría la etapa de la Constitución de 1833.
Durante el proceso electoral y tras los resultados de los comicios, Chile siguió viviendo otros problem a s g r a v e s q u e r e f l e j a b a n l a descomposición institucional. Uno de ellos fue la llamada "guerra de don Ladislao" (por el ministro de Guerra Ladislao Errázuriz), conflicto irreal y que parecía dirigido a evitar la elección de Alessandri. El momento bélico había generado la protesta de la Federación de Estudiantes (la combativa FECH), lo que llevó a un ataque a la sede de la Federación, que resultó saqueada. Adicionalmente, la Federación Obrera de Magallanes fue incendiada. Se vivían "días de incertidumbre", como han resumido René Millar y Joaquín Fernández en su artículo "La elección presidencial de 1920. La rebelión del `Cielito Lindo'". Pese a todo ello, la elección terminó de una manera que permitía, al menos por un tiempo, la continuidad institucional.
El final del régimen parlamentario resultaba entonces imprevisible, pero de alguna manera representaría el corolario de la polarización de 1920 y de una crisis institucional que estaba entrando en su fase final de descomposición. dos de Gobierno, Tomo I, p. 47). A pesar de estas convicciones y ante la incertidumbre, el candidato de la Alianza Liberal propuso la formación de un Tribunal de Honor para resolver el asunto, fórmula curiosa e impropia, y otro signo de la crisis del régimen de gobierno.
Los miembros del Tribunal de Honor fueron Ismael Tocornal y Emiliano Figueroa, como exvicepresidentes de la República; Fernando Lazcano (después reemplazado por Abraham Ovalle) y Ramón Briones Luco, como Presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados; Armando Quezada Acharán, Luis Barriga y Guillermo Subercaseaux, elegidos de común acuerdo. Era un grupo representativo de la realidad política nacional y diverso en su composición. El organismo, nacido de un pacto firmado por la Alianza Liberal y la Unión Nacional, resolvió el triunfo de Alessandri, con 179 electores, frente a los 174 que logró Barros Borgoño. De esta manera, el Congreso Pleno procedió a proclamar a Alessandri por amplia mayoría, con 87 votos, habiendo 29 sufragios en blanco. Alessandri, Presidente A la larga, Arturo Alessandri Palma fue elegido Presidente de la República. Nacido el 20 de diciembre de 1868, tenía 51 años cuando llegó a La Moneda, y doce años después tendría una nueva gestión a la cabeza del Gobierno de Chile. El 23 de diciembre asumió como nueEl Presidente Arturo Alessandri revisando las obras de hermoseamiento del Cerro San Cristóbal junto a una visita extranjera: el príncipe Humberto de Saboya, en 1924. La foto de revista Zig Zag muestra la firma de la Constitución de 1925, en septiembre de ese año, por el propio Alessandri. Lecturas & Documentos.