Autor: Por_ Catalina Mena (Ocatalina. Mena. larraín
Sergio Larraín, la foto perdida
Asta su muerte, en 2012 (cuando tenía 80 años) Sergio Larraín Echenique era un mito: el único fotógrafo chileno que perteneció a la prestigiosa agencia Magnum, donde fue invitado nada menos que por Cartier-Bresson. Sus imágenes, publicadas en algunos libros desde los 90, ya ejercían un potente magnetismo: eran raras, poéticas y bellas. De hecho, su figura era venerada por fotógrafos chilenos y extranjeros de todas las edades.
La historia decía que, en la cima de su carrera como reportero gráfico en Europa y Latinoamérica, a los 30 años, cuando ya había publicado en revistas como «Paris Match» y «Life», confesó que los encargos comerciales del fotoperiodismo lo estresaban y que su búsqueda era espiritual. Dedicó el resto de su vida a explorar su mente y su alma y, a los 47 se salió | del mundo, recluyéndose en el valle del Limarí para convertirse en una especie de monje. Nunca más publicó sus fo| tografías en un medio periodístico y se consagró a una vida mínima y austera, practicando yoga, meditación, pintura, | filosofía y escritura. De hecho, la obra de sus últimos 30 años son libritos hechos artesanalmente, con reflexiones religiosas, políticas, ecológicas y consejos para la vida cotidiana. Todo esto está contado en mi libro «Sergio Larraín, la foto perdida» (Ediciones UDP), donde intento desengranar el mito. Sergio Larraín era mi tío, hermano de mi madre, y en su infancia fueron muy cercanos. Pero también, dentro de la familia, su figura era un enigma poblado de silencios e hilachas sueltas. Escribir el libro fue una forma de atar hebras. Descubrí, lo primero, que desde su adolescencia había tenido muy malas relaciones con su padre, quien representaba todo lo que él odiaba. Mi abuelo era un tipo exitoso, con una situación económica privilegiada y una elevada curiosidad intelectual.
Fue Decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica, fundó la Escuela de Arte, fue regidor por Santiago, embajador de Chile en Perú, Premio Nacional de Arquitectura, coleccionista y fundador del Museo de Arte Precolombino. Esta figura dominante agobiaba a su hijo hipersensible, retraído y emocionalmente inestable.
El conflicto con el padre atraviesa mi libro (qué determinantes son los padres en la psiquis de los varones). Explica, en gran parte, la huida del fotógrafo no sólo como un modo de arrancar del fotoperiodismo y del mundanal ruido, sino también de alejarse de la familia. Supe que muchas veces lo fueron a ver al Limarí y no les abrió la puerta. Tampoco tenía timbre, ni teléfono, ni computadora, ni e-mail. Así es que yo tampoco tuve contacto con él.
Sólo había visto sus fotografías y leído las cartas que enviaba a mi madre, donde solía reprocharle su estilo de vida burgués y el hecho de haber tenido siete hijos (mi gemela y yo somos las menores). Desde su retiro en el Limarí, mi tío se había convertido en un predicador incansable y enviaba cartas a todo el mundo señalando lo que tenían y lo que no tenían que hacer. Hablaba de la necesidad de bajar la natalidad, de tener un huerto y alimentarse de la propia producción, de meditar y hacer yoga diariamente, de no ver televisión, etc. Muchas de sus ideas provenían de su estadía en el grupo Arica, donde estuvo algunos años tras abandonar la agencia Magnum y habiendo pasado por distintas terapias psicológicas. Se trata de una secta liderada por el fallecido gurú boliviano Oscar Ichazo, que mezclaba conocimientos sufi, budistas y otras filosofías orientales, además de una serie de prácticas corporales. Ahora me doy cuenta de que este libro se trata de muchas otras cosas.
Es un ensayo sobre la importancia de reconocer la influencia de los ancestros y, al mismo tiempo, liberarse de ella; sobre la dificultad de adaptarse a un sistema que deshumaniza; sobre Chile y sus dolores; sobre el privilegio y la pobreza; sobre los vínculos entre creatividad, neurosis y espiritualidad; sobre la vida como un proyecto artístico y el arte como una forma de vida. Todo se mezcla en este texto. ¿Qué me pasó escribiendo este libro? Si lo pienso, pudo ser algo así como una terapia intensiva. Escribirlo me obligó a entrar en zonas que tenía clausuradas y darme cuenta de vicios, hábitos y traumas heredados de mi familia. También hoy me reconozco en muchas ideas y actitudes de este tío que fue un buscador genuino, hipersensible, creativo y profundamente neurótico. CATALINA MENA Sergío Larraín. L la foto perd TO pl se encuentra en casi todas las librerías del país y en la plataforma buscalibre. Cl Precio entre $12.000 y $14.000 A CION VIDAS COLE Catalina Mena Larraín