EDITORIAL: Rezagos educativos
EDITORIAL: Rezagos educativos N o hay demasiados estudios respecto de los impactos que, en distintas latitudes, produjeron la gripe española y el cierre de colegios que la acompañó sobre la educación y las habilidades de los niños y jóvenes.
A pesar de que entre esas pocas investigaciones hay algunas que concluyen que no hubo consecuencias evidentes, la mayoría muestra efectos negativos en vinculación con el sistema escolar y en competencias fundamentales lectoras y matemáticas, especialmente en las mujeres. Y eso que entonces la cobertura escolar no era muy significativa. Los efectos, además, perduraron por décadas. Ahora, en un mundo muy distinto, son numerosos los estudios que han evaluado los efectos del cierre de colegios que produjo el covid. Y los resultados no son alentadores. Nuestro país, de acuerdo con reportes de la Unesco y de otras organizaciones, es uno de los que mantuvieron por más tiempo cerrados los establecimientos. Hay un riesgo elevado, pues, para el desarrollo de nuestros niños y jóvenes. Sin embargo, ese riesgo no parece estar enfrentándose con la dedicación requerida. Una cierta complacencia con la recuperación de los resultados del Simce de cuarto básico y la superación de los niveles previos a la pandemia parecen haber diluido las aprensiones. En esa mirada, se han olvidado los muy mediocres desempeños en otros niveles educativos. Un estudio reciente del CIAE, de la Universidad de Chile, y de Líderes Educativos, de la Universidad Católica de Valparaíso, constituye una campanada de alerta. Entre otros aspectos, muestra que los niveles de inasistencia crónica se duplicaron después de la pandemia y la reversión del fenómeno ha sido muy parcial. La desvinculación creció significativamente, sobre todo en la educación pública, y no hay signos de mejoría. La proporción de establecimientos que presentan retrocesos en aprendizaje y desvinculación suma 39 y 35 por ciento para la educación básica y media, respectivamente. Otro 40 por ciento muestra un deterioro en una sola de estas dimensiones. Son indicadores demasiado significativos para ignorarlos.
Es indispensable, entonces, fortalecer, por un lado, las iniciativas que aspiran a vincular a niños y jóvenes con sus colegios y, por otro, aquellas que buscan enfatizar las competencias fundamentales sin las cuales los aprendizajes futuros y las trayectorias profesionales se ven menoscabadas.
En circunstancias como las actuales no deja de ser sorprendente que se siga, por ejemplo, intentando introducir nuevos contenidos al currículum nacional y no se ponga foco en la crisis que estamos experimentando y que, todo indica, está teniendo impactos negativos para el desarrollo cognitivo y socioemocional de nuestros niños y jóvenes. Al mismo tiempo, no se ha avanzado en desahogar a los planteles de un peso administrativo enorme e innecesario, que distrae el liderazgo pedagógico de las urgencias actuales. Si no se aborda con más responsabilidad esta situación, los costos serán significativos y se acumularán en el tiempo. Una injustificada complacencia parece haber diluido la preocupación por abordar los efectos de la pandemia. Rezagos educativos.