Autor: THE NEW YORK TIMES
Cambios de postura y distracción: así decidió Trump bombardear Irán
Cambios de postura y distracción: así decidió Trump bombardear Irán De pie en el podio de la sala de prensa de la Casa Blanca la tarde del jueves, Karoline Leavitt, la secretaria de prensa, leyó un mensaje que venía “directamente del Presidente” Donald Trump, en el que decía que tomaría su decisión sobre si atacar o no a Irán en “las próximas dos semanas”. Menos de 30 horas después, el mandatario dio la orden de asalto.
Trump estaba bajo presión del ala no intervencionista de su partido para mantenerse al margen del conflicto, y ese mismo día almorzaba con uno de los críticos más abiertos a una campaña de bombardeos, Steve Bannon, lo que alimentó las especulaciones de que podría contenerse. Fue, casi por completo, una maniobra de distracción.
La afirmación de Trump de que tenía “dos semanas” fue solo un aspecto de un esfuerzo más amplio de distracción política y militar que se extendió por ocho días caóticos, desde los primeros ataques israelíes contra Irán hasta el momento en que una flota de bombarderos B-2 ejecutó los primeros ataques militares estadounidenses dentro de Irán desde la revolución teocrática de 1979.
Entrevistas con funcionarios del gobierno, aliados y asesores de Trump, y oficiales del Pentágono revelan cómo, durante ese período, distintas facciones de sus aliados compitieron por influir en un Presidente que oscilaba entre la guerra y la diplomacia.
A la vez que se reunía con una u otra facción, Trump hacia comentarios ambiguos sobre que podría tomar una decisión “un segundo antes de que sea necesaria”, a la vez que llamaba a evacuar Teherán y a “estar atentos”. Estas declaraciones públicas ACNALBASAC / OTOHPPFA Al otro día, el Presidente le dijo a otro asesor que se inclinaba por usar las “bombas rompe-búnkeres” en Fordow. El asesor salió de la conversación convencido de que Trump ya había decidido atacar los sitios nucleares iraníes. Al mismo tiempo, el equipo del Presidente seguía de cerca cómo reaccionaban sus partidarios más prominentes en redes sociales y televisión ante la posibilidad de que EE.UU. se uniera más visiblemente a la guerra.
La planificación estuvo a cargo del general Michael Erik Kurilla, comandante del Comando Central, y del general Dan Caine, presidente del Estado Mayor Conjunto, aunque sus equipos estuvieron preocupados en todo mom e n t o p o r l a s f r e c u e n t e s publicaciones de Trump en redes sociales que parecían alertar que el ataque se avecinaba. El martes de la semana pasada, Trump prácticamente había tomado la decisión de atacar a Irán, y varios asesores de la línea no intervencionista se dieron cuenta de que probablemente no podrían impedir la ofensiva. Entonces enfocaron sus esfuerzos en evitar que el conflicto se transformara en una guerra prolongada para cambiar el régimen. El jueves, Trump almorzó con Bannon, lo que fue interpretado por algunos como una señal de que estaba dudando. A eso se sumó el comunicado de Leavitt. Pero fue una maniobra calculada para ganar tiempo y dar la impresión de que no había un ataque inminente. La estrategia parece haber sido efectiva.
Un día más tarde Trump ordenó iniciar la maniobra en Irán y unas 20 horas después de eso, los B-2 lanzaron sus bombas sobre algunas de las principales instalaciones nucleares de Irán. generaron preocupación en el Pentágono y el Comando Central de EE.UU., donde los planificadores militares temían que Trump estuviera dando demasiada advertencia a Irán sobre el ataque. Ellos mismos incorporaron una maniobra de distracción en el plan: un segundo grupo de bombarderos B-2 partiría y volaría hacia el oeste, en una ruta que los rastreadores de vuelos pudieran seguir el sábado. Eso dejó una impresión errónea, tanto para muchos observadores como presumiblemente para Irán, sobre el momento y la dirección del ataque, que vendría desde otra ruta por completo. El plan ya estaba casi listo cuando Trump dijo el jueves que podría tardar hasta dos semanas en decidir si ir a la guerra con Irán. Se habían reposicionado aviones cisterna de reabastecimiento y cazas, y el Ejército trabajaba en proporcionar protección adicional a las fuerzas estadounidenses desplegadas en la región.
Aunque la declaración de las “dos semanas” le dio al Presidente más margen para la diplomacia de último minuto, oficiales militares dijeron que tanto esa maniobra como la distracción con los B-2 también sirvieron para corregir un problema: el hecho de que el propio Presidente estaba dejando entrever el ataque. Una semana de cambios Trump pasó los primeros meses de su gobierno advirtiéndole al Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que no atacara a Irán. Pero en la mañana del viernes 13 de junio, horas después de los primeros ataques israelíes, había cambiado de parecer. Les dijo a sus asesores que la operación militar israelí era brillante, con una serie de ataques de precisión que mataron a figuras clave del liderazgo militar iraní y destruyeron sitios estratégicos de armas.
Trump atendía llamadas de periodistas y empezó a elogiar la operación como “excelente”, insinuando que él había tenido más que ver con ella de lo que se creía.. El Presidente resolvió atacar a la República Islámica hace días, pero quiso sembrar dudas. Ingreso de Estados Unidos a la guerra contra Teherán tomado la decisión mucho antes del sábado.