COLUMNAS DE OPINIÓN: Humildad terrícola
COLUMNAS DE OPINIÓN: Humildad terrícola Mientras tomamos una copa de tempranillo en su escritorio para combatir el frío invernal, el Prócer me comenta que una sobrina astrónoma le mandó unas imágenes captadas en el observatorio Vera Rubin y me invita a verlas en su computador. Después de un largo rato manipulando el aparato, logra finalmente mostrar en la pantalla un cielo obscuro con millones de estrellas.
Nos quedamos en silencio, abrumados por el número casi infinito de cuerpos celestes que pueblan el espacio. "Mira", me dice después de un rato, "esta visión llama al género humano a la humildad, ya que nos muestra lo insignificantes que somos.
El primer coscacho a nuestro orgullo lo dio Copérnico al dejar de lado la teoría geocéntrica de Ptolomeo, conforme a la cual el universo giraba en torno a la Tierra --es decir, en torno a nosotros--, situando el eje en el Sol. El segundo coscacho fue cuando se descubrió que el Sol tampoco es el centro del universo, el que todavía los científicos están buscando. Y creo que el tercero son estas imágenes, que muestran un universo tan poblado de cuerpos celestes que nuestra realidad planetaria es equivalente a la molécula de una gota de agua en el océano.
Pero, aun así, no somos irrelevantes, ya que todavía no descubrimos seres semejantes en tanta inmensidad". Nos quedamos nuevamente en silencio contemplando las imágenes y percibiendo en ellas el misterio de la creación y las huellas evidentes de su autor divino. D Í A A D Í A Humildad terrícola R. RIGOTER.