Autor: FRANCISCA ORELLANA
“Considerando pasajes, me cuesta lo mismo que el arancel que pago en Chile”
Chilenos detallan sus estrategias para Irse de intercambio a Europa
¿ Odia el frio? El clima es un factor clave que puede marcar toda la estadía.
C omar un intercambio estudiantil es costoso, pero siempre hay opciones, hay becas.
Uno debe tener disciplina, obtener buenas calificaciones para lograrlo”, recalca Rodrigo Araya, estudiante de tercer año de Ingeniería en Administración de la Universidad Mayor, quien está de intercambio en la universidad FH Joanneum de Graz, Austria. ¿Cómo cumplió este sueño que tuvo desde pequeño? Postuló a un llamado que hizo su universidad para estudiar fuera y además ganó una beca de la embajada de Austria que le entrega 1.150 euros al mes durante los cinco meses que dura el viaje. “No hubiera podido venir si no fuera por la beca.
Antes de venir trabajé y pude ahorrar un poco, con la ayuda de mi familia y amigos pagué trámites y otras cosas que la beca no cubría, como pasajes de avión o seguro de viaje”, detalla.
Araya quería conocer Austria porque había estudiado alemán y quería mejorar su desarrollo personal y profesional: "Incluso puedo convalidar las asignaturas (que se dictan en inglés) porque son reconocidas en mi universidad en Chile”. Por ejemplo, ha tomado cursos de Comunicación Transcultural e Introducción a la Planificación de Recursos Empresariales; también va a clases extraprogramáticas del dialecto alemán de la región de Styria. Lo más extraño, confiesa, ha sido pasar el invierno allá: "Desde las cuatro de la tarde ya comienza a oscurecer, lo que nunca había visto antes porque soy de La Serena. Pero la sociedad está preparada y hay muchas actividades para no aburrirse.
Comencé a tomar vitamina D en tabletas por la poca luz solar y me he vuelto más atrevido con algunas actividades como salir a trotar de noche con -2*, porque todo el mundo lo hace aquí”. A buscar Universidades, instituciones privadas y embajadas, entre otros, poco a poco aumentan sus alianzas y programas de intercambio estudiantil para pasar un semestre o más en otro país, fundamentalmente en Estados Unidos y Europa.
Es el caso de Bryan Fry (24 años), estudiante de Ingeniería Civil Industrial de la Universidad Católica, quien está de intercambio por 5 meses en el prestigioso Instituto Politécnico de Milán. "Tenía ganas de salir de mi burbuja, vivir solo, conocer gente distinta y traer ideas innovadoras a mi regreso porque el viaje abre mucho la mente. Las clases son en inglés y puedo aprender un tercer idioma con el italiano”, valora.
Allá se mantiene con ahorros, ayudantías "y mucha ayuda de mis papás; vivo en un departamento con otros tres estudiantes a través de una empresa que da facilidades a estudiantes para arrendar, pero el intercambio, considerando pasajes, me cuesta lo mismo que el arancel que tengo que pagar en Chile”. Fry coincide en que el clima es importante antes de elegir el destino, sobre todo para los alérgicos al frío: go un amigo en Alemania que ha sufrido mucho.
En esos casos hay que buscar países más cálidos para hacer el intercambio”. Abrir la mente Alejandra Villarroel (27) el 2017 pasó dos semestres a Turín, Italia, mientras estudiaba Ingeniería Civil Industrial en la Universidad Católica de Valparaíso: "Me llevé unas chaquetas gruesas de Chile, pero había mucha nieve y no me servía ninguna. Lo mejor es comprarse la ropa allá porque los fríos son distintos”, concuerda. Lo que más recuerda es que tuvo ramos como Sicología Cognitiva enfocada en Marketing, que no existían en Chile: "Usan más las tendencias del momento para enseñar. Acá aplican más los libros; allá la educación era más social y aplicada.
No tenía pruebas, sólo un examen final y lo podías repetir tantas veces como quisieras hasta aprobarlo”. Conocer otra realidad, afirma, la hizo crecer profesional y personalmente: "Pude ser más empática con los otros y manejar mejor la frustración.
Uno llega con más motivación de haber vivido algo nuevo y abre más la mente”. Antes de irse de intercambio, recuerda, se preocupó de obtener buenas notas en su carrera para acceder a becas y pagar el viaje. "Mi mamá no tenía dinero para mandarme de intercambio. Postulé a una beca en la universidad y me entregó un monto en dinero para poder ir.
También logré juntar $6.000.000 para costear el viaje”. Habilidades blandas “Ir de intercambio estudiantil o a estudiar idiomas trae beneficios personales que repercuten en el desempeño laboral”, destaca Lissette Domínguez, directora de Atracción de Talentos de SOS Group: Se genera una gran capacidad de adaptación al cambio y a nuevos contextos; se conoce otras culturas, modos de pensar y soluciones ante los desafíos.
También se desarrolla la habilidad de comunicación y trabajo en equipo, porque como uno no conoce a nadie necesita relacionarse con otras personas, preguntar y pedir ayuda”. Al vivir fuera hay un refuerzo mayor en el dominio de otra lengua, añade: "Es distinto aprender un idioma en un aula que hablarlo en la vida cotidiana”. Maximiliano Restovic, CEO de Bestwork, subraya que si el estudiante no cuenta con becas debe disponer de recursos económicos importantes para irse de intercambio (y tener un aprendizaje previo del idioma del destino). "En ese escenario el valor capturado por el profesional es mayor, pues logra practicar su inglés y mejorarlo en términos de estrategia conversacional, fluidez y comunicación. Y puede conseguir oportunidades de networking al conocer y establecer contactos con profesionales de diferentes países”, suma. Desde la Dirección de Internacionalización de la Universidad San Sebastián, destacan que los estudiantes en general siempre están dispuestos a it de intercambio: “Son instancias percibidas como parte del desarrollo curricular y extracurricular del estudiante”.
Rodrigo Araya en Viena con el famoso reloj Ankeruhr de Viena al fondo.
"Es distinto aprender un idioma en un aula que hablarlo en la vida cotidiana” Lissette Domínguez, SOS Group