Autor: JUAN RODRÍGUEZ MEDINA
“Orlando”, la broma de Virginia Woolf
crítica y ensayista. escritora y traductora. académica y escritora. ORLANDO.
UNA BIOGRAFÍA “Orlando”, la broma de Virginia Woolf REEDICIÓN Una novela fluida:Es la biografía de un hombre y/o mujer, que enferma de lectura y escritura, que vivió cuatro siglos, y que está inspirado (o inspirada) en la vida de una amante de Woolf. Uno de los clásicos de la autora inglesa vuelve en traducción de la escritora chilena Constanza Gutiérrez. Conversamos con ella, Adriana Valdés y María José Navia sobre este libro que juega con los géneros e identidades. Le contó de la novela que estaba escribiendo, inspirada en ella, en su alcurnia, en sus tierras y propiedades, y le pidió permiso para publicarla. Vita Sackville-West le dijo que sí a Virginia Woolf. Eran amantes desde 1922. Y escritoras ambas. “Orlando.
Una biografía” (1928), comienza dejando claro lo que nunca queda claro, o más bien, estableciendo lo que en realidad cambia: estamos ante la historia de un joven, “porque no cabía duda de su sexo, aunque la moda de la época hiciera lo suyo disimulándolo”. De ahí en más, los lectores somos conducidos por un biógrafo y narrador (o tal vez sea una biógrafa y narradora) que no sabe mucho de su sujeto, y que reconoce esas incapacidades. Lo que es comprensible, porque Orlando vive cuatro siglos, desde la época isabelina hasta principios del siglo XX, y a veces es hombre y otras veces es mujer.
La novela vuelve a librerías chilenas publicada por el Fondo de Cultura Económica, en una nueva traducción hecha por la escritora chilena Constanza Gutiérrez (“Incompetentes”, “Terriers” y “Pelusa Baby”). El libro ha sido descrito como uno de los más accesibles de Woolf (1882-1941), fue llevado al cine en 1992, con Tilda Swinton en el rol principal. Es la tercera novela de la autora, tras “La señora Dalloway” (1925) y “Al faro” (1927). Y se ha convertido en referencia inevitable para los estudios de género. Ya en su tiempo tuvo algo de transgresora, por poner en el papel la homosexualidad, la sexualidad de las mujeres y el lugar de estas en la literatura.
Unas vacacionesUna sátira o parodia (del género biográfico, a veces parece también que de la poesía o de ciertas pretensiones de la poesía y probablemente de la épica caballeresca, dado el guiño a “Orlando furioso”), una fantasía, una declaración de amor (a Vita SackvilleWest), una aventura, una reflexión o tal vez un experimento sobre las posibilidades de la ficción y sobre la identidad y los géneros. ¿Qué es “Orlando”? “Es una parodia de las biografías, sin duda”, dice Gutiérrez, “está repleta de comentarios sobre lo que debería hacer un biógrafo, y también es una novela de aventuras. Orlando es un aristócrata inglés y en un momento hasta vive con los gitanos.
Pero sobre todo es la prueba de que Virginia Woolf pasó no sé cuántas horas pensando y escribiendo sobre Vita Sackville-West, dejándola lo mejor posible en el papel”. Gutiérrez cree que “Orlando” marca un hito en la obra de Woolf, “aunque no fue el único ni el primero. Ya lo había sido La señora Dalloway, que fue publicada tres años antes y le dio reconocimiento intelectual y estabilidad económica.
Orlando, quizás, haya sido un libro posible después de haber ganado esa fianza, porque es muy atrevido: se aleja de la mímesis narrativa que trabajaban sus contemporáneos y aparece con una aventura fantasiosa, que además cuestiona las identidades de género.
Es un hito en su obra y en la literatura”. “Me gusta que Virginia Woolf haya pensado en Orlando como un juego, una broma, unas vacaciones en su vida de escritora”, dice la ensayista y crítica Adriana Valdés. “Se dio el gusto, se dio permiso para sus fantasías eróticas, sus fantasías de abolengos y aristocracias como las de Vita Sackville-West, sus ironías y sus parodias literarias. Lució su ingenio, del que estaba muy orgullosa. Hizo un tremendo pavoneo.
Sabía que ninguno de sus destinatarios era capaz de tanto, y tal vez menos que nadie Vita, a quien admiraba por su panache, su presencia; pero, como tantos de sus interlocutores literarios, los sabía menos agudos.
En Woolf, el ingenio y el talento literarios fueron, en este caso, armas de seducción”. “Creo que Woolf no habría estado de acuerdo con nada que se dijera de Orlando, porque su escritura se ríe de sí misma de una línea en otra, se contradice, se ridiculiza, y goza del juego risueño de hacerse y deshacerse”, agrega Valdés. “Orlando es, en este sentido, distinto a sus otras obras, más parecido al sarcasmo y la espontaneidad de sus cartas, y más abierto también a una dimensión libre y fantástica.
En realidad, a writers holiday, como escribió ella misma”. La escritora María José Navia, académica de Letras UC, donde hace un curso monográfico sobre Woolf, cree que “Orlando” muestra su gran inteligencia “y, a la vez, su particular y brillante sentido del humor”. Navia recuerda, por ejemplo, que el subtítulo, “Una biografía”, llevó a que la novela fuera ubicada en las secciones de no ficción en las librerías y que casi nadie la leyera. Woolf se inspiró en la vida de Vita Sackville-West, su amante, para escribir “Orlando”. La novela es un texto referencial en los estudios de género.
“Después, en ediciones posteriores, se quitó ese subtítulo”. “En muchos de sus textos anteriores, la autora se ríe de la ilusión de que sea posible escribir una biografía y, más aún, de que le creamos más a una biografía que a una novela”, explica Navia.
“Para Woolf y esto se ve en toda su obra las personas son siempre muchas personas, van cambiando con cada segundo, cada momento, cada decisión y, por lo mismo, son maravillosas e imposibles de aprehender por un texto, sea quien fuere quien lo escriba.
Orlando es una burla frente a ese intento (que fue la misión de vida de su padre, sir Leslie Stephen, a cargo del Oxford Dictionnary of National Biography, ese proyecto monumental), de un personaje que vive una cantidad imposible de años, que cambia de hombre a mujer sin ninguna dificultad y continúa su vida, y que es retratado por un biógrafo que se reconoce incapaz de hacerlo”. “Woolf después llevó más lejos este cuestionamiento de la imposibilidad de una biografía al desafiar la idea de que las biografías sean siempre textos de personajes importantes, figuras de poder, y escribe Flush, que es la biografía de un perro (de una importante poeta, hay que decirlo también)”. “Supongo que Virginia Woolf es magistral, porque no podría decir si me gusta más su estilo o lo que decide contar, pero puesta a elegir, me quedo con su estilo”, dice Gutiérrez. “Su prosa es realmente entretenida, no solo por las observaciones mordaces que intercala en sus descripciones, sino también por su sintaxis, que es muy personal.
Creo, por su uso de la puntuación y las repeticiones de palabras, que le importaba mucho la musicalidad de lo que escribía y, por eso, para comprenderla, hay que poner mucha atención, porque sus oraciones son larguísimas, llenas de incisos que a veces no entregan más información, pero hacen del párrafo una canción mucho más bonita”. Lector andrógino“Tuve una época en que no pude descansar hasta no leer el más mínimo de sus papelitos. Me devoré todo”, recuerda Valdés sobre Woolf. “Escribí una conferencia sobreZEPÓLOSNOFLAOIGRESZAÍDSÁLOCINNNAMENNADALRACVirginia WoolfTraducción de Constanza Gutiérrez FCE, 271 páginas, 2024, $10.900.
NOVELAMe gusta que Virginia Woolf haya que trabajaban sus ADRIANA VALDÉS en su vida de escritora”. pensado en Orlando como un juego, una broma, unas vacaciones... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . Se aleja de la mímesis narrativa CONSTANZA GUTIÉRREZ género”. cuestiona las identidades de contemporáneos y aparece con una aventura fantasiosa, que además... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . A mí me fascina que es la única MARÍA JOSÉ NAVIA lectura”. un personaje protagonista novela de Woolf en que tenemos lector/lectora, consumido por la... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . Las olas para los ciclos de la Academia Imaginaria, hará treinta años, en tiempos en que, salvo José Donoso, muy pocos se acordaban de su escritura.
No tengo recuerdos tan intensos ni inmediatos de Orlando, pero, como con todos los amores, ahí están y para siempre”. “Ahora abro el libro”, dice, “y lo que me llama la atención es la finura del humor, que está cada dos o tres líneas, menores que las escenas mismas: en la mirada fina y aguda hacia adentro de la mente de una escritora y de su relación con el lenguaje, muy sufrida y perspicaz, pero también, en este libro, muy traviesa”. A Gutiérrez la cautiva “me encantó desde el primer momento” cómo presenta Woolf a su protagonista. “Mostrando unas cosas evoca otras: en las primeras páginas, Orlando se encuentra en una buhardilla llena de tesoros y juega con una cabeza y su espada.
A partir de esos elementos se nos comienza a contar su historia: se dice que la cabeza la trajo de África su abuelo y así sabemos de sus antepasados, que siempre fueron nobles; nos enteramos de que la buhardilla se encuentra en la gran casa de su familia, en la que vive, y de que él es un joven increíblemente hermoso que escribe poesía”. Orlando, leemos en la novela, se contagia de la enfermedad de la lectura.
Aunque no es lo peor: “Porque una vez que la enfermedad de la lectura se ha instalado en el sistema, lo debilita de tal manera que es una presa fácil de ese otro flagelo que habita en el tintero y se pudre en la pluma: el infeliz se dedica a escribir”. Gutiérrez reconoce que sufre ambas enfermedades: “Claro que sí, a mí también me dan ganas de escribir al poco rato de estar leyendo y, tal como Orlando, hasta me atrevo a publicar”. Navia agrega: “A mí me fascina que es la única novela de Woolf en que tenemos un personaje protagonista lector/lectora, consumido por la lectura, y eso lo marca para siempre. Se lo debería ubicar junto a grandes figuras lectoras de la ficción como el Quijote o Madame Bovary, pero llevado incluso más lejos. Para Woolf el lector es andrógino. Tiene ese poder de transformación”. La naturaleza y las letrasAdemás, apunta Navia: “Es cuando Orlando es mujer que por fin puede escribir algo que valga la pena. Hay aquí otra carcajada de Woolf. Es una obra muy inteligente y divertida, seduce, juega y se ríe de sus lectores. Creo que hay que tener eso siempre en cuenta mientras la leemos. Woolf se está riendo de nosotros y lo que esperamos de los libros. Con cada una de sus obras desafía y se ríe más de las formas.
Un gozo total, como la felicidad total en la lectura de Orlando, el personaje, una que comparto de todo corazón”. Gutiérrez cree que “Orlando es el espíritu de la literatura o, más bien, un espíritu de la literatura. El espíritu inglés. Como espíritu, no tiene género ni tiempo, es inmortal, pero en esta novela podemos conocerlo encarnado: es una aristócrata joven, preciosa y muy sensible. Demasiado sensible para este mundo”. Hay varios momentos en los que Woolf nos muestra a Orlando escribiendo, o buscando las palabras para decir alguna emoción u objeto. Hasta que ya no puede, el lenguaje o su imaginación no dan. “Después de eso, claro, no pudo escribir más”, leemos. “El verde en la naturaleza es una cosa, el verde de la literatura es otra. La naturaleza y las letras parecen tenerse una antipatía natural: si se juntan, se hacen pedazos”. ¿Habrá estado de acuerdo con eso Woolf? Gutiérrez ríe al preguntarle. “No me gustaría especular sobre lo que creía Woolf”, contesta. “Al menos sabemos que el o la narradora de esta biografía piensa eso.
Yo estoy de acuerdo, pero en parte: creo que es verdad que el verde en la naturaleza es una cosa y el verde en la literatura otra, pero me parece imposible que la naturaleza y las letras se tengan una antipatía natural, porque los humanos no somos ajenos a la naturaleza, somos la naturaleza, y la literatura es una de nuestras tantas expresiones”..