Autor: Federico Iglesias Muñoz Abogado de la U. Católica. Magíster en Derecho del Trabajo por la U. de los Andes
Vuelta a clases ¿ para qué?
Aceunos pocos días comen26 un nuevo año escolar.
Niños y jóvenes pasarán durante más de 10 meses gran parte de su día en las salas de clases, por lo que vale la pena preguntarnos ¿ para qué estamos educando? Desde hace untiempo a eta parte graves prolemas aquejan en Chile al sistema escolary a los estudiantes.
Actualmente, más de 50.000 niños y adolescentes han desertado de los colegios, lo que equivale a un estadio nacional lleno de desescolarizados; de acuerdo a un informe publicado el año pasado entre 12%y 16% de los niños y niñas de menos de 6 años tiene ansiedady depresión, cuando el promedio mundiales dels; de Educación informó que en 2022 las denuncias porviolencia escolaraumentaron2179%. ¿Qué nosestá pasando? Sibienlos problemas sociales quenos agobian son multicausales, me parece que el enfoque que le hemos dado ala educación viene a profundizarlos en lugar de alivialos. El sistema educativo descansa sobre la premisa que el objetivo central de los 12 años de escolaridad consiste en que pueda una "buena" universidad a estudiar una "buena" carrera. Elcrterio delo "buens' está dado por aquellas carreras que, una vez concluidas, permitirán acceder a un "buen" puesto de ra: bajo. Aquí lavaloración de "buen puesto” esta dada porunaalta En definitiva, y hay que sinceralo, el anhelo educacional es quelos noveles estudiantes en su adultez puedan acceder a un puesto de trabajo con una altaremuneración. Esto sería tener éxito. Asi los colegios han devenido en meras instituciones capacitadoras, donde las energías están puestas en que los estudiantes consigan puntajes nacionales. Y esto no nos hace ruido, sino que, por el contrario, lo fomentamos. Anhelaros que afin de año nuestros hijosreciban un diploma de excelencia académica, amamos los rankings, avivamos el espíritu de competenciaen los campeonatosescolares, y nos agobia que nuestros hijos no sean de los primeros delcursa.
Hacemos todo loque este alcance para que los niños y niñas alcancen el ideal de éxito que nos han impuesto: echamos mano a cuanto ritalín se necesite, vamos de psicopedagogos a tarotistas, y los bañamos en flores de Bach. Los hacemos calzax, cómo sea, en el modelo de rendimiento que erígimos como ídolo. De fora tiránica, la productividad y éxito gobiernan uestras vidas, y tristemente la de muchos diantes. Y después, hipócritamente, nos extraña elbuliyng. La depresióny la violencia. Si bien es legítimo aspirar a la excelencia y el desarrollo profesional de todas las personas, eso no puede sera costa de sacrificar un desarollo profundamente humano.
Es urgente formar jóvenes más solidarios y menos winners, tan buenos para resolver ecuaciones como para comparti fomentar rankings de amabilidad por sobre los de notas. ¿De qué nos sirven expertos en cálculo pero carentes de alegría? ¿ Vale la pena llenar la sociedad de personas de alto rendimiento, pero vacías y ansiosas? ¿ Es conveniente insistir enel ideal de éxito basado ena riqueza, aunque eso lleve a una vida le gubre y sin gozo? Es necesario volver a formar personas más humanas y menos máquinas.