"Estamos entrampados en un show liviano"
Juan Pablo Luna: “Estamos Lenka Carvallo Giadrosic i no fuera por el whisky Jack Daniel's, tal vez Juan Pablo Luna (Montevideo, 1974) no estaría viviendo en Canadá. Tampoco sería profesor de la cátedra Diamond Brown para Estudios Democráticos en la Universidad de McGill, donde ya cumplió seis meses.
Pero el politólogo tiene mucho que agradecer al fundador de la famosa compañía norteamericana de destilados: uno de sus herederos, acaudalado exalumno de la institución, es el donante que permitió crear la cátedra donde el uruguayo tiene la tarea de pensar la democracia a nivel global.
“Eso implica recursos para investigar, armar una conferencia anual y una posición como profesor en el departamento de Ciencia Política”, cuenta Luna, quien llegó a Chile en 2005 para integrarse como académico a la Universidad Católica, donde es profesor titular de El politólogo y académico de la UC dice que “tal vez a Matthei le alcance para ganar la elección, pero quien llegue a La Moneda tendrá un Gobierno difícil y estaríamos mejor si nos hiciéramos cargo de los problemas estructurales”. La Escuela de Gobierno. Este tiempo en Canadá le ha permitido al cientista político conocer in situ el impacto económico, político y social que han gatillado las alzas arancelarias de Donald Trump. También fue testigo de las recientes elecciones en ese país, a fines de abril. “Ha sido súper interesante. Estuve en Montreal en septiembre del año pasado, cuando (Justin) Trudeau finalizó su ciclo como primer ministro, de quien existía una visión muy crítica, con un liderazgo muy desgastado.
Entonces el que se perfilaba como ganador era el candidato del Partido Conservador, Pierre Poilievre, un cercano seguidor de Trump, quien avanzó en las encuestas cuestionando las políticas receptivas a la migración, el estado de bienestar, los impuestos, etc.
Pero después de que Trump asumió en enero, las preferencias se dieron vuelta y los canadienses eligieron a Mark Carney, del Partido Liberal de Trudeau, pero más moderado”. Impresionado, Luna observa el fortalecimiento del espíritu nacionalista en ese país, en oposición a la agresiva política de Trump, quien incluso amenazó con convertir a Canadá en el estado número 51 de los EE.UU. “Si vas a cualquier supermercado, te vas a encontrar con quetodos los productos tienen la banderita de su país de origen y los de EE.UU. Se han visto muy afectados.
Y hay mucha gente que está cancelando sus pasajes y reservas de hoteles para las vacaciones de verano”. Sobre la decisión de Trump de retirar financiamiento estatal a universidades como Harvard y la UCLA, sostiene: “Mis colegas en EE.UU. Ya están sufriendo las consecuencias de esta política de Trump con la negación de la educación universitaria, el pluralismo y la libertad, lo que en el fondo es una inducción a la autocensura.
Acá en la Universidad de McGill, acaban de anunciar un programa para reclutar a académicos norteamericanos de distintas áreas con fondos provenientes de donantes millonarios, exalumnos de distintas universidades canadienses”. “Lo que estamos haciendo es tirarnos piedras” Juan Pablo Luna, PhD en Ciencia Política de la Universidad de North Carolina, se ha ganado la fama de politólogo dark tras publicar libros como «En vez del optimismo.
Crisis de representación política en el Chile actual» (Catalonia, 2017); «La chusma inconsciente», (Catalonia 2021) y «¿ Democracia muerta? Chile, América Latina y un modelo estallado» (Ariel, 2024). En esta última obra analiza la crisis estructural que enfrentan las democracias de la región, atrapadas —afirma— en un ciclo de debilitamiento crónico, producto de factores que trascienden la política institucional y los liderazgos individuales. “Estamos demasiado obsesionados con el populismo, los liderazgos estridentes o en creer que el problema está en la institucionalidad y el funcionamiento de la democracia.
Pero eso que a nosotros (la élite) nos importa tanto, a la gente le hace poco sentido porque siguen con los mismos problemas de hace 10 años, cómo llegar a fin de mes, pagar salud, la educación, etc., a los que se suman otros nuevos, como la delincuencia y la incapacidad de crecimiento económico. Sólo quieren volver al pasado y a sus seguridades porque el futuro se ve pésimo.
Entonces existe una disociación muy fuerte entre el sistema político y la sociedad, a lo que se suma un problema estructural profundo que hace que, independiente de quién gane las elecciones, o su tipo de liderazgo y oferta, a la larga todos enfrentarán dificultades para mover la aguja. Pero los partidos están enfrascados en este fuego de culpas cruzadas sin entender que el problema es de todos”. Nadie se salva, señala. Ni siquiera el Frente Amplio (FA), con el que ha mantenido una relación cercana pero también crítica, sobre todo desde que Gabriel Boric llegó a La Moneda. “El FA no cambió nada respecto de cómo funciona el sistema político tradicional”, indica. Y sobre su desempeño en el Gobierno, apunta: “Han cometido una gran cantidad de errores no forzados, con una soberbia muy instalada que le permite poca autocrítica. Aunque, no es por defenderlos, pero se enfrentan a una oposición que está picada porque los desplazaron.
No entienden que el rápido crecimiento de estosjóvenes se debe, precisamente, a la debilidad de las anteriores generaciones y del sistema político del que emergieron”. —¿ Cuánto han afectado las desprolijidades del Gobierno en esta relación política? —Hay mucho error no forzado que ha empañado la relevancia de la moderación y el sentido común que marca el segundo tiempo del Gobierno, luego del primer plebiscito.
Y con una oposición que les pega porque no cambian o porque camLa clase política se ha convencido de que el problema real de Chile es la fragmentación política y que eso se soluciona con un cambio en el sistema electoral”. Hh Winter tiene chances no menores de hacer una buena primaria; sobre todo pensando en una con menos votantes, más de militancia”. Biaron mucho. Este es el tipo de dinámica con la que funciona el sistema político, donde la derecha está repitiendo lo mismo que pasó con el Gobierno de Piñera.
Pero con esa lógica lo único que logran ambos es perder legitimidad. —Da la impresión de que temas como el caso Monsalve o la casa de Allende, les impiden imponer su agenda. —Le meten ruido y alimentan este debate muy rasca que tenemos todos los días en las redes sociales y en los medios.
Si no logramos salir de este show, de esta comedia de equivocaciones, que es intrínseca al tipo de competencia política y electoral —que está configurándose no solo en Chile, sino en el mundo— la democracia tendrá cada vez más problemas para legitimarse. —¿ Le parece un “debate rasca” el caso Monsalve o la polémica por la fallida venta de la casa de Allende? —Por supuesto que no. El fondo del debate es válido y es grave; lo que me preocupa es la superficialidad que muchas veces se ve cuando se abordan y debaten los temas. Podría decirse lo mismo con las listas de espera: es un tema gravísimo, pero lo que estamos haciendo es tirarnos piedras de un lado a otro más que discutir soluciones. Y ese debate es muy efectivo en el corto plazo para ganar elecciones, posicionar a un candidato, pero no permite construir gobernabilidad y legitimidad a mediano y largo plazo. Estamos entrampados en esta dinámica de un show liviano sobre temas importantes. Nadie gana con este tipo de debate que estamos teniendo. Es un juego de suma cero que siempre estriba en los errores que se cometen y seguirán cometiendo, porque lo que existe es una política estructuralmente liviana, llena de personajes oportunistas.
El problema es que en la lógica de competencia electoral ya instalada, el que se beneficia a corto plazo es el que rompe por fuera, como hemos visto en las últimas contiendas electorales. —¿ Se refiere a los populistas, a los líderes ultra o a quiénes concretamente?—A los outsiders, gente que se distancia del sistema político con una mirada de corto plazo, con una lógica de competencia donde minan todas las bases posibles de acuerdos que son necesarios para gobernar bien.
Y como la gente no ve diferencias por el deterioro de la política de los últimos 10,15 años, se queda con el nuevo que le prometa salir de sus problemas. —Sin embargo, con la reforma de pensiones vimos que se logró un acuerdo transversal de toda la clase política, fue una buena señal. —Es una excepción a la regla; ojalá los acuerdos puedan multiplicarse en otras políticas públicas con resultados concretos para mejorar las condiciones de la gente que hoy está en una situación complicada. Ojalá suceda. El problema es que ante esta lógica de competencia electoral y de fuerte descontento hacia el sistema político, ese tipo de acuerdo es poco rentable en votos.
“¿ Qué es el Partido Comunista hoy?” —Constantemente se habla de un gran acuerdo para reformar el sistema político, ¿ayuda? —Me parece más relevante, en términos de agenda, la primera infancia, educación, políticas de cuidados, que era uno de los temas que este Gobierno puso muy centralmente en su agenda programática.
Pero nuevamente nos topamos con la desconexión, donde la clase política se ha convencido de que el problema real de Chile es la fragmentación política y que eso se soluciona con un cambio en el sistema electoral. —Hablamos que en esta situación son los extremos los que se benefician.
En la derecha están Kast y Kaiser, ¿y en la izquierda quién? ¿ Jeannette Jara? —Hay una polarización más asimétrica, donde la estridencia mayor está dada por un clima que favorece a opciones de derecha más extrema. Y en la izquierda hay mucha fragmentación interna, o sea, ¿qué es el Partido Comunista hoy? Nunca lo habíamos visto tan quebrado internamente.
Así, me resulta difícil imputar una línea muy dura a la candidata Jara, que ha sido muy pragmática en su rol ministerial y que se ha alineado mucho con el Gobierno en temas que eran centrales para el PC y su línea más dura. Ve alguna oportunidad? —Es muy difícil y ahí se cruza la suerte. Ella tiene buenas posibilidades en la primaria, pero se pincha en la segunda vuelta, al menos por ahora. Hay que ver cómo construye su candidatura y cuánto logra disociarse del PC, pero eso es muy difícil.
Y luego tienes la candidatura de Carolina Tohá, que claramente es una muy buena carta de segunda vuelta, pero su problema fundamental es llegar ahí. —¿ Qué pasa con Matthei y Winter? —Winter tiene chances no menores de hacer una buena primaria; sobre todo pensando en una con menos votantes, más de militancia. Podría traccionar un número de votos no menor. En el caso de Evelyn Matthei, siempre he pensado que es una candidata muy débil, que comete errores no forzados. Tiene un flanco derecho que debe tratar de cubrir, sobre todo para llegar a segunda vuelta. Eso tiende a generar errores y lo hemos visto estas últimas semanas.
Las fuerzas que la apoyan son súper desordenadas; el único que logró disciplinarlas fue Sebastián Piñera y ahora está esta idea del piñerismo, pero el piñerismo sin Piñera no existe, es una entelequia y creo que ahí hay una debilidad estructural.
Tal vez a Matthei le alcance para ganar la elección, pero como he dicho, quien sea el que llegue a La Moneda tendrá un Gobierno difícil y estaríamos mejor si nos hiciéramos cargo de los problemas estructurales, más que apostar a un milagro, que es lo que la gente ve en los distintos candidatos.