Autor: BERBER JIN Y KEACH HAGEY The Wall Street Journal
Gracias por su oferta de trabajo de US$ 1 mil millones, Mark Zuckerberg. Pero paso
Gracias por su oferta de trabajo de US$ 1 mil millones, Mark Zuckerberg. Pero paso pleados de OpenAI. Ha contratado al menos a 10. El 25 de julio, Zuckerberg seleccionó a Shengjia Zhao, un investigador chino que estuvo tres años en OpenAI, para que dirigiera el nuevo equipo de superinteligencia de Meta.
Los investigadores de OpenAI que hasta ahora han rechazado las ofertas de Meta prefirieron quedarse, porque creían que OpenAI era la que estaba más cerca de alcanzar la inteligencia artificial general, querían trabajar en una compañía más pequeña y estaban cautelosos de que los frutos de su trabajo fueran a parar a un producto que estuviera impulsado principalmente por la publicidad, según personas al tanto del tema.
Zuckerberg ha reclutado incluso a menos investigadores de Anthropic, la empresa emergente de US$ 170 mil millones dirigida por Dario Amodei, quien se llevó a algunos de los mejores talentos de OpenAI con él cuando dejó la compañía hace cinco años para iniciar la propia. Los siete cofundadores de Anthropic aún están en la compañía.
Varios de ellos conocieron a Amodei a través del cerrado mundo del altruismo eficaz hace más de una década, un movimiento social que se volvió popular entre los investigadores por las preocupaciones que hubo en un comienzo de que la IA pudiera volverse hostil y destruir a la humanidad. Algunos de ellos vivían en una casa comunitaria en San Francisco, donde debatían sobre la forma más eficaz de donar su riqueza y el riesgo que planteaba la IA. Zuckerberg ha contratado al menos a dos empleados de ese emprendimiento Joel Pobar y Anton Bakhtin, quienes anteriormente estuvieron varios años trabajando en Meta. Sutskever ha construido la empresa emergente que cofundó el año pasado, Safe Superintelligence, o SSI, en una forma que hace que sea relativamente a prueba de una caza furtiva. A diferencia de Amodei, Sutskever no seleccionó a un gran grupo de investigadores de OpenAI para que se unieran a él. La mayoría de los empleados de Sutskever no son muy conocidos en Silicon Valley, en parte, porque la compañía está buscando tecnólogos prometedores con nuevas ideas a quienes Sutskever pueda aconsejar. Se los anima a no mencionar a SSI en sus perfiles de LinkedIn, en parte para impedir que otras compañías traten de llevárselos. A principios de este año, Sutskever rechazó una oferta de Zuckerberg para comprar SSI. Murati, quien pasó seis años en OpenAI antes de dejarla en septiembre pasado, tiene su propio grupo de apóstoles. Originaria de Albania, se incorporó a OpenAI cuando era un pequeño laboratorio de investigación, ayudó a lanzar su primer producto y llegó a dirigir casi todos los aspectos de la compañía como jefa de tecnología. En OpenAI, era conocida por su inteligencia emocional y su falta de ego, lo que le valió la lealtad del personal de investigación e ingeniería.
En Thinking Machines, ha instituido una jerarquía de reporte igualmente carente de ego como en OpenAI y SSI, donde incluso los investigadores séniors figuran como un “Miembro del Personal Técnico” en un guiño a la cultura uniforme, universitaria de Bell Labs, una de las inspiraciones detrás de OpenAI.
Cuando dio inicio a Thinking Machines en febrero, más de 20 compañeros de OpenAI la siguieron, entre ellos el cofundador John Schulman, una de las mentes clave detrás de ChatGPT, quien se había ido a Anthropic solo unos meses antes.
Muchos de los investigadores de Murati provenían del equipo de poscapacitación de OpenAI, la división de investigación que creó ChatGPT y estuvo a cargo de enseñar a los modelos de IA cómo comunicarse con los humanos. Lo que Murati está desarrollando exactamente sigue siendo un secreto muy bien guardado, incluso para algunos de sus inversionistas, quienes hace poco pusieron US$ 2 mil millones en la compañía.
Su misión establecida es hacer que “los sistemas de IA se entiendan en forma más amplia, que sean personalizados y capaces en general”. Murati hace poco afirmó que la compañía estaba “desarrollando una IA multimodal que aborda el modo en que interactuamos naturalmente con el mundo”, y que compartiría su primer producto en los “próximos meses”. El emprendimiento ha arrendado una oficina en uno de los sectores más tranquilos de Mission District en San Francisco, a solo un par de cuadras de OpenAI. Wired ha informado anteriormente sobre algunos de los detalles de los contactos que ha hecho Meta con el talento de Thinking Machines.
Tulloch, quien figura como un cofundador de Thinking Machine, fue objeto de una activa campaña de reclutamiento por parte de Zuckerberg y Alexandr Wang, el recién designado jefe del laboratorio de superinteligencia de Meta, quienes lo acribillaron con mensajes que le pedían que se uniera a ellos. Originario de Australia, Tulloch se graduó en la Universidad de Sídney, donde obtuvo el GPA (Grade Point Average) más alto entre los estudiantes de ciencias. Trabajó en aprendizaje automático en Facebook durante 18 meses antes de proseguir estudios en la escuela de posgrado en Cambridge. Luego se trasladó a California para trabajar en el Grupo de Investigación de IA de Facebook, llegando a ser con el tiempo un ingeniero distinguido, uno de los puestos técnicos más altos de la compañía. “Era conocido definitivamente como un genio máximo”, aseguró Mike Vernal, exejecutivo de Facebook, quien coincidió con Tulloch.
En 2016, unos años después de que Tulloch se incorporó a Facebook, el presidente de OpenAI, Greg Brockman, trató de contratarlo como uno de los primeros empleados de la organización, y en un correo electrónico a Elon Musk le informó que estaba ganando US$ 800 mil al año en Facebook y probablemente intentaría negociar por más. En ese momento, OpenAI estaba ofreciendo a los nuevos empleados un sueldo anual de US$ 175 mil con una bonificación anual de US$ 125 mil. “Andrew está muy cerca de decir que sí. No obstante, está preocupado de aceptar ese recorte salarial tan grande”, escribió Brockman el 21 de febrero. No se incorporó a OpenAI en ese entonces. Tulloch finalmente se unió siete años más tarde, cuando ChatGPT ya era una sensación viral y la valoración de la empresa emergente se había disparado.
Artículo traducido del inglés por “El Mercurio”. KCOTSI, JSW / FODNELLIME CONTENIDO LICENCIADO POR THE WALL STREET JOURNAL Mientras Mark Zuckerberg trataba de ponerse al día en la carrera de inteligencia artificial generativa, hace unos meses se contactó con la exjefa de tecnología de OpenAI, Mira Murati, y ofreció comprarle su emprendimiento en ciernes, Thinking Machines Lab. Cuando ella le dijo que no, el director ejecutivo de Meta respondió con una incursión a gran escala. En las semanas siguientes se comunicó con más de una docena de los cerca de 50 empleados de Murati para sondearlos con respecto a dejar la empresa. Su objetivo principal: Andrew Tulloch, importante investigador y cofundador del emprendimiento.
Para atraerlo, Zuckerberg le ofreció un paquete de US$ 1 mil millones que, con elevadas bonificaciones y un rendimiento extraordinario de las acciones, podría haber alcanzado un valor de hasta US$ 1.500 millones en al menos seis años, según personas al tanto del tema. Tulloch dijo que no. Ninguno de sus compañeros se fue tampoco.
El vocero de Meta, Andy Stone, calificó la descripción de la oferta como “inexacta y ridícula”, y señaló que la cantidad a la que asciende cualquier remuneración total se basa en un aumento de las acciones. Y agregó que Meta no está interesada en adquirir Thinking Machines. Incluso en Silicon Valley, donde los ingenieros estrella han ejercido durante mucho tiempo un enorme poder económico, rechazar paquetes salariales de nueve cifras es poco común. Pero a medida que se intensifica la batalla campal por el talento en IA, las empresas con las arcas de guerra más grandes están descubriendo que el efectivo solo les sirve hasta cierto punto.
Aunque algunos investigadores de IA actúan como agentes libres, pasando de un laboratorio a otro en busca de un sueldo más alto y poder, muchos muestran una lealtad inquebrantable hacia sus líderes preferidos, figuras gigantescas que, en la industria tecnológica, portan el sello distintivo de estrellas de rock. Las culturas idiosincrásicas de las diferentes empresas emergentes unen a los empleados entre sí. Mientras tanto, después de años de caza furtiva, las empresas involucradas se están volviendo más sensatas en cuanto a jugar a la defensiva. OpenAI y los emprendimientos que han fundado sus exalumnos como Murati son los objetivos frecuentes de las incursiones de reclutamiento de Zuckerberg.
Desde los primeros días de la carrera de IA, los pioneros atrajeron a los investigadores con la promesa de trabajar para la misión histórica de crear inteligencia artificial general, o un sistema que sea más inteligente que un humano en una mayoría de tareas.
Fue OpenAI, cuyos cofundadores incluyen a Sam Altman, Elon Musk e Ilya Sutskever, la que convirtió esa misión en una búsqueda casi religiosa, con su estatuto sin fines de lucro para asegurar que el trabajo beneficie a la humanidad. Meta ha contactado a más de 100 emRECLUTAMIENTO Meta ha contactado a más de 100 empleados de OpenAI. Ha contratado al menos a 10.. Las lealtades y las gigantescas cifras que impulsan a algunas personas a rechazar ofertas increíblemente lucrativas en Silicon Valley en estos momentos. Carrera por liderazgo en inteligencia artificial: RECLUTAMIENTO Meta ha contactado a más de 100 empleados de OpenAI. Ha contratado al menos a 10. La mayoría de los investigadores de OpenAI hasta ahora han rechazado las ofertas de Meta.