Autor: Por Álvaro Góngora
Columnas de Opinión: Caída del Instituto Nacional
Columnas de Opinión: Caída del Instituto Nacional U n a m i g o me reveló su disgusto por la situación que afecta al Instituto Nacional, donde estudiaron él y compañeros con quienes se reúne cada cierto tiempo a comer. Todos están decepcionados. Establecimiento que cumplirá 212 años desde su fundación, el 10 de agosto de 1813, aunque comenzó a funcionar seis años después. Destacadas personalidades que condujeron el proceso de independencia concordaron constituirlo fusionando instituciones existentes con el objeto de que sus estudiantes adquirieran una sólida formación como ciudadanos, para sustentar la república que se pensaba implementar.
Con el pasar de décadas fue consolidándose, con la participación de profesores nacionales y extranjeros, adquiriendo s u e n s e ñ a n z a, gradualmente, un perfil más moderno, acorde con modelos europeos. Desde entonces pasó a ser un colegio de excelencia, incluso igualándose y hasta superando a veces a los colegios particulares.
Si bien fue preferido por sectores de élite en el siglo XIX, en el siguiente incorporó a alumnos de otros sectores sociales, para lo cual amplió su infraestructura y vacantes, y contribuyó a conformar una clase dirigente diversa. Dieciocho de los 34 presidentes que ha tenido Chile egresaron de sus aulas; una alta cantidad de parlamentarios, ministros, dirigentes políticos y empresariales, y 34 premios nacionales. La certificación de “institutano” era señal de una persona civilizada, con buenas formas, a la cual se abrían puertas, máxime para ingresar a la universidad u otra institución de educación superior. Pero desde hace poco, su decadencia comenzó a expresarse en varios sentidos. En su infraestructura, por de pronto, y más gravemente en el rendimiento de sus alumnos, según constatan los resultados de la prueba de ingreso universitario. Mientras en 2010 obtuvo 54 puntajes nacionales, solo fueron 3 en 2021. El 2015 figuraba en el lugar 40 del ranking de admisión universitaria; descendió al 132 en 2022.
Exalumnos han señalado en la prensa que se trata de un proceso multifactorial, siendo los elementos más relevantes la falta de recursos para sostener una educación pública de calidad y la conducta agresiva de los alumnos, que se habría iniciado con la “sublevación pingüina” del 2006, que si bien se expandió por el país, el Instituto fue un centro neurálgico y su toma generó un conflicto con sus autoridades. A esa práctica se fueron sumando los paros prolongados, los enfrentamientos con carabineros y las bombas molotov arrojadas por los “overoles blancos”. Se desprestigió, descendiendo su matrícula y el rendimiento de los alumnos. Hay un problema institucional, ciertamente, pero también es de carácter nacional. El liceo históricamente emblemático revela la realidad que afecta a la educación pública sin que las autoridades la hayan asumido.
Han preferido destinar ingentes recursos para solventar la educación universitaria, vía la “gratuidad”, iniciativa virtuosa pero mal implementada, porque se debe comenzar por la formación escolar. ¿Por qué se habrá preferido beneficiar a jóvenes universitarios? Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog. Su caso revela la realidad que afecta a la educación pública.. COLUMNA DE OPINIÓN Su caso revela la realidad que afecta a la educación pública.