EDITORIAL: Un pacto de largo aliento por el desarrollo con identidad
EDITORIAL: Un pacto de largo aliento por el desarrollo con identidad Con Con participación ciudadana, enfoque intercultural y mirada estratégica, la nueva Estrategia Regional de Desarrollo busca trazar el rumbo para una región que no solo quiere crecer, sino también reconocerse en su diversidad y construir un futuro más equitativo.
Por primera vez en muchos años, La Araucanía se ha dado un plan de desarrollo a largo plazo que no nace desde la elite técnica ni desde un escritorio santiaguino, sino desde el territorio y sus múltiples voces. Con el nombre de Araucanía 2040, la Estrategia Regional de Desarrollo (ERD) presentada por el Gobierno Regional se configura como el principal instrumento de planificación para los próximos 15 años. Y lo más relevante: tiene respaldo transversal.
Construida entre 2023 y 2025 con la participación de más de dos mil personas y con el acompañamiento académico del IDER de la Universidad de La Frontera y del Laboratorio de Planificación Territorial de la Universidad Católica de Temuco, esta estrategia reemplaza a un documento que estuvo vigente por más de una década, pero que terminó desfasado y sin fuerza operativa. El nuevo plan llega con otra lógica: una visión de región integrada, multicultural, descentralizada y competitiva. La historia reciente de La Araucanía está llena de diagnósticos, planes sectoriales y promesas de desarrollo que no lograron permear la vida cotidiana de quienes habitan la región. El desafío que tiene ahora Araucanía 2040 no es menor: pasar del papel a la acción.
El gobernador René Saffirio lo planteó con claridad al momento de presentar la estrategia: “Nada de lo que está planteado es posible de ejecutar por un solo sector social, económico, cultural o político”. Es decir, aquí se requiere una convergencia genuina, un esfuerzo coordinado entre municipios, Estado central, sector privado, organizaciones sociales y comunidades mapuche. Y también voluntad política sostenida, algo difícil de garantizar en un país de ciclos cortosydisputas permanentes. La nueva ERD no se limita a metas económicas. Al contrario, sus seis lineamientos estratégicos reflejan una comprensión amplia del desarrollo: Identidad Regional; Ordenamiento Territorial y Sustentabilidad; Bienestar Social y Equidad Territorial; Gobernanza y Participación Activa; Competitividad Productiva; y Movilidad y Conectividad.
Cada uno de ellos apunta a déficits estructurales que han limitado el progreso regional, como la falta de conectividad digital en sectores rurales, el atraso en los planes reguladores comunales, la baja diversificación económica y la débil coordinación interinstitucional. En este contexto, la voz de actores como la consejera regional Ana María Soto o la presidenta de AM RA, ¡acqueline Romero, adquiere valor.
Ambas coinciden en la urgencia de reducir las brechas rurales, en especial en infraestructura digital, y de asumir de una vez el rezago normativo que enfrentan muchas comunas por no contar con sus instrumentos de planificación urbana actualizados. Sin esa base, cualquier política pública o inversión está condenada a la improvisación. Uno de los aspectos más potentes del plan Araucanía 2040 es que no oculta la riqueza multicultural de la región, sino que la pone al centro.
La idea de una región “reconocida culturalmente por su diversidad y valorada por su multiculturalidad”, como señaló el gobernador Saffirio, es un cambio de paradigma respecto a otras estrategias que trataban la identidad como un simple atributo decorativo. Aníbal Gutiérrez, desde la Corporación para el Desarrollo lbrístico, lo expresó con claridad: el turismo será inviable si no se ordena el territorio y se invierte en calidad, conectividad y oferta coherente. La cultura, la historia y la cosmovisión mapuche no son obstáculos para el desarrollo: son su palanca más poderosa si se sabe integrar con respeto y visión. El delegado presidencial Eduardo Abdala afirmó que existe una “férrea coincidencia” entre esta hoja de ruta regional y los objetivos del Gobierno central. Eso es una buena noticia, pero también una alerta: si no se traduce en presupuestos, programas interministeriales y decisiones concretas, será solo una frase más. La gran prueba de fuego de Araucanía 2040 será su implementación. Y allí, la ciudadanía tendrá un rol fiscalizador clave. Porque si este plan, construido con participación, no se cumple, el costo no será solo político: será una nueva frustración para una región que ya ha aprendido a desconfiar de los grandes anuncios. Lo que está en juego es mucho más que un documento de planificación. Es la posibilidad de construir, por fin, una narrativa común sobre lo que La Araucanía quiere ser. No una región estancada en la dicotomía conflicto-desarrollo, sino una región que se reconoce diversa, que exige equidad y que apuesta por un futuro construido desde sus propios territorios. T. ) ARAUCANÍA 2040: Un pacto de largo aliento por el desarrollo con identidad Lo que está en juego es mucho más que un documento de planificación. Es la posibilidad de construir, por fin, una narrativa común sobre lo que La Araucanía quiere ser. No una región estancada en la dicotomía conflicto-desarrollo, sino una región que se reconoce diversa, que exige equidad y que apuesta por un futuro construido desde sus propios territorios..