Autor: ARTURO GALARCE
Los últimos días de Zalo, EN LOS OJOS DE SU HIJO
Cada vez que hablaba de mí en televisión decía que le encantaba, que le hubiese gustado ser como yo. Eso me llenaba de orgullo”. Boris recuerda el día en que las cosas cambiaron. Tenía ocho años, agosto, de 1982. “Mijito, me voy a la tele”, le dijo Zalo. Boris González (48), hijo de Zalo, mano de su padre la tarde del domingo 21 de agosto. Estabajunto a su esposa en la habitación del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, donde el cantante había sido internado once días antes, supuestamente por una descompensación provocada por la diabetes que lo aquejaba.
Esa tarde, recuerda Boris, con el velorio masivo y el funeral todavía a cuestas, vio como su padre se apagaba sin haber dejado una cuenta pendiente entre ambos: días antes, dice, había tomado también su mano y, aprovechando que Zalo Reyes había despertado del coma inducido, le dijo quelo amaba, Que lo hizo siempre, dice, incluso durante todos los años en que no selo manifestó con la misma intensidad que su padre. Hijo único del matrimonio entre Zalo Reyes y Yolanda Molina, Boris creció con la imagen de un padre al que durante su niñez miró más por televisión que en la casa misma.
Recuerda, de he “Me acuerdo siempre que una vez estaba almorzando en la casa, viendo el Festival de la Una, y veía a mi papá como cantaba, y lo encontraba muy simpático, muy buen cantante, Pero lo veía como si yo fuera parte del público, no como si estuviera viendo ami papá", wn La primera señal, dice Boris, fue el cansancio. Su padre no quiso ensayar para preparar el show que debían presentar la semana siguiente. “Estoy cansado”, le dijo, y se fue a acostar. Al día siguiente, Yolanda, su madre, le advirtió que su padre no había querido comer.
Los días, semanas y meses previos habían sido como de costumbre: su padre al interior de su casa en Conchalí, en el barrio de nunca quiso abandonar, recostado, pidiéndole de vez en cuando un masaje en las piernas a su hijo, adoloridas por la diabetes que ya le había significado la amputación de varios dedos de sus pies, “Ponme You Tube en la tele, Borito, que yo no le pego mucho”, le decía luego, pidiéndole videos de Germain de la Fuente, su ídolo. “¿Podís devolverte a esa parte? Qué es bueno, Germain", le decía. Al día siguiente de no haber querido comer, Boris intentó darle una cazuela, llevando él mismo la cuchara a su boca. Pero Zalo comió apenas, Le tomaron la glicemia, pero estaba en niveles normales.
Al otro día, más flaco que en los días previos, y sin capacidad de responder a las preguntas de su hijo, la familia decidió internarlo en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile, —Le hicieron exámenes y no le pillaban nada —recuerda Bo Al tercer día de haber sido hospitalizado salió del coma inducido, y salió bien, y yo le mostré los videos que tenía en el celu Jar, de la gente mandándole saludos, de las oraciones que se ha cían por él. Él no podía responderme porque estaba intubado, Solo nos comunicábamos con los ojos, o me apretaba la mano para decirme sí o no.
Pero luego volvió a recaer y tuvieron que inducirle el coma de nuevo para hacerle más exámenes, Días después, y tras una endoscopia, dice Boris, los médicos descubrieron una manchita en el páncreas, —Por primera vez aparece el páncreas en mi vida. Y me dijeron que eran palabras mayores. Eso fue el viernes en la noche y el sábado 20, en la mañana, me golpearon el hombro y me dijeron que estabagrave, que era cáncer al páncreas. “¿Tiene solución?”, '0”, me dijeron. “Te pediría que le dijeras a la familia, aquienes no han venido, para que lo despidan”. Era todo confuso, porque todos pensaban que estaba tirando para arriba. Lo veía'mos tan tranquilito, gordito, calientito. Más gordito que como había entrado. El domingo 21, Zalo Reyes falleció producto de una falla multisistémica producida por el avanzado estado del silencioso cáncer queloafectaba.
Boris le tenía tomada la mano justo en ese instante, Horas más tarde, sacó el traje gris oscuro, la camisa negra y el pantalón negro que Zalo Reyes utilizó por última vez en un show el 31 de julio. La noticia de su muerte fue noticia en todo el país.
Al día siguiente, Boris regresó a la morgue del hospital para retirar a su padre. —Yo había intentado mantener en va ese trámite para vivir en calma ese momento —dice Boris—. El tipo de la morgue me dijo: “no te preocupes, yo te voy a sacar por un lado oculto para que no te vea la prensa”. Y cuando salgo de esa morgue fría, de ese túnel oscuro donde pasa el cuerpo ya serte, estaba todo el hospital afuera, aplaudiendo con flores, con mucha gente. La noche anterior yo decía: “¿ lo velaré en la casa? Ahí comprendí que su despedida tenía que ser como él la merecía, a su altura. El gimnasio de la muni lidad de Conchalí se repletó durante su velorio. El funeral fue multitudinario, recuerda Borís, y miles de personas padre. No hubo comentarios que no quisiera escuchar ese día.
Ni tampoco una deuda, cree él, entre ambos. —Cuando despertó por segunda vez del coma inducido, no dejé nada en el tintero —dice Boris Le dije todo lo que tenía que decirle, menos la gravedad de su enfermedad. Le dije cosas que yo quizás no expresaba como él lo hacía. Le dije que lo amaba y que estaba orgulloso de él. Por eso quizás ahora estamos tan tranquilos. Aunque el vacío sea enorme. S ¡ bien era idolatrado, siempre había gente hablando mal de mi papá. Eso siempre me chocó”, dice Boris.