La amnistía de Sánchez
La amnistía de Sánchez ¡ ue pareciera entregarle algún aire al gobierno de Pedro Sánchez, la decisión del Tribunal Cox tucional español que validó la ley de amnistía para los independentistas de Cataluña más bien agrega otro factor de polarización en un tenso escenario político. La ley había sido una condición de los partidos catalanes para apoyar la investidura de Pedro Sánchez, y los cuestionamientosasu constitucionalidad ponían en jaque la permanencia del Ejecutivo. Con todo, el fallo dista de resolver las cosas.
Por una parte, aún hay dudas de que el Tribunal Supremo dejusticia, pese a la decisión del TC, vaya efectivamente aaplicarle la amnistía al líder independentista catalán Carles Puigdemont --prófugo en Bruselas imputado por malversación de fondos públicos a raíz del financiamiento del referéndum secesionista de 2017; los jueces estiman que este tipo de delitos no está cubierto por esa ley.
Por otro lado, el propio fallo del órgano constitucional ha despertado un durísimo cuestionamiento en la oposición y en la opinión pública, que ha puesto en evidencia la politi ción de esa instancia, donde los votos se distribuyeron según las cercanías políticas que se atribuyen a cada magistrado. Partícularmente, se cuestiona el papel jugado porel presidente del TC, Cándido Conde-Pumpido, considerado por la oposición como un operador del gobierno.
Así, la juridicidad del fallo está en entredicho y con ello también la legitimidad de una amnistía que --según lo que se ha adelantado de los votos de minoríafue descrita por una de las magistradas como "el sometimiento del derecho a la política". sometimiento del derecho a la política". sometimiento del derecho a la política". Lejos de traer calma, el fallo del TC agudiza la al polarización en España. Enrealidad, sialgonose avizoraen el horizonte del gobernante español es calma.
Los escándalos de corrupción que lo cercan, y que involucran tanto a su partido como a algunos de sus familiares más cercanos, no dan tregua: se aguardan nuevosinformes de la Guardia Civil que podrían abrirnuevas aristas. Y en este contexto, empiezan a oírse con más fuerza voces disidentes en el propio PSOE, que desafían el férreo control de Sánchez.
El más duro de los críticos ha sido el expresidente Felipe González, quien volvió esta semana a arremeter contra la armistía, calificándola como "corrupción política" y "una vergiienza para cualquier demócrata y cualquier militante del PSOE". Pero fue mucho más no solo apoyó un adelanto electoral, sino que afirmó que no votaría por los socialistas si Sánchez va a la reelección, precisamente por su papel en la "barrabasada" de la amnistía.
Por ahora --y pese a los fuertes cuestionamientos--, el actual gobernante confía en el hecho de que la oposición no tiene los votos para censurarlo en el Congreso y que, aunque sucoaliciónes frágil, esimprobable que los independentistas le quiten el apoyo antes de las elecciones.
Además, se preocupa dehacerles gestosa lossectores de izquierda, como fuesu estu= díadorrechazo, en la cumbre de la OTAN, a incrementar el presupuesto de defensa del 2al 5%. Su posición le valió la amenaza de Donald Trump de que lo haría "pagar el doble" en el tema delos aranceles; una disputa que puede ser delicada para losintereses del país, pero que lesirvea Sánchez para agradara algunos de sus socios de coalición y abrir un foco de atención distinto de los escándalos. distinto de los escándalos. distinto de los escándalos..