EDITORIAL: Somos muy frágiles
EDITORIAL: Somos muy frágiles Las lluvias de ayer en la conurbación CoquimboLa Serena, dejaron algunos estragos que pareciera que fuéramos de azúcar. Caen unas gotas de agua y los niños desaparecen del colegio, como si fuera el fin del mundo. Por años, la región ha enfrentado una contradicción que roza lo absurdo, ser una zona semiárida que, sin embargo, colapsa ante cualquier lluvia significativa.
En pleno 2025, cuando el cambio climático ya no es una amenaza futura sino una realidad que se vive cada día, seguimos viendo calles inundadas, techumbres colapsadas, cortes de energía y vecinos aislados ante precipitaciones que, si bien intensas, no deberían provocar el nivel de caos que generan. El problema no es nuevo. Las autoridades locales y regionales conocen bien la fragilidad del sistema urbano e hídrico de Coquimbo, especialmente en comunas como Coquimbo y La Serena. Sin embargo, año tras año se reacciona en vez de anticipar. Los planes de mitigación también serían difíciles de ponerlos a funcionar pensado que lamentablemente tenemos una o dos lluvias al año, si hay suerte tres. La verdad es incómoda: no estamos preparados. No lo está la infraestructura vial, incapaz de absorber las lluvias sin transformarse en un peligroso torrente. No lo están las viviendas que, sin un sistema de drenaje adecuado, quedan a merced de cada frente climático. No lo están las instituciones como La Universidad de la Serena en donde se llovió su casino central o pero aún no lo estaba el Hospital de Coquimbo que se inundó hace unos años atrás. El tema es que debe de existir planificación urbana responsable y de una visión a largo plazo. Porque la lluvia no debería ser una catástrofe, sino una bendición en esta zona históricamente golpeada por la sequía..