COLUMNAS DE OPINIÓN: historia sin fin
COLUMNAS DE OPINIÓN: historia sin fin María Gabriela Huidobro Salazar Doctora en Historia Decana Facultad de Educación y Ciencias Sociales, Universidad Andrés Bello do 6 La historia nos muestra que toda guerra necesita enemigos absolutos para perpetuarse.
Lo difícil, lo verdaderamente transformador, sería que alguna vez, antes que lanzarse a la destrucción mutua, las civilizaciones intentaran conocerse, ya no desde el prejuicio, sino desde la pregunta". Oriente y occidente: historia sin fin ceguera y recolecta una cosecha de lágrimas. Arriba está Zeus, juez riguroso, que castiga los pensamientos soberbios". Con estas palabras, en su tragedia Los Persas, el dramaturgo Esquilo explicaba por qué los griegos habían derrotado al imperio persa en las Guerras Médicas. Aldeclararse este conflicto, en el 490 a.C., Grecia no era más que un conjunto de pequeñas ciudades que, comparadas con la potente Persia, parecían destinadas a la invasión y la derrota. Sin embargo, los enfrentamientos ocurridos en Maratón, Termópilas y Salamina sellaron un triunfo que marcó para los griegos su manera de pensarse a sí mismos frente a los demás. Su victoria se explicó en términos ideológicos. Grecia la valoró. como una señal de que su cultura era superior.
A diferencia de los persas, que peleaban obligados por la causa de un rey soberbio y de un sistema autocrático, los griegos peleaban en defensa desu libertad y, en el caso de Atenas, de su orden democrático. Así, para ellos, se trató del triunfo de occidente contra oriente y de la civilización sobre la barbarie.
Han pasado 2.500 años y esa lectura no parece tan lejana cuando vemos los cielos de medio oriente encendidos por los misiles que caen sobre Irán, Israel, Qatar y Gaza, animados por discursos que, en el fond: justifican estas acciones desde la misma lógica binaria: el bien contra el mal, la democracia contra la autocracia, la libertad con46 C ando la soberbia florece, da por fruto una espiga de 46 C ando la soberbia florece, da por fruto una espiga de 46 C ando la soberbia florece, da por fruto una espiga de tra la sumisión. El conflicto entre Estados Unidos e Israel contra Irán (la antigua Persia) o el mundo islámico no es nuevo ni puede entenderse sólo. desde las lógicas del presente. Más allá de que las causas inmediatas sean contingentes, subyace a éstas la permanente tensión de tuna pugna entre dos formas antagónicas de ver el mundo. Los griegos nos heredaron esa tradición y ésta ha caracterizado la forma en que la cultura occidental se ha legitimado a lo largo del tiempo. Muchas veces, no lo ha hecho a través de una lógica afirmativa, sino por alteridad. Desde su primera guerra contra Persia, occidente ha construido laidea de un opositor polarizado y antitético que se ha perpetuado en la medida en que el enfrentamiento contraoriente, cada cierto tiempo, ha resurgido.
Esto es lo que, afin de cuentas, ocurre con las guerras: la identidad de una sociedad, cultura o civilización se refuerza por oposición: somos lo contrario al enemigo y nuestra causase valida por enfrentarse a aquella que está equivocada. El problema es que cuando una civilización se construye desde esta lógica, corre el riesgo de empobrecer su comprensión del mundo y de sí misma. Al reducir al otro a una caricatura, al verlo como amenaza permanente o encarnación del mal, perdemos la posibilidad de comprenderlo en su complejidad. Y con ello, también se clausura la oportunidad de una pazauténtica, que no puede basarsesoloen ladisuasión o en la fuerza, sino en el reconocimiento recíproco. En estos enfrentamientos, sobran las armas y las razones, mientras escasea la disposición a conocer al otro más allá del estereotipo. Por supuesto, una idea así puede juzgarse ingenua en un tablero donde priman los intereses estratégicos, las industriasarmamentistas y las hegemonías en disputa. Sin embargo, mientras las potencias sigan operando desde lógicas de antagonismo absoluto y con esa soberbia que ya criticaba Esquilo, los conflictos no harán más que prolongarse y reproducirse. La sociedad debe involucrarse desde otras perspectivas, intentando dejar de lado los dogmatismos y trincheras ideológicas. La historia nos muestra que toda guerra necesita enemigos absolutos para perpetuarse. Lo difícil, lo verdaderamentetransformador, sería que alguna vez, antes que lanzarse a la destrucción mutua, las civilizaciones intentaran conocerse, ya no desde el prejuicio, sino desde la pregunta. Aunque incomode; aunque no convenga y aunque parezca idealista. e e. - -