EDITORIAL: Gran Sala Sinfónica Nacional
EDITORIAL: Gran Sala Sinfónica Nacional U na nueva sala de conciertos que asombra por su excelencia y belleza acaba de inaugurar la Universidad de Chile.
Encabezada por su rectora, Rosa Devés, y con la presencia de las máximas autoridades del país, la Orquesta Sinfónica de Chile ofreció el concierto inaugural de lo que se espera sea una nueva etapa de la vida musical chilena.
La nueva Gran Sala Sinfónica Nacional es la culminación de muchos años de esfuerzos de parte de varias autoridades y rectores que la mantuvieron entre sus objetivos y supieron seguir adelante con los trabajos pese a los contratiempos, entre los cuales cabe anotar la pandemia y, por su ubicación, también la violencia del estallido en los comienzos de su construcción.
Las dificultades que se superaron agregan méritos a la obra, pues en medio de la violencia la universidad creyó en el futuro de la música y de la ciudad, y en su centro más simbólico sacó adelante un magnífico edificio. Entre las funciones de una institución como la Universidad de Chile están el fomento de la cultura, el cultivo de la música y las artes, y la transmisión de esos bienes a la población. Pero no siempre resulta fácil mantener vivo ese espíritu en medio de las preocupaciones diarias, como el financiamiento, las tareas de investigación y las cargas docentes.
No obstante, las antiguas aspiraciones de los músicos encontraron eco en el rector Víctor Pérez, que fue quien tomó la decisión de realizar una desafiante construcción y comenzó los estudios que dieron lugar a una edificación deslumbrante, impulsada por el rector Ennio Vivaldi en 2018, en un esfuerzo que culminó con su inauguración por la rectora Devés. Toda la administración de la universidad estuvo comprometida con la idea de levantar una obra de excelencia, dotada de las mejores tecnologías que permitieran una acústica perfecta, en un hermoso edificio que respetara la tradición. Así, la ciudad de Santiago cuenta desde ahora con una sala de conciertos de primera categoría, que la pone a la altura de los mejores centros mundiales dedicados a la música. La Orquesta Sinfónica fue creada en 1941 y poco después la siguieron los demás conjuntos estables, el coro y el ballet. Tras 85 años han logrado un auditorio acorde con su importancia y congruente con el desarrollo alcanzado por nuestro país.
Durante los primeros años de su existencia, la Sinfónica se presentaba en el Teatro Municipal hasta que, ante varias dificultades, abandonaron esa sede y comenzaron a ofrecer sus conciertos en distintos cines de la capital, en el Teatro Caupolicán, el auditorio de la Escuela Militar y finalmente en el exteatro Baquedano.
Desde siempre, los músicos aspiraban a contar con un recinto especialmente acondicionado para conciertos, que contara con los espacios necesarios para los ensayos, las comodidades mínimas para el público y, desde luego, con condiciones auditivas que permitieran apreciar toda la complejidad de la música clásica. Pero posiblemente pocos pudieron visualizar una sala con la calidad del nuevo teatro.
Ni en su diseño ni en su construcción se escatimaron esfuerzos y se buscaron las mejores asesorías expertas para lograr un recinto de gran belleza, que respeta la fachada de una antigua facultad universitaria, en una obra desde el punto de vista arquitectónico e ingenieril digna de la universidad más antigua del país. Sin duda alguna, la universidad hace una enorme contribución a enriquecer la vida cultural de la ciudad de Santiago. La sala será también un lugar para recibir a los mejores músicos que suelen venir invitados a nuestro país. Pero principalmente será donde se desarrollen los intérpretes chilenos y los cuerpos estables universitarios alcancen los mayores niveles de calidad. Un acierto indudable de la Universidad de Chile, que ha actuado ejerciendo la virtud aristotélica de la magnificencia en el desarrollo de esta obra deslumbrante. En medio de la violencia, la universidad creyó en el futuro de la música y de la ciudad. Gran Sala Sinfónica Nacional.