Autor: DR. LuiS CASTiLLO FuENzALiDA, DECANO uNivERSiDAD AuTóNOMA DE CHiLE
Columnas de Opinión: Cuenta Pública: deudas en salud
Columnas de Opinión: Cuenta Pública: deudas en salud La Cuenta Pública 2025 del Presidente Boric estuvo cargada de anuncios en materias como educación, seguridad, vivienda y cambio climático. Sin embargo, resultó imposible no notar la ausencia de una mirada profunda sobre la crisis de la salud pública, un tema que hoy afecta directamente a millones de personas en nuestro país. No estamos hablando de un problema menor o marginal. Más de 3 millones de personas siguen esperando atención médica en el sistema público, y más de 320.000 esperan una cirugía, muchas de ellas con plazos vencidos o con riesgo de agravamiento. Esto debería haber ocupado un lugar prioritario en el mensaje presidencial, no solo por la magnitud del problema, sino porque toca la vida cotidiana de miles de familias chilenas.
La salud fue mencionada, sí, pero de manera superficial: algunas referencias a infraestructura, a ciertos avances en atención primaria y a la implementación de programas focalizados, así como el anuncio de ingreso de nuevas patologías al GES.
Pero faltó lo esencial: una lectura política y social del estado crítico del sistema público de salud y, sobre todo, un plan concreto, ambicioso y bien calendarizado para enfrentar las listas de espera, mejorar la gestión hospitalaria y fortalecer al personal de salud que sigue trabajando bajo enorme presión. La omisión no parece casual. Enfrentar la crisis de salud requiere decisiones difíciles, reformas estructurales y una mirada de largo plazo que no se resuelve con anuncios de hospitales que estarán operativos en 2028. Se necesita más que inversión: se necesita gestión, liderazgo y un compromiso claro con la dignidad de los pacientes. Tampoco se vio una autocrítica respecto a las dificultades del Ministerio de Salud para ejecutar presupuestos, resolver compras eficientes o establecer alianzas público-privadas en momentos críticos. Reconocer esas falencias no es debilitar al gobierno: es justamente lo que permitiría dar señales de responsabilidad y voluntad real de mejora. La salud pública no puede seguir siendo el tema postergado, ni el capítulo breve en un discurso lleno de promesas y de fechas imprecisas. Porque mientras seguimos hablando de futuro, hay personas que esperan diagnósticos que llegan tarde, operaciones que no se agendan, o tratamientos que simplemente no llegan. Y eso no es un problema técnico, es profundamente político y ético. Si el gobierno quiere avanzar en derechos sociales reales, la salud debe dejar de estar en segundo plano. Porque ningún país puede hablar en serio de justicia social mientras millones siguen esperando atención médica como si fuera un favor, y no un derecho..