UN GUSTO POR LOS CRITICOS
UN GUSTO POR LOS CRITICOS Lii UN GUSTO POR LOS CRITICOS Por Marcelo Contreras Marquee Moon (1977) de Television fue un meteorito que cayó sobre el punk neoyorquino con guitarras entrelazadas, estructuras dinámicas y una intensidad que superaba la literalidad del grito y la rabieta. No fue un éxito, para nada. Pero la crítica lo convirtió en un objeto sagrado, uno de esos álbumes que aparecen una y otra vez en listas de los mejores de todos los tiempos de la revista Rolling Stone. La historia de Marquee Moon no es excepcional, sino parte de una narrativa repetida hasta el hartazgo en la cultura pop: los artistas adorados por la crftica y soslayados por la masa. A veces, por décadas. Nick Drake es otro caso clásico. Grabó tres discos, entre 1969 y 1972, que vendieron poco. Deprimido, murió a los veintiséis años. Con el tiempo, sus canciones, de belleza devastadora, engalanaron películas y avisos comerciales. Pink Moon se transformó en una discoteca de culto tras aparecer en un spot de Volkswagen en 1999. La crftica muchas veces ve lo que el público aún no está preparado para digerir, o simplemente no le interesa.
Ahí están The Velvet Underground & Nico (1967), álbum de ventas magras considerado como un punto de inflexión en el rock, mientras la masa prefería los lanzamientos de The Monkees, donde ni siquiera tocaban ellos. ¿Y si el problema no es que el público esté equivocado, ni que la crftica sea elitista? Simplemente, busca cosas distintas. Los especialistas privilegian el riesgo, la originalidad, la densidad narrativa. El público quiere conexión inmediata, melodía y estribillo en pocos minutos. La crítica analiza. El público siente. Hay concordancias, por supuesto, en estrellas como Nirvana, Radiohead o Kendrick Lamar. Artistas que lograron cruzar esa frontera invisible y convencer a ambos bandos. Pero son la excepción, no la norma. La música, tal como el cine y la literatura, ofrece capas de lectura. Hay obras que impactan de inmediato y otras que exigen tiempo. A veces, el reconocimiento llega tarde o nunca, como sucedió con Nick Drake. Pero ahí están esas discotecas y canciones prestos a ser descubiertos para que suceda lo improbable. Alguien escucha Marquee Moon por primera vez, casi medio siglo después de su estreno, y lo entiende todo. Aunque sea por un rato, la crftica y el público se reconcilian en silencio. Como si siempre hubieran estado de acuerdo..