Autor: Jorge Valderrama Gutiérrez
Esculturas de una sensible creadora
Esculturas de una sensible creadora Jorge Valderrama Gutiérrez A l hablar de monumentos en Talca, se piensa inmediatamente en su Alameda.
Esa floresta que cruza de este a oeste la ciudad, que continúa siendo punto de reuniones familiares, de amigos/as, de alumnos/as de escuelas y liceos locales, de pololos y amantes furtivos, de vecinos del sector, de jubilados/os y visitantes ocasionales. En síntesis, de todos los que por antonomasia la consideran vértice de encuentros con la naturaleza y de inflexión educativa. Todos ellos disfrutan, interiormente, de la apacibilidad que otorga el pasar o permanecer bajo un ciprés o una araucaria más que centenaria. Sin embargo, también es el lugar en que se disemina la mayor cantidad de efigies... pero ninguna de la talentosa Olga Ojeda. El arte de una niña Olga Ojeda Avaria nació en Talca en 1922.
Sus padres la matricularon en el Liceo de Niñas de esa ciudad, donde durante algún tiempo fue alumna del escultor y dibujante José Miguel Cruz, a la sazón director del Museo de Bellas Artes de Talca que funcionaba al interior de una sala del Liceo de Hombres.
Su aptitud por el arte escultórico se manifestó a los prematuros 15 años, cuando ya destacaba por sus creativos trabajos, los que realizaba utilizando como "materia prima" cabos de cepillos dentales, los que constituyeron su material primigenio, deformándolos con un tosco cuchillo de cocina (que siempre guardó como sagrada reliquia) para ir "liberando" de la madera bellas figuras aletargadas, llamando la atención de los entendidos locales, y por lo cual sería galardonada. En 1938, después de cursar cuarto año de humanidades en el mencionado Liceo de Niñas talquino, era una chica no muy alta para sus 16 años, además de delgada. En ese tiempo exhibía un temperamento nervioso y una orgullosa actitud hacia la vida, denotando una personalidad vehemente y apasionada. Eso la llevó a exhibir algunas de sus obras en el Salón Oficial de ese año, siendo anunciada en catálogos y folletines con un nombre masculino.
En esa ocasión obtuvo un premio, lo cual le valió ser reconocida públicamente, ya que su nombre y talento eran citados con frecuencia en diarios y revistas de la época, tanto de circulación regional como nacional. Creativa autodidacta Ese estímulo dio bríos a la incipiente creadora para enviar otras figuras a un certamen en Viña del Mar, donde también obtuvo una preciada distinción.
De esa manera, armada solamente de sus méritos, sin haber cursado estudios de arte en ninguna academia ni estar recomendada por maestro alguno, logró ocupar un sitial preferente en el cielo de la escultura chilena, con trabajo y creatividad, granjeándose el respeto del Olga Ojeda Esculturas de una sensible creadora Alumna del Liceo de Niñas de Talca -ciudad en la que nació en 1922-, durante algún tiempo fue alumna del profesor y escultor José Miguel Cruz, insinuando precozmente sus dotes artísticas Retrato de Olga Ojeda Avaria.
La joven, sin haber cursado estudios en academia alguna, logró ocupar un sitial preferente en el cielo de la escultura chilena entre 1938-1945. "Maternidad", obra que realizó para los Museos de Cerámica que se exhibían de forma itinerante por el país. En su taller de Talca, moldeando una creación en arcilla.. Esculturas de una sensible creadora público y de los críticos. Equivalentemente, ese mismo año obtuvo el segundo lugar en el Salón de Oro de Valparaíso, certamen en el que compitió con artistas consagrados y de dilatada trayectoria.
En las páginas de la publicación "Artistas de Talca" de ese año se destacaron sus "numerosas obras tanto en yeso como en madera... Sus obras en madera: ahí surge su verdadera personalidad, nítida y vibrante como una flor de encantamiento. Así va tallando trabajos que bajo el influjo de su temperamento tienen vida, sensibilidad y belleza". Era el período presidencial del recientemente elegido don Pedro Aguirre Cerda.
En 1940, como funcionaria del Servicio Nacional de Salubridad (donde sobresalió por sus figuras de anatomía y fisiología esculpidas en cera, partes de una colección en relieve que realizó para la Escuela de Enfermeras), en el Departamento de Educación Sanitaria y Publicaciones, fue reconocida por la publicación "Althanor", que la adjetivó como "escultora de grandes dotes". Ello hizo que le encomendaran la confección de los "moulaches" de los Museos de Cerámica que se exhibían de forma itinerante por el país en instituciones científicas y gremiales con bastante éxito, destacando "Maternidad", una bellísima escultura en madera.
En relación al predominio machista existente en esos años, en 1942 declaró a un diario capitalino: "¿ No es la escultura un sentimiento al cual se le da forma, y no es la mujer mucho más sensible que el hombre?". Entre 1942 y 1945 era frecuente que se la entrevistara, siendo -de igual formahabitual su aparición en diarios "La Mañana" de Talca, "El Mercurio" de Valparaíso y "La Nación" de Santiago, así como en la revista "Nuestros Artistas" ya mencionada.
Exposición de Otoño En mayo de 1945 participó en la Exposición de Otoño del Centro Amigos del Arte de Talca, donde destacaron sus esculturas y tallados en madera, cuando ya la escultora era elogiada por su talento y considerada "una magnífica realidad en el terreno artístico y orgullo para nuestra ciudad", según destacaba diario "La Mañana" de ese año.
En esa oportunidad -28 de mayo del mismo añoel jurado de la Exposición de Otoño premió dos cabezas esculpidas por ella; el óleo "Los Tres Cuernos de Vilches", del médico y pintor Fortunato Rojas Labarca (médico cirujano y pintor, entre otras dimensiones); y otorgó el cuarto lugar a la pintura "Frente de una Quinta", de Mario Brack. Según algunos críticos especializados de la época, sus creaciones eran de difícil lectura y de mucho trabajo, porque "hablan de una auténtica artista que derrama en sus creaciones parte de su alma y su magia.
Moldeando la arcilla y la madera, trata muy bien los volúmenes en las cabezas, las que adquieren un realismo extraordinario". Al respecto, en 1945 el periódico "La Nación" destacaba una entrevista a la artista en la cual exponía su visión del arte: "Sobre la estatuaria moderna preferiría no decir nada, porque en gran parte no la siento y porque considero que la excesiva simplicidad de formas destruye la belleza del arte.
Así, pues, cualquier aficionado puede considerarse artista porque construye un mono de nieve que está de acuerdo con la simplicidad de la técnica moderna... Por sobre todos admiro a Rodin, la perfección del movimiento está tan bien conseguida, como igualmente la perfecta construcción". En ese tenor, quizás si sus efigies de hombres universales ilustres, como Luis Pasteur, Winston Churchill, Carlos Marx, Bernard Law Montgomery, Vladimir Lenin y otras, no hubiesen sido tan severamente dañadas o prácticamente mutiladas, desperdigadas unas y hechas trizas otras (por su misma autora), hubiesen traspasado el tiempo para ser admiradas por generaciones venideras. Lamentablemente, con el paso del tiempo -cuando tenía 30 añosuna alteración mental fue deteriorando paulatinamente su cuerpo y espíritu. Olga Ojeda fue hermana de don Rómulo Ojeda Avaria, superintendente del Cuerpo de Bomberos de Talca en 1958 y de profesión médico veterinario.
Parafraseando al gran Leonardo da Vinci: "El artista es dueño de todas las cosas que el hombre pueda pensar... lo que en el universo existe por esencia, presencia o imaginación, él lo tiene antes en su mente y en sus manos luego". La artista moldeadora de arcilla, madera, cera y yeso falleció en 1972. Entre 1942 y 1945 era frecuente su aparición en distintos diarios. Inició su incursión en la escultura con un tosco cuchillo de cocina. La autora, en un arrebato de ira, dejó severamente dañadas la mayoría de las obras de su taller... incluso parte de su rostro en esta fotografía. Pocos saben que existió en Talca una mujer que le dedicó gran parte de su vida al arte de esculpir. En mayo de 1945 participó en la Exposición de Otoño del Centro Amigos del Arte de Talca.. Esculturas de una sensible creadora Rodrigo Contreras Vergara E sta crónica partió mal.
Malinterpreté un dato y pensé que el entrevistado tenía algún vínculo con Talca. ¿Cuénteme de su parentesco con los Calaf?, le pregunté de entrada ingenuamente. ¿De dónde sacó usted que mi segundo apellido era Calaf?, me respondió Óscar Aedo. Balbucee una explicación para salir del paso y me escabullí a la siguiente pregunta. El asunto es que los periodistas provincianos siempre andamos buscando la mirada local. Cosa discutible, pienso, un buen texto no requiere nacionalidad. Óscar Aedo viene de vuelta. Tiene 75 años y lleva una vida coleccionando etiquetas, latas de conserva, envases antiguos y cajetillas de cigarros, además de ser autor de varios libros y escribir durante muchos años en El Mercurio. El año pasado presentó una muestra de su colección en la Biblioteca Municipal de Talca. Y hace unos días, mientras me respondía algunas preguntas por WhatsApp y enviaba las imágenes que ilustran esta crónica, se encontraba en Concepción esperando el nacimiento de un nieto. Le digo que coleccionar es una forma distinta de hacer historia. Le parece una buena frase. Pero lo suyo va más allá. Óscar Aedo Inostroza (no Calaf) es un cronista de la industria nacional. Construyó en su casa, con materiales reciclados, un espacio para sus colecciones. Lo bautizó como la "Oficina Oval", en referencia a un muro semicurvo que da vida a una amplia y luminosa ventana.
Muchas de sus etiquetas y envases fueron rescatados de basurales del Desierto de Atacama, provenientes de las salitreras que funcionaron entre 1857 y 1927. "Cada pieza cuenta una historia única y revela detalles de un pasado laborioso y próspero", se lee en su sitio web www.marcasdelahistoria.com. Entre esas etiquetas y envases, varios tenían relación con la época de esplendor industrial de Talca, cuando abundaban fábricas de todo tipo y sus productos recorrían el país llegando hasta las salitreras del norte. Cigarrillos de la empresa Argentina Piccardo, que se instaló en Talca, y de la Compañía Chilena de Tabaco. O envases de las fábricas de galletas Figari y Weston and Ness. Qué decir de los productos Calaf. Aedo cuenta que antes que las galletas McKay fueran lo que son, dieron sus primeros pasos en Talca de la mano de Alexander McKay. También tiene una etiqueta muy poco conocida, asegura, de Productos Fernández. Relata la historia de la Viña Cánepa que en los años 40 del siglo XX incursionó en los aceites de oliva en el sector de Peteroa.
O desclasifica la sociedad entre la Compañía de Cervezas Talca y la Compañía de Cervezas de Concepción para producir licores, antes, mucho antes, que ambas ciudades se pelearan por quién es la capital de la Independencia. Quedan en el tintero las botellas de agua mineral de Tanhuao, Rari, Panimávida y Chanquehue. Hay material para varias entrevistas, dice Aedo. Una última petición. Un aviso de riguroso diseño periodístico a costo cero. Le gustaría contactarse con alguna de las universidades locales para gestionar una exhibición, si es la Universidad Católica del Maule... mejor. Etiquetas y envases al rescate de Talca Fue la época dorada de la industria talquina. Fábricas de galletas, aceites, cigarrillos, entre otras, todas hoy desaparecidas. Solo quedan vestigios, etiquetas y envases, rescatados por el cronista Óscar Aedo, que hablan de otra ciudad Talca se ganó un nombre entre los fabricantes de galletas, con fábricas como Figari, Weston-Ness y Alexander McKay. Calaf sin duda está en el inconsciente colectivo de los talquinos. Cervezas elaboradas por las Sociedades de Cervecerías de Talca y de Concepción, las que en algún momento unieron sus producciones..