Crecer a la sombra de Bretton Woods
Crecer a la sombra de Bretton Woods DE PUÑO Y LETRA Ciudades bombardeadas en Europa, sanciones financieras, el mercado del petróleo tensionado por la posibilidad de bloqueos, una economía mundial que sufrió en décadas previas los embates de pandemias y crisis financieras globales, tendencias aislacionistas en la política de Estados Unidos.
Esto suena parecido al contexto que han tomado en cuenta las delegaciones de bancos centrales y ministerios de Hacienda durante las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, esta semana que termina en Washington DC. Pero en realidad es lo que el mundo estaba experimentando a fines de 1939 y principios de 1940, al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Hace ochenta años, en julio de 1944, en la Conferencia Monetaria y Financiera Mundial de Naciones Unidas, más comúnmente llamada la Conferencia de Bretton Woods, se crearon el FMI y el Banco Mundial. Chile fue representado por Luis Álamos Barros, destacado político radical.
Estas instituciones multilaterales son el componente económico y financiero de una arquitectura global, basada en reglas y bajo el paraguas de las Naciones Unidas, establecida con el objetivo de evitar una nueva hecatombe como la que estaba concluyendo en 1945. El entorno monetario y financiero ha cambiado de manera relevante en estos ochenta años. El dólar estadounidense ya no está amarrado al oro, ni las principales monedas se mantienen fijas en términos de dólares.
Desde hace media década, el dinero es fundamentalmente fiduciario, algo inédito en la historia económica previa, y la implementación de políticas monetarias creíbles por bancos centrales autónomos es lo que provee un ancla nominal al sistema monetario global. La movilidad de capitales internacionales es algo de todos los días, habiéndose eliminado gran parte de las restricciones que la impedían. Asia pasó de ser una zona económica empobrecida y devastada por la guerra a ser el motor del crecimiento global y el desarrollo industrial. Lo que no ha ocurrido, a pesar de varios momentos de infarto, es una nueva conflagración bélica global.
La arquitectura internacional diseñada en 1945 y basada en reglas ha sido más resiliente de lo que quizá se podría haber pensado, dados todos los cambios experimentados en el entorno. ¿Pero hasta dónde llega esa resiliencia? La invasión de Rusia a Ucrania es la muestra actual más evidente de que el sistema colectivo de seguridad está lejos de ser a prueba de fallas. Medio Oriente continúa siendo un foco de conflicto. Domésticamente, se aprecia cómo en varias democracias el populismo nacionalista y xenófobo se opone al multilateralismo. El proteccionismo, justificado por seguridad nacional, está a la orden del día, y la disfunción del multilateralismo en el comercio ha llevado a la Organización Mundial de Comercio (OMC) a la ineficacia. El descuadre fiscal en parte del mundo avanzado, en particular Estados Unidos, es una amenaza latente para el funcionamiento de los mercados globales integrados. Estamos a la sombra de las instituciones que se crearon al final de la Segunda Guerra. Aunque el FMI y el Banco Mundial han tenido cierta efectividad en reformarse, se percibe la tensión al tratar de seguir acomodando los nuevos tiempos. Como las economías grandes son más resilientes a una fragmentación económica internacional, por mayores mercados internos y diversificación productiva, no se puede descartar que se distancien del multilateralismo. En ese caso, el FMI y el Banco Mundial podrían volverse tan disfuncionales como la OMC hoy. Las economías medianas y pequeñas son mucho más vulnerables a la desglobalización y a una pérdida de influencia de las instituciones financieras multilaterales.
Desde la plena incorporación de China al comercio en 2001, el tamaño de la economía mundial se ha incrementado tres veces y media, de acuerdo a información del FMI, un cuarto de ello solo por China. Mientras economías desarrolladas, como EE.UU., han perdido preeminencia, economías como Chile se han beneficiado enormemente, aumentando también de tamaño entre tres y cuatro veces. Esto ejemplifica los riesgos, para Chile en particular, de una fractura geoeconómica en las relaciones entre EE.UU. y China.
No solo debemos pensar en cómo crecer más, sino que también en estrategias de gestión de riesgo frente a escenarios negativos como ese, y que las instituciones de Bretton Woods difícilmente puedan resolver por sí solas. Crecer a la sombra de Bretton Woods PABLO GARCÍA Docente e investigador de la Universidad Adolfo Ibáñez.