Editorial: Valparaíso, patrimonio herido
Editorial: Valparaíso, patrimonio herido E ste 2 de julio se cumplirán 22 años desde que la Unesco declaró al casco histórico de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad. Lo que debió marcar el inicio de una etapa de restauración, desarrollo y planificación ejemplar, se ha convertido, en cambio, en el lento deterioro de un tesoro urbano único en el mundo. Valparaíso no está simplemente abandonado: está en riesgo. Como bien señaló la alcaldesa Camila Nieto, la ciudad ha sido víctima de una ausencia estatal transversal, que supera los colores políticos. En más de dos décadas, Chile no ha definido una política pública nacional y vinculante para su sitio patrimonial más importante. No hay una glosa permanente en el presupuesto nacional, ni se han otorgado atribuciones extraordinarias al municipio ni al Estado para actuar con la urgencia que demanda el caso. El reciente surgimiento de la Corporación Municipal del Sitio Patrimonial y la implementación de un Plan de Gestión son, sin duda, avances. Pero llegan tarde. La directora Macarena Carroza ha sido clara: hoy el 87% del suelo es privado, con decenas de inmuebles abandonados y sin posibilidades legales efectivas de intervención.
La Ley de Patrimonio, estancada por años en el Senado, permitiría al menos entregar incentivos, sanciones y subsidios para frenar el colapso. ¿Qué se espera para aprobarla? El exsubsecretario de Patrimonio, Emilio de la Cerda, reconoció que los esfuerzos han sido insuficientes. Hubo proyectos, préstamos internacionales, recuperación de ascensores, pero nada ha logrado revertir el deterioro estructural. Lo mismo alerta el académico Carlos Maillet, quien propone una medida tan drástica como necesaria: que Valparaíso sea incluido en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro. No como castigo, sino como un llamado de atención global para detener la pérdida inminente. No se trata solo de fachadas caídas o infraestructura antigua. Está en juego la identidad cultural de Chile, la dignidad de una ciudad histórica y el compromiso internacional que el país asumió voluntariamente. Valparaíso no puede seguir esperando. Requiere una política de Estado, recursos permanentes, un marco legal robusto y decisión política real.
El tiempo se agota, y con él, también nuestra credibilidad ante el mundo.. Valparaíso, a 22 años de ser Patrimonio de la Humanidad, sigue en riesgo por abandono y falta de acción estatal. ¿ Qué están esperando? Editorial